La violencia regresó a las aulas de la
peor manera.Y cobró la vida de tres modestos maestros
de la zona rural del municipio de Concordia. La triste noticia sacudió al
magisterio estatal y lo llevó a una movilización en Escuinapa
(tierra de los mentores), Concordia (lugar de trabajo), Mazatlán (centro de referencia
del sur) y Culiacán (sede de los poderes). En las marchas se habló de hartazgo
de una situación violenta que no es aislada para los maestros y también de una
firme exigencia para que la autoridad garantice protección a quienes cumplen
con su apostolado en condiciones económicas difíciles, y siempre con el Jesús
en la boca cuando el fantasma de la inseguridad cobra vida, mucha vida en
diversas regiones del estado.
El comportamiento de los números en el
renglón de homicidios no pinta bien en lo que va del año, pues hasta abril tocó
la cifra de 533. Es evidente que lo hecho por la autoridad hasta ahora no está
dando los resultados que la sociedad espera y exige desde hace tiempo. La
autoridad no puede cruzarse de brazos, pues el tejido social resiente profundamente
las consecuencias de esa actividad depredadora y toca de nuevo un problema que
no sólo es preocupante, sino lleva, como ya ha sucedido en otros lugares y
momentos, a la ausencia obligada de maestros en algunas zonas: Huixiopa, El Pozo, La Joya de los Martínez, San José de
Hornos, entre muchas otras comunidades de Sinaloa. La tarea para las
autoridades es muy clara y no contempla prórrogas.
Hemos visto las quejas de muchas
familias y de organismos de la sociedad, lamentando en los últimos días de cómo
la violencia ha cobrado vidas y patrimonio entre ellos, sin que se pueda observar un asidero a partir del cual haya una medida
que empiece a frenar la actividad criminal. Los constructores, comerciantes,
corporaciones policiales y fuerzas armadas han lamentado en los últimos meses
la pérdida de vidas y la desaparición forzada entre sus filas. El problema de
la violencia no es ya ni cosa menor ni un asunto del que podamos
desentendernos, mucho menos para seguir aplicando las mismas recetas. ¿Qué debemos
hacer?
Algunos organismos de la sociedad hacen
un esfuerzo desde sus trincheras para enderezar el barco, como la asociación
Motivos para la paz que se han propuesto el rescate de comunidades y espacios
públicos controlados o enajenados por bandas criminales o simplemente
abandonados por una sociedad que hoy no vive la plena resistencia ante el
empuje de actividades antisociales y recula un paso a dos, cediendo lugares
públicos vitales. El proyecto de darle otro rostro a la población de Villa
Juárez, planteado por esa organización social, se vuelve emblemático para
Sinaloa por muchas razones, pues de ser exitoso podremos impulsar ese modelo en
otra y cien comunidades donde la vida social sufre de intenso estrés.
Otro esfuerzo en este contexto es el de las
señoras de Voces Unidas por la Vida, el grupo de familiares
con desaparecidos. Ellas buscan justicia para todos los casos de ausencia por
desaparición y su lucha se inscribe en el marco de los derechos humanos. La paz
que demanda la sociedad sinaloense no se alcanzará mientras haya desaparecidos,
por eso es tan importante en la búsqueda de la gobernanza y la tranquilidad
pública, que se atiendan los planteamientos de Voces Unidas por la Vida y de
las Rastreadoras del norte.
Se está organizando una Caravana por la
Paz y los derechos humanos para la última semana de este mes. Los familiares
con desaparecidos son los organizadores y el grupo central en dicha caravana.
La idea es partir de la ciudad de El Fuerte, Sinaloa y terminar en la ciudad de
Culiacán. Iniciar la actividad en ese municipio norteño tiene mucho sentido
para el movimiento, pues en esa célula de la geografía nacional han detonado
las desapariciones en los últimos cinco años. Será muy grato ver a los dos
grupos de familiares marchar juntos desde El Fuerte de Montesclaros hasta la
tierra de Norma Corona, Jesús Michel y Sandra Luz Hernández.
La marcha es una invitación para que las
familias que aún sufren en silencio el dolor de un pariente desaparecido, se
acerquen a estas organizaciones y se convenzan de que ese dolor, por muy personal que se exprese, es de todos. Y para que
ellos y la sociedad den ese gran paso de tratar abiertamente este flagelo de la
violencia, que se denuncie ante la autoridad cada caso y que esta asuma la
responsabilidad que le corresponde. Al fin que la paz o se construye por todos
o no hay paz.
Las universidades del estado y la
Secretaría de Educación Pública y Cultura no pueden quedarse al margen de los
convocantes a la reflexión sobre el fenómeno de la violencia. Son ahora quizá
las únicas instituciones del Estado con menos desgaste social para intentar un
nuevo esfuerzo, bajo un modelo distinto, donde la inteligencia y la cultura
prueben un músculo no utilizado en México, que bien puede rendir tantos frutos
como los logrados en Medellín, Colombia. Es hora de hablar y proponer.
Seguramente habrá muchas ideas y no pocas apuntando a rumbos diferentes. No
tengamos miedo a ello. Convenzámonos sobre todo en que 2017 es el año de un
nuevo rostro en materia de seguridad ciudadana. Vale.
Profr. Oscar Loza Ochoa
Comisión de Defensa de los Derechos Humanos en Sinaloa/Jesús G. Andrade #475 Desp. 8/Culiacán, Sin./CP 80000/ Tel. (667) 712.56.80/oscar.lozao@gmail.com