Por coincidir plenamente en este documento que
también conoció mi pluma, lo comparto con ustedes.
Ya no tendremos una Procuraduría General de
Justicia del Estado, sino Fiscalía General del Estado. Se ha mudado el nombre
de la Institución que debió procurar justicia, investigar y perseguir el
delito, y proteger a las víctimas de las conductas antisociales. ¿Al cambiar de
nombre ha cambiado su esencia? No.
Nos vendieron la idea de que crear una Fiscalía
era alimentarla de autonomía respecto al resto del Poder Ejecutivo,
especialmente del despacho del gobernador. El beneficio de la duda abonaba en
favor de una reforma a la Constitución Política de Sinaloa, que promoviera una
amplia participación ciudadana en las propuestas de candidatos a fiscal, que
estos comparecieran públicamente en defensa de sus ideas y proyectos de
fortalecimiento de la fiscalía y que el Congreso del Estado, en un emblemático
esfuerzo para fortalecer el Estado de derecho y la división de poderes,
designara al fiscal general de entre todas las propuestas que se le hicieran
llegar, que no tenían por qué ser solo tres.
La historia se ha escrito de otra manera, basta
ver el Decreto número 66 del Congreso del Estado de fecha 26 de enero pasado
para imponerse, que el gobernador del estado nunca tuvo la intención de sacar
las manos del proceso de designación del fiscal general. Para acallar críticas
a la iniciativa de Ley original, se incluyó al Consejo Estatal de Seguridad
Pública en el proceso, pero la rancia figura de la terna que siempre ha
presentado el gobernador en turno al Congreso no desaparece. De acuerdo al
artículo 43 de la Constitución local (reformado) el Congreso elige al fiscal.
Y la reforma mencionada no sólo permite que el
gobernador meta las manos en la "terna", el artículo 76 Bis, fracción
III le da facultades para que remueva al fiscal, con lo cual el Congreso vuelve
a ser relegado a un segundo plano, pues "podrá objetar" dicha
remoción si hay acuerdo de las dos terceras partes de sus miembros. La decisión
primera de remover está en poder del gobernador, que está en el campo hacia
donde puede actuar el fiscal en casos de corrupción y otros delitos graves. La
facultad de proponer "terna" y luego de remover, le da un poder
demoledor al gobernador sobre el fiscal. Con ese marco legal, la autonomía de
la Institución que deberá velar por nuestra seguridad jurídica y la legalidad
de los actos del poder, ni siquiera alcanzará a dar dos suspiros, morirá en el
primero.
La fiscalía tendrá un Consejo Consultivo
honorífico, de acuerdo al artículo 76 de la Constitución (reformado), pero este
figura será sólo parte de la decoración del edificio central de la Institución
que se ubica por el Boulevard dedicado al "Negrumo", mientras las
facultades omnímodas (las manos) del gobernador no se pongan a buen recaudo
fuera de la vida de la Fiscalía General del Estado.
No es lo único que hay que decir al respecto.
La figura del Fiscal Anticorrupción (Vicefiscal para
la Ley) es tan importante como la del Fiscal General, porque los costos
económicos, políticos, sociales y ambientales de la corrupción son tan
profundos como el agravio que siente la sociedad por ellos. ¿Quién nombrará a
este inquisidor anticorrupción? La reforma a la Constitución local no le dio el
lugar y el espacio que por su naturaleza debe tener. No hay ninguna garantía de
que en la Ley de la Fiscalía General (que deberá ser aprobada dentro de los
seis meses siguientes a la publicación del Decreto número 66) se contemple un
mecanismo democrático en la asignación. Es una de las tareas pendientes de la
sociedad y sus instancias organizadas.
Y como hay otros dolores sociales que las
reformas a la Constitución local no contemplaron y que la iniciativa de Ley de
la Fiscalía General muy seguramente no contemplará, contemplemos desde hoy que
dos vicefiscalías deberán ser creadas de inmediato
para enfrentar dos renglones del delito que tanto daño han hecho al tejido
social: la de feminicidios y la de desaparición forzada
de personas.
Quizá no se ha valorado lo suficiente la
importancia de que la sociedad organizada promueva la participación de las
universidades, colegios de profesionistas, organismos que defienden la equidad
de género y promotores y defensores de derechos humanos, familiares con
desaparecidos, a través de foros, mesas redondas y otras formas de reflexión y
análisis que desemboquen en la elaboración de una iniciativa popular de Ley de
la Fiscalía General. Bien vale la pena abordar esta invaluable tarea. De una
buena procuración de justicia y de la credibilidad que se ganen las
instituciones depende la paz y la tranquilidad pública.
Profr. Oscar Loza Ochoa
Comisión de Defensa de los Derechos Humanos en Sinaloa/Jesús G. Andrade #475 Desp. 8/Culiacán, Sin./CP 80000/ Tel. (667) 712.56.80/oscar.lozao@gmail.com