Derrotar
al coronavirus y la recesión económica, es la doble meta que nos impone la
emergencia que vivimos. El Covid-19, nos remite al menos a tres crisis de la
humanidad anteriores: a la Plaga de Justiniano en el Imperio Romano de Oriente
(siglo VI), la Peste Bubónica del siglo XIV y a la pandemia del virus HıNı o Gripe Española de 1918. En todas estas
crisis los saldos se dimensionan por las muertes que dejaron: 25 por ciento de
la población en Asia Menor y Europa en dos siglos de recurrencia en el primer
caso; la tercera parte de la población de Europa en el segundo y entre 20-40
millones de víctimas fatales en el tercero.
La
diferencia en el funcionamiento de la economía entre aquellos tiempos y el
presente es muy grande, incluida la de 1918. En ninguna de ellas las asideras
económicas pendían de alfileres como la presente. Incluso se dice que al cobrar
la Peste Bubónica la mayor parte de las víctimas entre los trabajadores,
impactó positivamente y de inmediato en los ingresos de la mano de obra que
escaseaba. En la presente crisis civilizatoria, como le llaman no pocos
especialistas, le anteceden dos fenómenos preocupantes: los saldos que dejó la
crisis de 2007-09 y que se han extendido hasta el día de hoy, y los elementos
que desde finales de 2019 nos adelantaban una recesión para este año.
Hay
que derrotar al coronavirus, pero bien dice Daniel Raventós —La batalla contra
el coronavirus se jugará en buena parte en la orientación política del gasto
público. De la capacidad de elaborar políticas de salud a través de las
instituciones públicas y hacer posible el acceso de la población, serán
determinantes los resultados. Hay que decirlo claro, es importante la cantidad
de recursos que destinen a la emergencia, pero la orientación de los mismos no
se puede descuidar.
Y
no sólo es la debilidad con que las economías enfrentan la crisis del
coronavirus, hay que considerar los efectos demoledores que las políticas
neoliberales han tenido sobre las finanzas públicas, en especial sobre el gasto
social. Lo que ha obligado a recortes severos en salud y que a punto estuvieron
en desaparecer la seguridad social en México. Nuestro sistema de salud no goza
de buena salud, pero de una política pública bien orientada depende que el
periodo de contagio se alargue, que el sistema sanitario no se colapse y que se
puedan atender oportuna y adecuadamente los pacientes que contraigan neumonía
(15 por ciento del total de contagiados) y los que requieran respiración
asistida (5 por ciento), según el modelo matemático.
La
Cámara de Diputados acordó este miércoles 18 de marzo un Fondo para la
Prevención y Atención de la Emergencia de 180 mil 733 millones de pesos,
esperemos que el Senado lo ratifique. Esa cantidad sólo puede aspirar a la
atención de los aspectos relativos a la emergencia puramente sanitaria. A lo
elemental de la misma, por cierto. Pero no podrá abordar el problema del cierre
de centros de trabajo y el desempleo masivo que vendrá.
Si
el Paro de mujeres del lunes 9 implicó un costo de 30 mil millones de pesos,
según la Revista Forbes, un paro obligado por estas circunstancias en el
transporte aéreo, de hoteles y otros servicios en los destinos turísticos, el
desempleo a escala que esto implica, la caída del consumo, la quiebra de
pequeños y medianas empresas, el disparo del desempleo, ¿qué dimensión
alcanzará en términos económicos? Y también políticos y sociales.
No
falta quien diga que con esta crisis civilizatoria el mundo ya no será como lo
conocemos. Si así es, esperemos que sea para humanizarlo un poco. Por lo pronto
debe llamarnos la atención las medidas que se están tomando en algunos países,
para bien y para mal. En España, los jueces han acordado que no ejecutarán
desahucios mientras dure la crisis, pero en Cataluña, Fomento del Trabajo está
pidiendo que se recorten impuestos y se facilite el despido de trabajadores.
Francia deja sin efecto el pago de la luz y de las rentas de viviendas. Italia
apuesta por pago de salarios a los trabajadores desempleados. ¿El Estado
mexicano qué hará en este renglón?
Estamos
en una situación de emergencia, ¿quién lo duda? —El virus no entiende de
colores, de partidos, de ideologías, ni de territorios. —Dijo Pedro Sánchez,
presidente del gobierno español. Y no ha faltado quien le diga: “el virus no
entiende de estas cosas, pero los humanos sí”. Por eso es muy importante ver la
actitud que el Estado mexicano debe tener ante la crisis presente. Varios
especialistas y movimientos sociales plantean la necesidad de que se cree una
Renta de cuarentena, es decir, la creación de Fondo que garantice un ingreso a
los desempleados durante la pandemia. Italia crea un fondo de hasta 25 mil
millones de euros para apoyar a desempleados y empresas. En México es tiempo de
ver medidas concretas para los desempleados que deje esta crisis. Fuimos
capaces de rescatar los bancos, luego del llamado “error de diciembre de 1994”
y todavía siguen sangrando nuestro presupuesto. Es hora de que el Congreso de
la Unión, frente a la crisis, declare inmoral e injusta esa deuda de la que no
tiene responsabilidad la Nación y que esos recursos se dediquen a la atención
de la emergencia. Sería un acto de justicia y de solidaridad con los que
siempre cargan sobre sus espaldas todas las crisis. Esa medida tomaría el
nombre de Solidemia, tan necesaria y adecuada frente
a la Pandemia que se cierne sobre el planeta. Vale.
Profr. Oscar Loza Ochoa
Comisión de Defensa de los Derechos Humanos en Sinaloa/Jesús G. Andrade #475 Desp. 8/Culiacán, Sin./CP 80000/ Tel. (667) 712.56.80/oscar.lozao@gmail.com