Las situaciones extremas nos llevan a
decisiones sublimes que en ningún otro momento tomamos. Hace unos días le
avisan a una madre que su hijo fue levantado por gente armada. Salió corriendo
del hospital donde trabaja para denunciar los hechos en la Fiscalía
especializada, para que la autoridad iniciara la tarea de localización de su
muchacho. Si ella se hubiera quedado para iniciar la búsqueda, ¿quien la hubiera condenado? Pero pudo más su deber
profesional: en el hospital quedó un bebé en terapia intensiva y regresó de
inmediato para continuar su atención. Estaba entre dos dolores, el propio y el
ajeno. Y no dudó en aliviar el ajeno. Que sea este un homenaje a su decisión
profundamente humana.
Y que esa lección que la doctora Irma Guzmán
nos dio, sirva de acicate a las autoridades que no han estado a la altura de
los problemas relacionados con la seguridad de todos. Lo afirmamos porque si
hablamos de legislación, ya se rebasó el tiempo en que debimos contar con una
Ley de atención a víctimas del delito y es evidente la urgencia que tenemos de
actualizar la Ley sobre desaparición forzada de personas. También cabe hacer la
referencia de que no existe una política de Estado cuya tarea sea detener la
práctica de desaparecer personas.
El Estado parece más urgido de otras cosas,
pues está obsesionado en que el Congreso de la Unión apruebe la iniciativa de
Ley de seguridad interior, con dedicatoria no a las acciones criminales de las
bandas que pululan a lo largo y ancho del país, sino a los movimientos sociales
que van cobrando forma ante el desastre nacional en que las élites gobernantes
han sumido a la República. No vemos ningún esfuerzo
para enderezar la maltrecha economía, pues en el presupuesto y en la política
de créditos no hay nada que indique la preocupación para que la agricultura
inunde los mercados con sus productos y que la soberanía alimentaria sea una
realidad y la mejor garantía de que caminados por la senda correcta como Nación.
En este marco de cosas, sea bienvenido a
Sinaloa Emilio Álvarez Icaza, que ahora nos visita para plantearnos la
necesidad de formar una nueva mayoría social que promueva la democracia y
dispute la conducción del país con un proyecto de transformación popular, que abra verdaderas posibilidades de desarrollo para los pobres
y clases medias del país. Los antecedentes de Emilio hablan bien. Se formó
junto a don José, su padre, en CENCOS, la primera gran institución que defendió
valientemente la libertad de expresión en México, en los años en que reinaba un
solo partido en México.
Emilio fue un honesto y crítico consejero
electoral en el Distrito Federal en los años noventa del siglo pasado. Esos
méritos lo llevaron a la presidencia de la Comisión de Derechos Humanos del
Distrito Federal entre 2001 y 2009. El prestigio alcanzado por la institución
humanitaria durante su gestión y el febril trabajo de esos años, hicieron que
su candidatura a la Secretaría ejecutiva de la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos fuera exitosa en 2012, donde permaneció hasta 2016. Muchos de
los problemas en materia de derechos humanos en diferentes puntos del
continente americano conocieron de la firmeza de Emilio a la hora de defender
los derechos de los pueblos originarios o de otros grupos sociales vulnerables
y de su oficio político a la hora de mediar y buscar una solución justa.
En el mes 29 de la noche de Iguala que dejó el
saldo de 43 estudiantes de Ayotzinapa desaparecidos,
Emilio planteó en su discurso titulado Ahora o nunca, que era necesario y
urgente forjar una nueva mayoría social que se convierta en la alternativa
democrática que vaya al rescate de este país en crisis. Dos divisas toman
fuerza en su discurso: alternativa democrática y poner la economía al servicio
de las mayorías. El 20018 y sus elecciones no son ajenas a estos planteamientos.
Emilio pretende participar como candidato independiente.
Los familiares con desaparecidos (Voces Unidas
por la Vida), ante el incremento de las desapariciones, están planteando
intensificar las búsquedas de sus seres queridos, realizar una fuerte campaña
de sensibilización en la sociedad para que con esa fuerza se emplace a las autoridades a elaborar toda una estrategia para detener
la práctica de la desaparición forzada de personas, lo que debe incluir
justicia para los casos que ya se atienden, el castigo a los responsables, la
legislación señalada y la efectividad en los trabajos de prevención. No dejemos
solas a esas madres, hijas y hermanas de personas desaparecidas. Vale.
Profr. Oscar Loza Ochoa
Comisión de Defensa de los Derechos Humanos en Sinaloa/Jesús G. Andrade #475 Desp. 8/Culiacán, Sin./CP 80000/ Tel. (667) 712.56.80/oscar.lozao@gmail.com