Lo sucedido el pasado 24 de agosto en La
Cohetera es ya histórico. Ese día el colectivo de familiares con desaparecidos
Voces Unidas por la Vida, salió a búsquedas hacia el sur de la ciudad de
Culiacán. Era una jornada más de rastreo, los datos con que contaban tenían
cierta precisión sobre posibles fosas clandestinas. No más. El calor era el de
la despedida de una severa canícula, con escasas lluvias y sin ganas de
abandonar el campo. A las 8:30 de la mañana inició la marcha hacia La Cohetera
y luego de una breve mapeo sobre el primer punto localizado entraron en acción
herramientas y manos de familiares.
Bajo un sol reverberante,
con cielo pintado de añil y algunos girones de nubes que no daban sombra ni
para un burro, las mujeres de Voces Unidas encontraron los restos óseos de una
persona. La jornada de búsqueda no terminaría allí. Con un sol que recordaba al
de la Comala de Pedro Páramo, siguieron hurgando en
ese terreno cubierto por una maleza poco amigable. Algunos datos bien digeridos
y el instinto las llevaron a un punto situado a 500 metros de distancia, donde
comenzaron a herir el vientre de la madre tierra. La sorpresa no fue pequeña:
allí encontraron una bolsa con 3 mil 56 restos óseos (falanges dijeron los
entendidos).
Ese hallazgo está documentado
en la Carpeta de investigación CLN/UEHD/006011/2019 y los
restos llevados por los peritos para los análisis que el caso exige. Todos
esperábamos que pasaran varias semanas y quizá hasta meses, tal como ha
sucedido con todo el material humano entregado a la Fiscalía, para conocer los
detalles y la identidad de las mencionadas falanges. Pero la Fiscalía, pasados
apenas ocho días hizo público el Boletín FGE114/2019, donde precisa una
conclusión sobre el hallazgo del día 24 de agosto en La Cohetera: los restos
encontrados no son humanos, son de animal.
Ese boletín nos sorprendió
por varias razones: ¿por qué esas prisas para hacer pública una conclusión?
¿Por qué no se entregaron los resultados a los familiares que hicieron el
hallazgo? ¿Por qué no fueron invitados esos familiares para estar presentes
cuando esa conclusión se hizo pública? Y, lo que sin duda es central, ¿qué tan
creíble resulta ese estudio realizado en apenas una semana? Lo digo porque
ningún laboratorio de genética forense ha garantizado resultados en menos de
tres semanas, comenzando con el que cuenta la Fiscalía de Sinaloa.
El mencionado boletín es
tan flaco de contenido que afirmando que esos restos son de animal, no se toma
la molestia de señalar a qué tipo o tipos de animal se refiere, porque especies
animales abundan en el medio urbano y en los montes que nos circundan. Sin
precisión y sin certezas no se ve respaldo científico a las afirmaciones
ligeras y hechas para ganar tiempo a no sé qué fantasmas que pululan en las
inmediaciones del despacho del Fiscal.
Tienen mucha razón los 106
organismos y personalidades firmantes de una Carta al presidente Andrés Manuel
López Obrador y otras instancias, exigiendo un Segundo Peritaje. Sin la certeza
que nos ofrece el rigor científico de pruebas que siguen todo el protocolo
establecido, no podemos resignarnos a dar por ciertos los escasos y endebles
datos que nos proporcionen. También nosotros planteamos la necesidad de un
Segundo Peritaje y para que sea verdaderamente creíble, que lo realice una instancia
independiente.
Hemos dado ya algunas razones para ello, pero
si no fueran suficientes, también señalamos que lo actuado en casos tan sonados
como el de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa,
nos dejan en la misma situación de desconfianza del que se quemó con leche.
Ahora sabemos que las diligencias hechas en el Río Cocula
fueron manipuladas y nos dejan muy mal sabor de boca. Y tan ciertas son dichas
manipulaciones que hoy Tomás Zerón de Lucio y el
Procurador Jesús Murillo Karam son investigados al
respecto.
El Segundo Peritaje
resulta ahora tan justo y necesario, como el hambre de creer en las actuaciones
de la autoridad. Es tan grande el problema de las desapariciones forzadas que
la autoridad no puede descuidar sus deberes ni olvidar los protocolos, porque
de por sí hay ausencia de credibilidad en sus actuaciones y si esta situación
se profundiza, darle punto final a la práctica de la desaparición forzada y
alcanzar la justicia para cada uno de los casos, estará más lejos cada día. No
podemos darnos ese lujo ahora. Por eso le decimos al Fiscal Juan José Ríos Estavillo: así no ciudadano fiscal, las cosas hay que
hacerlas de acuerdo a los protocolos establecidos. Cuando nos ganan las prisas,
se abren las infaltables sospechas. Vale.
Profr. Oscar Loza Ochoa
Comisión de Defensa de los Derechos Humanos en Sinaloa/Jesús G. Andrade #475 Desp. 8/Culiacán, Sin./CP 80000/ Tel. (667) 712.56.80/oscar.lozao@gmail.com