El
destino es también lo que uno aporta y no dice.
René Valdés
Dos novedades y una reacción oficial
destacan en la antesala del 1° de julio. El Primer Tribunal del Décimo Noveno
Distrito con sede en Reynosa, Tamaulipas, tocando el tema de la investigación
sobre los 43 estudiantes desaparecidos de la Normal Rural de Ayotzinapa, que la indagatoria de la PGR “no fue pronta,
efectiva, independiente ni imparcial”. De esa conclusión se desprende una
resolución muy importante: la creación de una Comisión de la verdad y la
justicia. Esta figura como procedimiento alternativo.
La resolución del mencionado tribunal es
histórica no sólo por las conclusiones señaladas, pues hay mucho más contenido
en ella. Ordena reponer el procedimiento de la investigación, refiriéndose a
los detenidos que presentaron el recurso de amparo, pues a juicio de la
instancia judicial “hay indicios suficientes para presumir que las confesiones
e imputaciones fueron obtenidas por medio de tortura”.
La Comisión de la verdad es inevitable y
de acuerdo a la Resolución ya debería estar conformada. La constituirán
representantes de las víctimas de Ayotzinapa, la CNDH
y agentes ministeriales federales. Caben invitados de organismos de derechos
humanos nacionales e internacionales.
La reacción de la PGR fue acusar al
Primer Tribunal de resolver de manera precipitada el juicio de amparo y señalar
que con dicha resolución el Poder Judicial se toma atribuciones que le
corresponden al Poder Ejecutivo. Y pone en riesgo –dice- toda la investigación
realizada sobre el caso Ayotzinapa y da pie a que
varios detenidos no reciban el castigo por el delito de desaparición.
La segunda novedad, es el Informe sobre
violaciones de derechos humanos en la investigación del Caso Ayotzinapa, publicado el 15 de marzo por la Oficina del
Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos en México. En dicho
informe se comenta que 34 procesados por el caso de los desaparecidos de Normal
Rural fueron torturados.
El Gobierno mexicano protesta ante el
Consejo de Derechos Humanos en Ginebra, señalando que
la Oficina del Alto Comisionado actuó de manera precipitada y que con ello pone
en riesgo en trabajo realizado por la PGR. Señala que se ha practicado el
Protocolo de Estambul y que no detectó indicios que se practicara la tortura en
alguno de los detenidos. Y que no existen elementos para asegurar el dicho. Y
termina reclamando que el informe de la Oficina del Alto Comisionado no se
inscribiera en el marco del Acuerdo suscrito entre las partes el 22 de febrero
de 2017.
A tres meses del IV Aniversario de la
desaparición de los 43, los cuestionamientos sobre el trabajo realizado por el
Estado mexicano en torno al caso Ayotzinapa siguen. Y
ahora por dos instancias de primer orden: una del mismo Estado mexicano y la
otra como parte del Sistema regulatorio internacional (ONU), del que forma
parte nuestro país.
Todo lo anterior sucede en el marco de
las elecciones del 1° de julio y con un entorno donde no se ve por ningún lado
o instancia gubernamental la solución al problema de la desaparición
forzada. Por más esfuerzo que los familiares con desaparecidos realicen en sus
búsquedas incansables, la realidad nos dice que están marchando atrás de los
acontecimientos, pues la desaparición de personas no cesa día a día. Con todo
ello, esos grupos de rastreadoras tienen el mérito de no parar en su misión,
mientras la autoridad de procuración de justicia, que debiera tener una
estrategia que bien atienda la búsqueda de los desaparecidos y la de detener
esa nefasta práctica, marcha dos pasos atrás de las madres con hijos
desaparecidos.
Un México diferente es posible. Si hay
mujeres y hombres que han tomado por su cuenta la tarea de buscar a sus familiares
y los hallazgos que dan sustento a las carpetas de investigación, ante la
escandalosa parálisis de la autoridad; si hay instancias del mismo Estado
mexicano, como el Tribunal federal con asiento en Ciudad Reynosa, Tamaulipas,
que cuestiona el trabajo realizado por la PGR, que es la institución para
investigar delitos como el de Ayotzinapa; si hay
productores del campo que siendo condenados a desaparecer por las políticas
neoliberales de las últimas décadas y no sólo han sobrevividoa ello, si no que han elaborado política
alternativa para asegurar la autosuficiencia alimentaria del país; si contamos
con eso y mucho más. Este país sí cambiará.
Quienes promovemos una cultura de los
derechos humanos, deseamos que este país encuentre por la vía pacífica el
camino más seguro para un cambio que alivie la situación de pobreza y
marginación de 62 millones de mexicanos. La jornada electoral del 1° de julio
es una gran oportunidad para romper la continuidad que ha llevado a muchos
tropiezos al país. Vigilemos que no haya coacción del voto, que las trampas
antidemocráticas de ayer y las que se quieran estrenar hora no pasen y que se
respete la voluntad popular. Serían un buen comienzo. Vale.
Profr. Oscar Loza Ochoa
Comisión de Defensa de los Derechos Humanos en Sinaloa/Jesús G. Andrade #475 Desp. 8/Culiacán, Sin./CP 80000/ Tel. (667) 712.56.80/oscar.lozao@gmail.com