50 millones de víctimas de la II Guerra
Mundial vuelven a tomar cuerpo ante el LXX aniversario de la Declaración
Universal de Derechos Humanos. Ellos fueron la cuota social que se pagó para
que la conciencia sobre el tema sentara sus reales. No sería el único costo,
pues los conflictos de Corea y las guerras anticoloniales de Vietnam, África,
Asia y América, demandaron mucha sangre en las décadas posteriores. Y las vidas
que el hambre, las enfermedades prevenibles y curables cobraron, también llenan
un espacio importante en ese esfuerzo permanente, sacrificado por hacer valer
los principios de los derechos humanos.
Aunque en México se formaron algunos
organismos que formalmente promovían la cultura de derechos humanos desde
1948, en realidad el trabajo de defensa y promoción de los mismos con los
afanes de las madres con hijos desaparecidos, donde doña Rosario Ibarra de
Piedra tiene un papel muy destacado en ello. Sus búsquedas y protestas en la
ciudad de Monterrey primero (1973) y en todo el país después, dieron cuerpo al
movimiento por la Amnistía de los presos, perseguidos, desaparecidos y
exiliados políticos. Hay una deuda histórica con ella y el Comité Eureka, que
dieron sentido al primer gran movimiento de derechos humanos.
Conquistas de esos años de lucha es la
Ley de Amnistía General de 1978 que hizo posible la libertad de los presos
políticos, el cese de la persecución de cientos de luchadores sociales, el
regreso de los exiliados y la presentación de decenas de desaparecidos. Es
cierto que en este último renglón quedó una herida abierta: muchos
desaparecidos que no regresaron con sus familias, a pesar de que se contaban
con valiosos y precisos testimonios acerca del paradero de varios de ellos. La
Ley fue parte de la Reforma política y a pesar de sus limitaciones en materia
de desaparición forzada, permitió la gobernanza del país por el término de casi
tres décadas.
Como parte de la cuota humana que se ha
pagado por la vigencia de la Declaración Universal de Derechos Humanos,
está el asesinato de más de 100 defensores de esta cultura en lo que va del
presente Siglo. Destacando entre esas dolorosas pérdidas la de Jesús Michel en
1987; Norma Corona en 1990, cuya muerte detonó la creación de la CNDH y el
Sistema nacional de protección a los derechos humanos; Jorge Aguirre en 1999 y
Sandra Luz Hernández en 2014.
Nunca faltaron los enemigos declarados
de los derechos humanos dentro y fuera del gobierno, sobre todo de las áreas
más sensibles al tema. Tampoco faltan ahora y siguen moviendo dinero,
relaciones e influencias en campañas que pretenden echar humo sobre asuntos
relevantes en la materia o de plano desprestigiar al movimiento de derechos
humanos y a sus activistas.
Por fortuna la cultura de derechos
humanos ha arraigado en amplias capas de la población mexicana, sobre todo de
clase media y estratos vulnerables; esa es la mejor garantía para que florezca
esa cultura y para que de presentarse violaciones a sus derechos, no duden en
denunciarles y reclamar la reparación del daño.
En las últimas décadas la violencia,
cuyas fuentes se originan en el Estado o en grupos de intereses privados, que
pueden ser crimen organizado o de cuello blanco, ha puesto énfasis en tres
renglones: homicidios (que rebasaron el cuarto de millón de víctimas en 12
años), desplazados (cuya dimensión no es menor de un millón 500 mil), y
desaparecidos que ya rondan los 40 mil. La violencia toca también otras cosas que
vuelve más complicada la vida urbana y rural, empezando por el ejercicio de las
libertades.Nunca como ahora los intereses privados se
entrometen hasta el último recoveco de los espacios económicos, políticos,
sociales y ambientales, poniendo en riesgo no sólo la civilización humana, sino
la vida en el planeta. Nunca como ahora urge movilizar a la humanidad para
redimensionar la cultura de los derechos humanos. Las cosas han llegado a un
punto crucial en que debemos optar por ganancias para el pequeño grupo
depredador de multimillonarios o por el bienestar social, lo que equivale a ser
rehenes de la barbarie o forjadores de la civilización que salvará la humanidad
y al planeta. Fortalezcamos la cultura de los derechos humanos, en el LXX
aniversario de la Declaración Universal. Vale.
Profr. Oscar Loza Ochoa
Comisión de Defensa de los Derechos Humanos en Sinaloa/Jesús G. Andrade #475 Desp. 8/Culiacán, Sin./CP 80000/ Tel. (667) 712.56.80/oscarloza.ochoa@hotmail.com