La intolerancia y el discurso de odio no
pueden ser alimento de nuestro tiempo. Tampoco se vale legislar olvidando que
la esencia del Estado mexicano es laica. Por eso no encuentro explicación,
menos justificación a lo ocurrido en la sesión del Congreso de Sinaloa este
martes pasado. Allí se trató la posibilidad de modificar los artículos 40,
párrafo primero y 165, párrafo primero del Código Familiar del Estado de
Sinaloa, con el fin de que la figura del matrimonio y concubinato se extendiera
a parejas del mismo sexo. Contrario a lo que se esperaba, el pleno del Congreso
en votación dividida, dijo no.
El marco de la sesión en que se resuelve
el destino del dictamen sobre la iniciativa de reformas al Código Familiar, era
tenso y lleno de presiones. Lo que no debe determinar el sentido del voto de
ninguno de los diputados, pero al parecer sí influyó. Y al operarse ese
inesperado giro durante el pleno, explicado por algunos analistas políticos
como la habilidad de priístas para convencer a los
indecisos legisladores morenistas, uno no deja de
pensar en otros factores que debieron estar en el pensamiento de los
legisladores que representan la llamada Cuarta Transformación.
Me refiero a la Resolución de la Primera
Sala de la SCJN del 19 de junio de 2015: "La Ley de cualquier entidad
federativa que, por un lado, considere que la finalidad de aquél es la
procreación y/o que lo defina como el que se celebra entre un hombre y una
mujer, es inconstitucional." Y creo que es muy importante citar la
jurisprudencia del Pleno de la SCJN, del 23 de septiembre de 2016: sobre la
adopción, "El interés superior del menor se basa en la idoneidad de los
adoptantes, dentro de la cual son irrelevantes el tipo de familia al que aquél
será integrado, así como la orientación sexual o el estado civil de
éstos." Demasiado contundentes como para no ser observados en nuestra
legislación.
Otro antecedente que los legisladores,
al menos los de Morena y sus aliados, no pueden desprender de su conciencia y
de su piel, son los compromisos de campaña de defender los derechos humanos de
todos, sin exclusión. Y aquí hubo la traición a ese compromiso de una novena de
morenistas y aliados. El único disculpado por su
ausencia en la sesión es Ocadio García, que convalece
de un problema de salud.
Ni la sentencia de la Corte, la clara
tendencia internacional y los avances en las legislaturas locales de México,
llevaron a nuestros legisladores a ganarse un lugar entre las soberanías
estatales que están a la vanguardia en legislaciones que abren las puertas a la
tolerancia, al respeto de la diversidad sexual, a la
inclusión del arcoírisde opiniones,
razas, credos y militancias. El Congreso nos negó la oportunidad de ser mejores
en materia de derechos humanos por ahora, esperemos que los recursos de
inconstitucionalidad tengan mejor destino, si se va más adelante en ello.
Por creer que el comentario del maestro
Jorge Luis Sánchez Gastélum en las redes sociales, es
oportuno y válido sobre lo sucedido en el Congreso, lo cito: "La
institución del matrimonio ha sobrevivido durante
miles de años a la violencia doméstica (física, económica, sicológica, etc) el incesto, venta de hijos e hijas, infanticidio,
parricidio y muchas otras lacras. Así que no va a sufrir ningún sobresalto
porque dos personas del mismo sexo se quieran casar". Crudo y doloroso,
sin duda, pero profundamente lleno de realidad, donde la institución del matrimonio
ha soportado infamias como las de Enrique VIII de Inglaterra o Leónidas
Trujillo de la Dominicana.
El martes pasado en el Congreso parecía
el conjuro de todas las iglesias de Sinaloa para detener un proyecto
legislativo. Buscaron tener mayor presencia que la comunidad interesada en el
matrimonio igualitario. Lo lograron. Pero no estoy seguro que ello abone para
una mejor convivencia entre los diferentes estratos sociales de la entidad.
Algunos valores fundamentales para el funcionamiento de las instituciones y de
la paz social sufrieron raspones de consideración. La esencia del Estado laico
quedó en entredicho con la promoción política de concepciones religiosas y con
la inejecución de las sentencias de la SCJN. Y sólo puede sanar por nuevas
resoluciones de la Corte a solicitud de quienes sufrieron el inexplicable
descalabro legislativo.
Somos una sociedad compleja, pero no tan
complicada como para no encontrar salidas a los diferentes problemas que
tenemos. A pesar de los trastornos que nos hayan propinado la violencia y las
consecuencias que trae aparejadas, somos una cultura que ha construido su
edificio social sobre valores que le han permitido sobrevivir a sus propias
limitaciones y elevarse con rostro propio en los campos de la economía, de la política,
de respeto al medio ambiente y muchos otros. No será esta la ocasión en que
muera un proyecto legislativo que nos acerca a una mejor convivencia. Si en el
Congreso hay renuncias e inejecución de sentencias de la SCJN, que no falten
diputados y activistas para continuar la lucha con los recursos legales que estén
a mano. Vale.
Profr. Oscar Loza Ochoa
Comisión de Defensa de los Derechos Humanos en Sinaloa/Jesús G. Andrade #475 Desp. 8/Culiacán, Sin./CP 80000/ Tel. (667) 712.56.80/oscar.lozao@gmail.com