Sobre un Malecón remodelado para
enamorar la pupila de inversionistas, caminan con pies vacilantes familias de
desplazados. La mayoría viene de Concordia, otros de El Rosario. Han buscado
refugio en Mazatlán, pero de entrada el alcalde Pucheta
(ahora con licencia para buscar repetir en el cargo) los rechazó, exigiendo su
regreso a la tierra donde la violencia los victimiza. Esas familias van a una
conferencia de prensa para la que fue convocada la Comisión de Defensa de los
Derechos Humanos en Sinaloa. Son las mismas que viven entre la esperanza y el
miedo, como las describiera la periodista Fernanda Magallanes.
Nos dicen que 350 familias solicitaron
créditos para vivienda en el puerto, porque no ven condiciones para su regreso
a La Petaca, Chirimoyos, Santa Lucía, Pánuco o el Zapote. Saben que en algunas
de esas comunidades regresaron entre el 40 al 50 por ciento de los habitantes,
pero que las mismas viven con el Jesús en la boca, porque ni los grupos de
delincuentes han abandonado la región y ni sus prácticas violentas. Sus
ganados, puercos y gallinas desaparecieron, sus carros fueron desmantelados. Y
la violencia cobró hace apenas una semana tres vidas de desplazados. Una de las
viudas está presente.
Muchas de esas familias pagan renta en
Mazatlán, hacinándose hasta tres en una sola casa para que los ingresos
alcancen, otras están “arrimadas” en hogares que les abrieron las puertas de
manera solidaria, pero eso no puede durar por siempre. Llaman por una atención
urgente de parte de las autoridades. Antes del Tianguis turístico estas les
dijeron que no había problema, que esperaran a que pasara este evento
internacional y que luego se sentarían a ver la solución del problema. Ya pasó
el Tianguis y se había establecido el compromiso de una reunión para el viernes
4 de este mes con autoridades municipales. Ya les avisaron que dicho evento se
suspendía.
Y sin tomar en cuenta los Principios
rectores de los desplazamientos internos de la ONU, el Punto de acuerdo del
Senado de la República de 2011 sobre los desplazados y la reciente Ley sobre
atención a víctimas del delito, les dicen que no hay recursos y que para
otorgarse créditos requieren la presentación de actas de nacimiento,
identificaciones, entre otros, sin tomar en cuenta que el desplazamiento
forzoso no permite tiempos para recoger papeles ni llevarse bienes, también les
piden un aval. Es decir, no están viendo el problema como un asunto de
emergencia social, sino con el criterio burocrático de cualquier otra
solicitud. Pero para que no haya ningún pretexto los organismos sociales que
los apoyan en Mazatlán y esta Comisión de Defensa de los Derechos Humanos,
otorgamos ese aval. Así se los diremos formalmente y así lo hacemos público.
El Estado mexicano está emplazado a una
respuesta pronta y positiva ante esta demanda tan urgente de solución como la
sobrevivencia de los desplazados. Más de 1 mil 200 niños esperan angustiados
esa inaplazable respuesta.
Por otra parte, hemos insistido
reiteradamente que un fantasma muy real recorre el estado de Sinaloa haciendo
mucho daño: la privación de la libertad de muchas niñas y adolescentes. Pueden
decirnos exagerados porque le hemos puesto nombre y apellidos a ese fenómeno.
Decimos que el delito de trata de mujeres se está cometiendo en medio de una
impunidad preocupante. Algunos de los casos registrados por la CDDHS terminaron
con la muerte de las víctimas, pero otros (por fortuna) en la liberación de
esas mujeres.
El más reciente fue la desaparición de
tres mujeres menores de edad, que durante una semana mantuvo en vilo el alma de
sus familias, que por fortuna vieron a sus hijas regresar a
su hogar vivas, pero con heridas físicas y psicológicas que no será fácil
remontar. El caso ha dejado huellas importantes como para que la autoridad no
deje las carpetas de investigación en reposo, sólo porque las menores
aparecieron. El delito está allí, al alcance de las manos y del poder de la
autoridad. Si no se hace nada más, se pecará de cómplice en el mejor de los
casos, sin dejar de pensar que la impunidad cobrará mayores bríos con las
consecuencias terribles que ya conocemos de antemano.
De nuestra parte, volvemos a insistir
que un alivio sería la adquisición de perros rastreadores de personas en vida.
Su ausencia nos limita demasiado en la aplicación del protocolo que debe seguir
la autoridad en las primeras horas después de los hechos en que desaparece una
persona. Puede sonar a cansada repetición, pero no podemos dejar de remarcar
que otros estados tienen la fortuna de resolver no pocos casos haciendo uso de
esta tecnología que podemos adquirir con costos que están a la mano. Sí, con
costos infinitamente menores que las inversiones que se hicieron en Mazatlán
para deslumbrar la vista de quienes vinieron al Tianguis turístico y que, es lo
importante, salvaría vidas y honra de niñas que hoy son las víctimas más
visibles de criminales sin escrúpulos. Ojala escuche esta vez el Fiscal General
del Estado y también el Gobernador. Vale.
Profr. Oscar Loza Ochoa
Comisión de Defensa de los Derechos Humanos en Sinaloa/Jesús G. Andrade #475 Desp. 8/Culiacán, Sin./CP 80000/ Tel. (667) 712.56.80/oscar.lozao@gmail.com