Mi solidaridad incondicional para Raúl Ramírez Baena.
Los enemigos de derechos humanos no pasarán.
Levantamos el campo después de la batalla electoral. Y al hacerlo, la mejor
bitácora de campaña -la conciencia popular- debe hacer el balance pertinente.
El registro no puede detenerse al anotar que el PRI resultó ser el ganador de
la contienda. Esa memoria social no puede dejar de lado que el 56 por ciento
del padrón electoral no ocurrió a las urnas y que quien se llama ganador
representa apenas el 18 por ciento de dicho padrón. Seremos gobernados por
quien fue electo por una ínfima minoría.
Ser relativa mayoría entre minorías no da legitimidad. Esperemos que así lo
entienda Quirino Ordaz y que ante la ausencia de bono democrático, las política
públicas se enrumben a favor de los más vulnerables (mayorías), que eso si
legitimaría la gestión pública. Hacemos votos porque las cosas así sucedan,
aunque a unas horas de terminado el intenso y disparejo proceso electoral ya
tenemos una mala noticia: designaron presidente de la Comisión Estatal de
Derechos Humanos a José Carlos Álvarez Ortega, cuyos antecedentes y vocación
por los derechos humanos no van más allá de haberlos mencionado en alguna
ocasión en el aula (si es que lo hizo).
Vuelve a errarse gravemente en la materia. El Congreso, ya lo habíamos
dicho, llegó tarde con la convocatoria, otorgó -violando la Constitución y la
Ley Orgánica de la CEDH- una prórroga al actual presidente y dejó de lado la falta
de cuatro consejeros. El colmo, ahora se exhibe como misógino. Actuando bajo
consigna, las mujeres candidatas fueron ignoradas. De las cuatro, dos de ellas
tienen en su haber más de dos décadas trabajando en la defensa de los derechos
humanos. No se tomó en cuenta eso y nos debe quedar muy claro que donde no hay
vocación (los antecedentes hablan) no hay defensa de los intereses de la
sociedad en materia de derechos humanos, y poco honrará la memoria de Lars AugustinMannerheim y de Norma
Corona.
Pero para el movimiento de derechos humanos, con una experiencia de más de
cuatro décadas en Sinaloa, este entorno oficial que no se dibuja proclive a
nuestra causa, ni es extraño ni cambia el riel por el
que transitamos. Sí nos indica de manera temprana que no podemos guardar
silencio ni esperar a que lleguen solas las señales de que la causa de los
derechos humanos será vista con simpatía por las nuevas autoridades. Tenemos
que profundizar nuestro trabajo y ello deberá destacar que no hay verdadera
democracia sin respeto a los derechos humanos.
Y al manifestarlo, visibilizar las deudas que el Estado mexicano tiene en
materia de desaparición forzada de personas, desplazados por la violencia,
huérfanos y viudas por la misma violencia, desigualdad
social, pobreza en alimentos, vivienda, salud y educación. No cabe duda que una
prioridad para el movimiento de derechos humanos es plantear una agenda y hacer
hasta lo imposible para que sea también parte del calendario de actividades de
la autoridad que tomará las riendas de la entidad en enero próximo.
Con Voces Unidas por la Vida diremos que urge para la práctica de
desaparición forzada de personas, trabajar en el esclarecimiento de cientos de
casos que esperan justicia, el castigo a los
responsables y la reparación del daño. Con muchos ciudadanos, habrá que
reclamar la debida atención a las víctimas del delito, comenzando con la
designación del Comisionado para la atención de esas víctimas. Se está
violentando la Ley de atención a víctimas por el Congreso del estado al no
hacerlo.
De acuerdo a los compromisos internacionales, debe legislarse integralmente
en materia de derechos humanos y no se ha iniciado el proceso. Al hacer el
reclamo el movimiento tiene que presentar una nueva iniciativa de Ley, pues
quién más indicado para hacer propuestas en este campo. Si en algún renglón de
la actividad pública hay que dar la batalla en ideas y valores, es precisamente
en materia de derechos humanos.
Como no podrá presumirse de respeto a derechos humanos si los activistas promotores
de esta cultura y los periodistas son reprimidos al desempeñar sus actividades
naturales, debe crearse la legislación y los mecanismos que garanticen que esas
profesiones se realicen sin contratiempos. Pero esos mecanismos y la voluntad
oficial para que funcionen no surgirá por generación espontánea, hay que
cultivarlos con activismo y despertando conciencia social. La nueva agenda
oficial puede voltear hacia los problemas sociales más sentidos, solo a
condición de que nuestro trabajo alcance a tocar corazones y conciencia, y
desde luego a que cuestione seriamente lo que hasta hoy se ha hecho o dejado de
hacer en materia de derechos humanos. Vale.
Profr. Oscar Loza Ochoa
Comisión de Defensa de los Derechos Humanos en Sinaloa/Jesús G. Andrade #475 Desp. 8/Culiacán, Sin./CP 80000/ Tel. (667) 712.56.80/oscar.lozao@gmail.com