No acostumbro enviar cartas a funcionarios por
ningún motivo. Quizá sea este un buen momento hacerlo, en especial para
el general Inocente Fermín Hernández Montealegre. Lo digo porque recientemente
llega a Sinaloa y con una responsabilidad del tamaño de la seguridad de
alrededor de tres millones de ciudadanos. Razones no faltan para manifestarle
nuestros pareceres en dicha materia.
Ciudadano general, aunque abundan las críticas
sobre su pasado inmediato, en el sentido de que fue parte de un inconstitucional
programa de espionaje contra activistas de derechos humanos y periodistas,
puesto ahora como secretario de seguridad pública del estado, no podemos menos
que desearle éxitos en los trabajos de prevención del delito, porque ello debe
repercutir en el bienestar de los sinaloenses.
En los pocos y aciagos días que lleva usted en
Sinaloa, algunos renglones de la vida pública que son de su incumbencia, ya han
pasado lista de presentes. Usted los ha registrado: una fuga en la
penitenciaría de Aguaruto, un feminicidio, se
mantiene la cuota de personas desaparecidas y algunos espacios de la actividad
criminal que no quieren ceder. No sé si el general Genaro García le dejó una
bitácora con el registro completo de los dolores que la inseguridad nos ha
heredado, si no fue así espero al menos que le haya dejado algunos
consejos sobre lo que no debe hacerse en el campo de la prevención de las
conductas antisociales y del delito.
No es que desee hacerlo responsable de todo el
espectro de actitudes y acciones que puedan ofender a
la sociedad en su futuro inmediato, pues también es tarea que deben compartir
las 18 corporaciones de policías municipales; pero considero prudente como
ciudadano enumerar los fenómenos principales que la ausencia de un verdadero
trabajo de prevención ha parido, me refiero a los desplazamientos internos de
amplios grupos de personas generados por la violencia, a los imparables
homicidios y desaparición forzada de personas, que tienen por origen la causa
violenta ya señalada. También están presentes los ataques a la propiedad
privada, que disminuyen sensiblemente el patrimonio de muchísimas familias, en
sus modalidades de robo de auto, a casas habitación y asaltos, pero ponemos
énfasis en los primeros porque la vida y la integridad humana debe ser la
preocupación central.
A raíz del último feminicidio quiero comentarle
que, sin haber seguido una legislación clara a la declaración de Alerta de
género, con data de abril de 2017, no podemos pasar por alto, además de señalar
esa gravísima falta, que la Secretaría de seguridad pública está en deuda con
las mujeres y sociedad sinaloenses en medidas de prevención relacionadas con la
violencia de género. Nuestras mujeres han promovido
todo un abanico de acciones y tareas a realizar de parte de la autoridad, hago
votos porque se retomen durante su gestión. De hacerlo, puedo asegurarle desde
hoy que impactará positivamente en la prevención de violencia hacia la
mujer y en la preservación de vidas femeninas.
Los desplazamientos internos reclaman la
atención de las causas que provocan la salida obligada y urgente de muchas
familias. Hay regiones en el estado de Sinaloa, creo que al menos 15 municipios
donde hay expulsiones de población o recepción de ellas atribuibles a la
violencia. La solución no sólo es un problema de presencia de policía, menos en
este momento; estamos convencidos que deben combinarse otras acciones desde la
autoridad, pero un trabajo que implique dimensionar el problema, acercarse a
esos desplazados, incluye un efectivo trabajo de policía.
Una de las inversiones que más caras han
costado en materia de seguridad son las videocámaras en las calles de nuestras
ciudades, pues el gasto en ellas es comparable al de ciudades
de tamaño cuatro o más veces que las nuestras, sin que por ello estemos
orgullos por los logros obtenidos. Creemos que son el marco de nuestra tragedia
en seguridad. Pagamos mucho durante el gobierno de Malova
por un sistema de videocámaras que sirvió para lo que se le unta al queso.
Se vuelve a invertir y la autoridad nos dice
que en 20 días se han robado o destruido 30 videocámaras. Grave, muy grave, por
lo que significa para nuestra seguridad y por las esperanzas que hemos puesto
en esa herramienta de que sea efectiva para prevenir y resolver muchos
casos de desaparición forzada, y, ¿por qué no? de homicidios. ¿Y los drones
general, esos aparatos costosos y sin uso? Esos merecen un capítulo aparte. No
deseo desanimarlo en sus tareas general, sólo quiero
manifestarle el tamaño de las mismas y que la sociedad sinaloense, muy
consciente de sus derechos humanos, estará vigilante del cumplimiento de dichas
tareas. Vale.
Profr. Oscar Loza Ochoa
Comisión de Defensa de los Derechos Humanos en Sinaloa/Jesús G. Andrade #475 Desp. 8/Culiacán, Sin./CP 80000/ Tel. (667) 712.56.80/oscarloza.ochoa@hotmail.com