El que es ciudadano en una democracia
con frecuencia no es ciudadano en una oligarquía. Aristóteles
─Hagamos un esfuerzo por superar este momento de dolor─ Dijo el
presidente Peña Nieto, mientras presentaba el Plan nuevo Guerrero, el 4 de
diciembre pasado. Siete meses después de la desaparición de los 43 jóvenes de Ayotzinapa, sus familiares y el movimiento que les acompaña
inauguran el "antimonumento" de la avenida
Reforma.Esa jornada del 26 de abril es
la mejor respuesta a los llamados presidenciales a "superar"
(olvidar) la estocada que nos dieron en el corazón la noche del 26 de
septiembre de 2014. Si la invitación era a olvidar, la sociedad reafirma su
memoria sobre la infamia de Iguala con el "antimonumento"
que recordará permanentemente (si la autoridad no lo retira) el número de los
que no volvieron aquella noche de naciente otoño.
Las jornadas que vivimos al cumplirse el séptimo mes, hablan de una sociedad
que no se ha desmovilizado, pues mientras en Chilpancingo se desbordaban los
ánimos frente al Congreso del Estado, varios organismos civiles cuyo tema
central de trabajo es la búsqueda de desaparecidos, se dieron cita en la ciudad
de Monterrey, convocados por el Centro de Atención de Derechos Humanos
(CADHAC). Los estados de Guerrero, Morelos, Nuevo León, Tamaulipas, Coahuila,
Chihuahua, Baja California, Sonora y Sinaloa, estuvieron representados y
pasaron revista a los problemas que enfrentan, la necesidad de una efectiva
coordinación y construir la posibilidad de una estrategia nacional.
Mientras en Sinaloa, los familiares con desaparecidos y el movimiento de
apoyo, a fuerza de plantones, de búsquedas incansables y presión sobre las
autoridades, han podido dar algunos pasos en firme en la tarea de encontrar a
sus desaparecidos. La familia del policía José Antonio Castro, ha sepultado sus
restos y tiene el compromiso de que se investiguen líneas concretas sobre el
caso; la señora Mirna Nereida, como muchas otras madres, con eterno caminar e
indagar, ha logrado que la autoridad, no sólo vaya a buscar sobre puntos
concretos de terreno donde se considera hay fosas clandestinas, sino retomen
algunas líneas de investigación que habían quedado a la vera de la averiguación
previa.
Y el Estado no sólo quiere desentenderse del caso de Ayotzinapa,
también le apuesta a la eventualidad de no cumplir los compromisos contraídos
recientemente en Ginebra en materia de tortura y de desaparición forzada de
personas. De acuerdo a la información de Monterrey las
desaparición forzada de personas no se ha detenido, incluso repunta en algunas
regiones del País, por lo que se estaría faltando al compromiso de parar la
práctica de la desaparición forzada de personas.
Es muy válida la pregunta de si la autoridad estará avanzando en la
elaboración de una ley integral sobredesaparición forzada de personas, tal como fue el compromiso en Ginebra.
No lo sabemos, pero es bueno aclarar que el proceso electoral, por más ruido
que levante, no logra convertirse en una cortina de humo que opaque la
necesidad de cumplir en materia de derechos humanos a Ginebra.
Si se dejan correr los tiempos y los compromisos, queda la puerta abierta
para nuevos sustos y dolores de cabeza. En este terreno, no está por demás
anotar que hay varios periodistas y defensores de los derechos humanos a lo
largo y ancho de la República, sobre los que pesan graves amenazas a su
integridad física y moral, varios de ellos inscritos en el Mecanismo de
protección que estableció la Secretaría de Gobernación, pero a los que se sigue
acosando y amenazando pese a ello.
Siete meses después de la tragedia de los 43 jóvenes de Ayotzinapa,
nuestro futuro no se amasa con harina de esperanza. Sigue como asignatura
pendiente la justicia sobre el caso, pero hay nuevas cosas que se acumulan,
mientras lamentamos no sacar adelante tantos problemas que se nos han
anquilosado y que evitan sanar a la terrible herida que dejan las injusticias
ignoradas. Y si hay que voltear a ver el espectáculo en que se han convertido
los procesos electorales, no se destaca entre las propuestas centrales los
asuntos y compromisos pendientes en derechos humanos. Si no son preocupación de
los candidatos que ahora buscan nuestro voto, ¿lo serán mañana cuando las
cuatro paredes de San Lázaro los blinden frente a las exigencias sociales? No
lo creemos. Vale.
Profr. Oscar Loza Ochoa
Comisión de Defensa de los Derechos Humanos en Sinaloa/Jesús G. Andrade #475 Desp. 8/Culiacán, Sin./CP 80000/ Tel. (667) 712.56.80/oscar.lozao@gmail.com