Ni morir de virus ni morir de hambre. Hay
alternativa. Así dicen crecientes voces en Brasil y en muchos rincones del
mundo. La evolución de la presente crisis civilizatoria demanda equilibrios
urgentes en las políticas públicas. Nos mandan a confinamiento bajo las consignas
de “quédate en casa” y “sana distancia”. No está mal la medida de contención
que busca ponerle trancas al virus que primero se manifestó tan violentamente
en la hermosa ciudad deWuhan, pero al
remitirnos a casa, ¿Qué comerán los 19 millones en pobreza extrema, los
desocupados y los que están siendo desempleados ahora por las empresas en
México?
Nos asusta lo que vivió China y lo que
pasa en Italia, España, Francia y en EU con el fenómeno del Covid-19. Y con mayor
razón si sus pasos se confunden con los nuestros a cada pisada. Pero el Estado
mexicano, como los otros, sigue cometiendo dos errores: seguir a pie juntillas el
modelo de predicción matemática presentado por el Imperial College
de Londres, sin escuchar para nada a reputados científicos como Pablo Goldschmidt, Wolfgang Wodarg, y Manuel
Elkin. La visión catastrofista pudo más ante los ojos de quienes gobiernan que
la serenidad científica de los mencionados.
Nos asusta la situación de que nuestra
salud esté amenazada, pero no terminan allí nuestras tribulaciones. "Esto
se va a parecer mucho a una economía de guerra", nos advierte Alicia
Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la Cepal, pues la pandemia —Dice: aumentará el
desempleo y la pobreza en América Latina. Las proyecciones preliminares de la
institución indican que el impacto sobre el PIB de América Latina puede ser del
-1.8 por ciento, sin descartar hasta el -3 por ciento.
El G20 ha reunido virtualmente a sus
miembros (que representan el 85 por ciento de la economía mundial) y decide
movilizar fiscalmente más de 5 billones de dólares para enfrentar
la crisis (más del 6 por ciento del PIB mundial). Mientras el FMI informa que
81 países han ocurrido por préstamos para paliar la situación, 31 de ellos son
de mediano ingreso. El tamaño de la movilización de recursos habla de la
dimensión del problema que enfrentaremos en materia económica.
Por todo ello, la economía política debe
ser escuchada, porque la contingencia de salud puede durar uno, dos o tres
meses, pero la recesión en camino no terminará en un trimestre, puede profundizarse con la contingencia y la recuperación
será de largo plazo: años. En las decisiones para gestionar la crisis, el
gabinete conductor debe estar formado por autoridades de salud y economía.
Pero estando en medio del ojo del
huracán de esta crisis civilizatoria, hay un problema que no podemos dejar de
mencionar: algunas de nuestras libertades y derechos humanos fundamentales
han quedado en suspenso. No hubo declaratoria expresa, pero lo hemos aceptado
sin mayor cuestionamiento. Como la libertad de desplazamiento, el derecho al
trabajo, a tener un ingreso seguro y a la seguridad ciudadana nos han costado muchas generaciones de lucha y vidas, sacamos
cuentas positivas y consideramos que será pasajero; pero la terca mula de la
vida nos obliga a preguntar, ¿eso durará mientras se gestiona la crisis? Ojalá,
porque por bien de la humanidad los derechos humanos no deben perder vigencia en ningún momento. Sería el peor retroceso en los
últimos tres siglos.
DarrenSchulte, importante analista en materia de salud, ante el
derrotero de no tener aún vacuna para el COVID-19, plantea la certeza de que debe
haber un equilibrio entre la “salud pública y la seguridad y las
consecuencias de interrumpir la vida diaria”. Sin perder de vista lo
planteado por Schulte y la preocupación de Alicia
Bárcena, agregaríamos que el marco en que se dará esa situación es el de una
deuda planetaria equivalente a 2.5 veces el PIB mundial. Que en el caso de
México alcanza casi el doble del presupuesto nacional (unos 10 billones de
pesos). De las dificultades que enfrentaremos en el último trimestre de 2020,
aún no tenemos idea, pero comulgamos con el sentimiento de Alicia Bárcena de
que los aprietos de nuestra economía pueden llegar a la contracción de un -3
por ciento de la economía este año.
Por todo ello, seguimos insistiendo en
la necesidad de buscar cuidadosamente los equilibrios en
cada momento de esta crisis. Al escribir esto se declara la situación de
emergencia nacional por el gobierno federal y al ver los despidos crecientes,
el cierre de micro y pequeños negocios, no dejamos de pensar en lo que deja una
parálisis económica. No entramos a discutir si es un shock de oferta o de
demanda. Retomamos lo que el aún joven Marx plantea a Kugelmann
en julio de1868: “Hasta los niños saben que una nación que deje de funcionar,
no ya un año, sino incluso unas semanas, perecería". Junto a la
necesidad de valorar la dimensión de la crisis sanitaria, no dejemos de valorar
los posibles alcances de una crisis económica que el BM, el FMI, la CEPAL y
especialistas aceptan como peor que la de 2008-09. No perdamos el control sobre
las variables de la crisis sanitaria, pero que tampoco estanuble nuestra vista frente a la severa
recesión que ya tocó a nuestras puertas desde 2019. Ni morir de virus ni morir
de hambre. Hay alternativa. Vale.
Profr. Oscar Loza Ochoa
Comisión de Defensa de los Derechos Humanos en Sinaloa/Jesús G. Andrade #475 Desp. 8/Culiacán, Sin./CP 80000/ Tel. (667) 712.56.80/oscar.lozao@gmail.com