sino decidir para la
salud y la economía de sus ciudadanos.
Adrián López
Ortiz/ Noroeste
Tomamos medidas ahora o habrá un aumento
significativo de conflictos, hambre y pobreza. Esa es la preocupación que la
ONU planteó el pasado 8 de mayo para pedir que la ayuda original solicitada de
2 mil millones de dólares se incremente a 6 mil 700 mdd.
La idea es “combatir la propagación y los efectos desestabilizadores” del
coronavirus en 46 países pobres de África y América, principalmente. En dichas
zonas ya se sienten los efectos de la recesión en las exportaciones, en las
remesas y en el turismo.
La Organización de la ONU para la
Alimentación y la agricultura (FAO), adelanta que la pandemia de Covid-19
traerá un incremento del hambre y la pobreza en América Latina y el Caribe. Y
toca un punto clave buscando evitar que la crisis sanitaria se convierta en una
crisis alimentaria: “que los gobiernos declaren la alimentación y la
agricultura como actividades estratégicas de interés público nacional.” Esta
decisión cuidaría que en toda administración de estos bienes los monopolios
tengan sus manos (y sus bolsillos) fuera.
El IMSS nos dice que en esta grave
coyuntura 500 mil trabajadores perdieron el empleo (fueron dados de baja en
abril), la cifra puede ser de un millón dicen analistas. Es posible, pues en el
país no todos los trabajadores tienen seguridad social y al ser despedidos al
IMSS le pasan de noche. La situación es más delicada que lo que oficialmente se
supone. Y a las medidas anunciadas por el Presidente Andrés Manuel deben
sumarse otras, esas que deben ir hasta el último hogar de los más vulnerables y
garantizar el alimento del que hoy no disponen. Hay
quienes proponen la Renta Universal (un ingreso básico para todos). Muñoz Ledo
se ha sumado a la iniciativa. No veo convencimiento oficial para ello ni
movimiento social que lo empuje en serio, pero me preocupan las medidas sin
brújula que gobernadores y alcaldes toman al distribuir despensas.
Nosotros recomendamos la creación de un
padrón de necesitados y un fondo para su atención, se atendió a medias. A pesar
de que hay músicos pidiendo apoyo a gritos, manifestaciones de choferes de
camiones urbanos hasta el palacio de gobierno, vendedores ambulantes,
domésticas y comerciantes en pequeño saliendo a la calle a manifestarse por
ayudas, no se ha hecho un padrón. Varios ayuntamientos acordaron comprar
despensas y se han comenzado a distribuir sin orden ni concierto y así no
siempre se llega con ellas a los hogares en más apuros. Un ejemplo: en Culiacán son lxs dirigentes de colonias en muchos de los casos quienes
deciden a dónde paran las despensas.En
las decisiones hay mucha subjetividad.
¿Cómo resolverán el problema los
gobernadores? Quién sabe. En Sinaloa hay la certeza que serán 40 mil familias
las beneficiadas, nada más. Como no hay coordinación entre ayuntamientos y
gobierno, ni padrón único de necesitados, habrá duplicaciones en la entrega de
despensas y vacíos inevitables en otros hogares. De por sí el universo de
pobres es mayor a la oferta de despensas. Y sin la planeación debida, habrá
sufrimiento en varios lugares por la política de palos de ciego. Es una lección
que nos imparte con mucho dolor esta pandemia.
Mientras tanto el coronavirus ha
desnudado miserias heredadas, como la de trabajadores de la salud en situación
de precariedad. Médicos y enfermeras del Hospital General de Eldorado, Sinaloa,
denuncian bajos salarios y no tener seguro social. Llama la atención que la
crisis no amilana ni a los trabajadores de la salud ni a la voluntad del
Estado, pues el Presidente plantea redoblar esfuerzos en las entidades donde el
Covid-19 ha golpeado más:Baja
California, Cd de México, Estado de México, Morelos, Guerrero, Tlaxcala, Tabasco,
Quintana Roo, Veracruz, Oaxaca, Puebla y Sinaloa.
Pero junto a ello hay frentes que no
pueden descuidarse, pues la corrupción no es un enemigo que se haya vencido,
como se cree en Palacio Nacional. Puede uno no aplaudir muchos de los juicios
del diputado Muñoz Ledo, pero nadie puede negar su agudeza y olfato para encontrar
fallas en la administración pública, sin excluir ésta en la que él participa.
El día 7 dijo: “El imperio de la corrupción se instaló en la pandemia; hay
evidencias del trafique con los insumos esenciales para atacar el Civid-19”.
Pidió la intervención de la Unidad de Inteligencia Financiera para evitar la
intermediación en la compra a proveedores. Esperemos que su petición sea
atendida.
Por lo demás, la llamada nueva
normalidad se asoma tímidamente en las medidas anunciadas este miércoles 13: se
reabren actividades en los “municipios de la esperanza” (sin contagios), que
son 269 de los 2458 más 16 alcaldías en el país. A partir del día 18 habrá
preparación para la reapertura de minería, construcción y ensamblado de
transportes. Y llegando el 1 de junio la reapertura gradual, bajo un sistema
tipo semáforo, de las múltiples actividades humanas.
No dejamos de insistir, como en otras
ocasiones, en que la deuda le impone un dramatismo mayor a la pandemia del
coronavirus. Hablamos de deuda pública, corporativa y doméstica. Al Congreso de
la Unión le urge reunirse e incluir en la imprescindible agenda el tema, porque
bien podemos vencer al Covid-19 con los esfuerzos actuales, con dolorosos
costos en vidas, desempleo y quiebras de negocios; pero el virus de los
banqueros y acreedores se cuece aparte, pues han sobrevivido a las revoluciones
de siete siglos, de las que salieron con mejor salud. La faena no será fácil,
pero es su tarea. Vale.
Profr. Oscar Loza Ochoa
Comisión de Defensa de los Derechos Humanos en Sinaloa/Jesús G. Andrade #475 Desp. 8/Culiacán, Sin./CP 80000/ Tel. (667) 712.56.80/oscar.lozao@gmail.com