Los
gobiernos deben dejar de jugar con los derechos humanos” Irene Khan. Amnistía Internacional.
─Si hay algún error que se haya
cometido en el proceso, pues tendrán que pagar. Dijo enfático el gobernador
Mario López Valdez, al referirse a los policías involucrados en el caso de
tortura a Yesenia Armenta, interna ahora por el
delito de homicidio en el Penal de Culiacán. La Jueza Tercera de Distrito
emitió resolución favorable a Yesenia, partiendo de
la comprobación de actos de tortura.
El caso está dando mucho qué decir. Una
opinión del diputado Héctor MelesioCuén que pone en duda dichas torturas (explicable en su
calidad de hermano de la víctima de homicidio). Muchas voces de abogados,
empresarios y activistas de derechos humanos que condenan la práctica de la
tortura y apelan a la observancia plena del Protocolo de Estambul, que prohíbe
y persigue ese nefasto método de investigación policial. Pero llama la atención
que el Gobernador tenga una opinión que reconoce la resolución de la Jueza y
que el Procurador rechace dicha resolución, señalando que es una apreciación de
la juzgadora, y que solicitará la revisión del caso.
Algo pasa en Sinaloa, que no terminamos
de asumir los compromisos internacionales en materia de derechos humanos y la
realidad jurídica nacional. Como todos sabemos no es el caso de Yesenia el único que se ha denunciado, de inmediato viene a
nuestra memoria, el de Juan Carlos CristernaFitch y el de los cuatro acusados del homicidio de Jorge
Aguirre Meza, entre muchos otros. Cuando la policía persigue el delito
cometiendo delitos (en este caso tortura), abre las puertas para que los
presuntos responsables se aboquen durante su defensa a la demostración de que
fueron torturados, como recurso supremo para evadir la sanción judicial que se
les impondrían por las faltas de las que presuntamente son responsables.
Apelar a la aplicación del debido
proceso es derecho de los acusados y la práctica de la tortura policial es la
negación de los derechos humanos y la avenida más amplia que lleva a darle
reveses jurídicos a la autoridad. Lamentablemente, quien pierde al final, es la
víctima primera del delito y la sociedad. La impunidad alcanza su mayor
dimensión como madrastra de las malas prácticas de policías y como incubadora (en
el mejor de los casos) de libertades para presuntos delincuentes. El Estado nos
debe una amplia explicación.
Y cuando señalo que no terminamos de
asumir los compromisos internacionales y la realidad jurídica nacional, me
refiero a que el estado de Sinaloa no cumplirá en tiempo y forma con el
establecimiento de los juicios orales, entre otras cosas, porque no se
presupuestó un renglón para la infraestructura y formación del personal
necesario. Ya funcionan esos juicios en cinco municipios y la actuación de la
Procuraduría debe atenerse al nuevo marco legal: el principio universal de
presunción de inocencia debe ser respetado en todo momento por la autoridad,
pues no es así. Revisemos las notas rojas de la prensa y veremos que el acusado
ya tiene, de antemano, el sanbenito de culpable,
facultad que le corresponde al Juez, no al Fiscal.
Por aquello de que la Policía
Ministerial ande aún extraviada en las prácticas medievales de investigación y
que la Procuraduría de Justicia no tenga mando alguno sobre aquella, no está
demás repetir en este espacio algunas de las obligaciones legales de prevención
de la tortura, que establece el Protocolo de Estambul y que México ha hecho
suyo: a)tomar medidas legislativas, administrativas, judiciales o de otra
índole eficaces para impedir los actos de tortura; b)penalizar los actos de
tortura, incluida la complicidad; c)asegurar que los detenidos se mantengan en
lugares oficialmente reconocidos como lugares de detención; d)asegurar que los
nombres de las personas responsables de su detención figuran en registros
fácilmente disponibles y accesibles a los interesados; registrar la hora y el
lugar de los interrogatorios, junto con los nombres de las personas presentes.
El Protocolo es muy rico en medidas,
también ordena que la víctima de tortura tenga la reparación e indemnización
adecuada y que el o los presuntos culpables sean sometidosa un procedimiento penal. Ante todo ello,
esperemos que el criterio del Gobernador prevalezca sobre el expresado por el
Procurador.
Menuda tarea la que tiene por delante la
Procuraduría General de Justicia de Sinaloa y qué esfuerzos tienen que seguirse
dando desde las trincheras de la sociedad para que el protocolo de Estambul
alcance carta de ciudadanía en nuestro estado. No se vale dar marcha atrás.
Vale.
Profr. Oscar Loza Ochoa
Comisión de Defensa de los Derechos Humanos en Sinaloa/Jesús G. Andrade #475 Desp. 8/Culiacán, Sin./CP 80000/ Tel. (667) 712.56.80/oscar.lozao@gmail.com