Todo
cambia, todo se transforma: todo sigue igual.
Carlos Monsiváis
La Caravana por la Paz y los Derechos
Humanos ha concluido. Podemos agregarle que el saldo que arroja es muy positivo.
La idea que se tenía era que al recorrer unos 300 kilómetros entre la ciudad de
El Fuerte y Culiacán, haríamos pública nuestra condena a la violencia y las
tristes historias que arroja en toda la geografía sinaloense. Y que al dialogar
con mujeres y hombres de cada comunidad en que peregrinamos, les estrecharíamos
la mano diciéndoles que sus problemas eran también nuestros. Que la violencia
que los condena a vivir con el Jesús en la boca también les impide que sus
hijos vivan la vida en paz, puedan ir a la escuela y jugar libremente en
la calle.
El acompañamiento que tuvimos en cada
municipio recorrido y la bienvenida que nos dieron al llegar a las comunidades
y en cada casa que visitamos habla de oídos receptivos y de personas sensibles
que también comparten el miedo, la zozobra y las esperanzas de que este
problema de la violencia pueda ser controlado con la movilización de la
sociedad y sacudiéndole el tapete al Estado.
Los familiares con desaparecidos nos
enseñaron que a pesar del estado de salud, de la edad y de las inclemencias del
tiempo, es posible peregrinar por buena parte de la tierra sinaloense, llevando
propuestas para enfrentar la situación de violencia, demostrando que se puede
cambiar el miedo por el coraje y que ninguna amenaza ni la desaparición forzada
de sus hijos puede reducir su dignidad humana al silencio.
No faltaron los amigos que llegaron con
botellas de agua, con alimentos enlatados y que nos brindaron palabras de
aliento, techo y comida. Y que marcharon con nosotros por las calles y tramos
de carreteras importantes. Con todo ello, el cansancio era menos y la
determinación de llegar hasta Culiacán se volvía más firme.
También algunas instituciones ayudaron
mucho para que llegáramos sin ningún incidente de importancia, va nuestro
reconocimiento para la Cruz Roja, Protección Civil, la Policía Federal de
Caminos, Bomberos y las policías preventivas de El Fuerte, Ahome,
Guasave, Salvador Alvarado, Mocorito y Culiacán. Sin
ellos esta historia pudo no tener la sonrisa final con que cerró los tres días
de Caravana.
Marchar por la Paz y los Derechos
Humanos, implicaba publicitar la ausencia de una ley de atención a víctimas del
delito y la actualización de la Ley sobre desaparición forzada de personas, el
fortalecimiento de las fiscalías especializadas en esas desapariciones y el
seguimiento regular de todos los casos de desaparición por el fiscal general
del estado. El llamado a buscar la paz no es una convocatoria a sentarnos y que
las cosas sucedan, es ante todo la movilización para encontrar los espacios
para el diálogo, la reflexión y la acción organizada que termine imponiendo el
respeto al Estado de derecho por la autoridad y la observancia de las leyes por
los grupos de criminales.
Cinco nuevos casos de desaparición
forzada conocimos durante la Caravana, dos en El Fuerte, uno en Guasave y dos
en El Limón de los Ramos, Culiacán. En todos ellos hay que iniciar el proceso
de atención que prestamos en los primeros días de conocerlos y acercarse a los
familiares para el apoyo moral y psicológico que necesitan. Seguramente las
compañeras de Voces Unidas por la Vida encontrarán el espacio y las fuerzas que
se requieren para cumplir con esa tarea.
Después de llegar a Culiacán, nos
reportaron un nuevo caso en Villa Unión, Mazatlán y el de una señora de
Culiacán que había salido de su casa el domingo 28 y no regresó. El día
miércoles desde temprano nos dimos a la tarea de búsqueda en vida junto a sus
familiares. Recorrimos parte del pueblo de San Pedro, porque había indicios de
haber estado allí. Horas después fue ubicada en la ciudad de Culiacán y
recuperada para su familia. Nuestros buenos oficios ayudaron para ese buen
final.
Al concluir la Caravana hubo una
reunión con el fiscal general del estado, allí planteamos las demandas de la
Caravana que corresponden a su oficina. Y ese cierre de nuestro peregrinar no
podía ser mejor: un grupo de motociclistas, de familiares con desaparecidos, de
amigos y sobre todo los agraviados periodistas, nos recibieron a la entrada de
la ciudad y en el edificio de la Fiscalía General. Concluimos de manera
emocionada que la Caravana es el granito de arena que con su convocatoria a no
callar, a no cruzarse de brazos frente al fenómeno de la violencia, busca
construir ciudadanía. Con los pies hispiados (como dijera
un padre con hijo desaparecido) y la memoria de Javier Valdez, recorrimos esos
300 kilómetros con la esperanza de despertar y movilizar conciencias. El
movimiento por los derechos humanos se fortalecerá. Vale.
Profr. Oscar Loza Ochoa
Comisión de Defensa de los Derechos Humanos en Sinaloa/Jesús G. Andrade #475 Desp. 8/Culiacán, Sin./CP 80000/ Tel. (667) 712.56.80/oscar.lozao@gmail.com