Me da mucho gusto que ya se empieza a
pespuntear sobre los temas centrales y urgentes del país. El Foro sobre
pacificación de Ciudad Juárez abre las puertas a lo que será, sin duda, una
rica participación ciudadana sobre la inseguridad, la violencia y los saldos
que arrojan sobre la humanidad de 130 millones de compatriotas. Me da tristeza
que mientras se despliega ese noble y formidable esfuerzo, no faltan los
desatinos y lamentables declaraciones de candidatos electos, como el caso de
Jesús Estrada Ferreiro, que terminan en sainetes de mal gusto de nuestro teatro
político. Me formo del lado de las mujeres en este caso.
Es tal la situación a que nos ha llevado la
violencia, que Gustavo de Hoyos, presidente de la Coparmex,
siente este breve interregno (de aquí a la toma de posesión de AMLO), como
demasiado largo y desesperante. Y así se dirige al presidente Peña Nieto:
"Es urgente que en los cuatro meses que restan a la actual administración,
se tomen las medidas pertinentes para disminuir los índices de homicidios
dolosos, de extorsiones, de secuestros y de la comisión de delitos del orden
común." No falta quien se pregunte, ¿qué se puede arreglar en este tiempo,
si a lo largo del sexenio sólo tragedias cosechamos?
Creo correcto que los foros sobre pacificación
se hayan iniciado en Ciudad Juárez, por lo emblemático de la metrópoli norteña
y de Chihuahua en materia de feminicidios, desplazados y desapariciones
forzadas, lamento que no se haya contemplado al estado de Sinaloa como sede de
alguno de los eventos que analizarán los problemas que nos disminuyen como
sociedad, porque ello nos deja un tanto al margen de las reflexiones y de poder
aportar nuestras propuestas a la urgente solución de viejos, profundos y
dolorosos problemas que nos hereda el mundo de la violencia.
No olvidemos que Sinaloa es cuna del
narcotráfico y sus secuelas, fue campo de ejecución de la Operación Cóndor, la
primera campaña antinarco, sufrió el primer
desplazamiento masivo de poblaciones a consecuencia de
todo ello y la experiencia en materia de violencia ligada al narcotráfico, con
todas sus consecuencias, no la tiene ninguna otra entidad. Sinaloa puede
aportar un abanico efectivo de soluciones; el sufrimiento y lucha de tres
generaciones son la base para ello.
Seguramente los foros registrarán esas
frecuentes marchas, plantones, tomas de oficinas de familiares de
desaparecidos, de viudas, huérfanos y de otros grupos sociales agraviados por
las pérdidas ante el crimen y por la impunidad que los victimizan de nueva
cuenta. Hay otros testimonios que pasarán revista en estos eventos: esa nueva
publicidad a través de mantas que alerta en muchos barrios de nuestras zonas
urbanas sobre asaltos o que dejan mensaje a ladrones sobre su riego de ser
linchados. Incluyendo los plantones en cruceros de colonias ricas, como en
Culiacán, donde sus vecinos exigen acción de la autoridad contra ladrones.
En todos los foros estarán presentes las quejas
contra del actuar de las policías preventivas y ministeriales, y, desde luego
de las fiscalías. Y no sólo se quejarán, gran parte de los grupos ofendidos
exigirán la recuperación del territorio por las autoridades y la sociedad,
porque en él vivimos, en él trabajamos y en él está la esperanza de construir
una vida mejor. También se reiterará la demanda de reconstruir las policías y
los ministerios públicos, cuyo prestigio ha dejado muchos jirones a lo largo
del camino, como todos lo registramos. En los reclamos está y estará presente
el cuestionamiento de la Ley de seguridad interior y la añosa demanda del
regreso de los militares a sus cuarteles.
Las cifras de la violencia tienen la dimensión
del agravio social. Hablar de 250 mil homicidios en dos sexenios, de cuatro
decenas de miles de desaparecidos y de un millón y medio de desplazados, es
dibujar el tamaño de nuestra tragedia. Los foros y la actividad que vendrá
después tienen la grave tarea de encontrar los caminos y medidas que nos
permitan el esclarecimiento de todos esos problemas, de conocer la verdad, de
reparar el daño a los familiares de las víctimas y de acercarnos a la justicia
en cada caso. Las heridas cicatrizarán en la medida que nos acerquemos a esa
solución. Y la pacificación puede ser posible.
Pero el restablecimiento del Estado de derecho
pasa por algunas otras cosas, como lo prueba la presencia y demandas de los
ofendidos en el Foro de Ciudad Juárez. No hay espacio físico para contener a
tanto agraviado, pero esperamos que si haya la sensibilidad, vocación y
compromiso donde quepan todas las voces y reclamos. La coyuntura y el éxito de
los foros sobre pacificación reclaman el concurso de los tres poderes y de las
instancias autónomas, pero algunas viven un franco deterioro de su prestigio
ante la ciudadanía. Tendrán que asumir los costos y buscar reivindicarse
socialmente si quieren ser parte de stos primeros
pasos que intentan reconstruir un verdadero Estado de derecho. Vale.
Profr. Oscar Loza Ochoa
Comisión de Defensa de los Derechos Humanos en Sinaloa/Jesús G. Andrade #475 Desp. 8/Culiacán, Sin./CP 80000/ Tel. (667) 712.56.80/oscarloza.ochoa@hotmail.com