del agua, de los rayos del sol y de los huracanes.
Elena Poniatowska
—Un resorte
se le había roto a la ciudad, y el tiempo o nosotros no éramos ya los mismos. —Dice
Fernando Benítez en El Rey viejo. Él lo afirma para la Ciudad de México en los
días postreros de Venustiano Carranza y yo lo aplicaría para el mundo en estos
aciagos días. Las cosas nunca han sido fáciles, pero para quienes malcomen y
hacen confinamiento en familias de cinco miembros o más en hogares de una
pieza, dos o máximo tres, todo se complica. Peor nos resulta el panorama para
quienes hemos pagado una alta cuota en esta horrible pandemia.
Mi hermano
José Atanacio “Llin”, buscó
cumplir con todas las recomendaciones de las autoridades de salud. Desde los
primeros días del coronavirus se mantuvo aislado en su casa de Monteverde, ese
punto geográfico de Culiacán tan entrañable para los Loza Ochoa. Era consciente
del asma que desde tiempos tempranos le hacía más pesada la existencia y del
cuadro cardiovascular que se le afincó en los últimos años. Ni a la capital del
estado quería venir por el temor al contagio, pero una apendicitis llegó en el
peor momento y lo obligó a buscar la atención médica.
Lo acompañé a
Los Mochis donde fue operado. Sería nuestro último viaje
juntos, en una conversación continua de más de dos horas, con breves y
largos silencios que eran parte de aquel diálogo. Me dijo que tenía varios años
sin transitar por la vieja carretera de Culiacán a Guamúchil, comentó el buen
estado en que estaba. Tanto le atrajeron las alegres vendimias de Pericos, la
tranquilidad de Terreros y la modernidad de Guamúchil, que ni una referencia
hizo al dolor que alguna curva le recordó que allí estaba en su abdomen y que
no tenía intención de abandonarlo.
Con la
valentía y seriedad que marcaron su perfil, entró al quirófano el 5 de mayo por
la tarde. Nos dijimos un hasta pronto en el umbral de Urgencias del Hospital
General. Su fortaleza aguantó dos entradas al quirófano, pues se complicó la
primera. ¿Fue en esta segunda donde el Covid-19 atacó y encontró sus puntos
débiles? No lo sabemos. Sólo tenemos la certeza de que no hubo poder humano que
lo librara de ese bicho que ha cobrado la vida de más de 5 mil mexicanos. Se
fue en la madrugada del 27 de mayo.
Creo
necesario mencionar otras certezas que el coronavirus trae a cuento: que hay
más de 800 médicos y enfermeras contagiados en el país (merecen todo nuestro
respeto), que el número de personas fallecidas rebasa los 362 mil 600 en el
mundo, que el comportamiento ciudadano debe mejorar, que hay grupos de
opositores al régimen que sin respeto alguno por las víctimas de la pandemia se
han dedicado a descalificar todo esfuerzo de la autoridad, que entre esos
opositores hay gente con mucho dinero (su razón de ser y de hacer), que lo han
sacado del país porque no sienten querencia alguna por México y su pueblo, sino
por la “seguridad” de sus intereses.
La Unicef ha
manifestado su preocupación por el destino de los niños migrantes en las condiciones que impone el coronavirus. El pasado día 21 de
mayo señaló que los Estados Unidos ha devuelto al
menos mil niños migrantes no acompañados a México, Guatemala, El Salvador y
Honduras. Bien es sabido que la violencia y la discriminación que obligaron a
esos niños a migrar de Centroamérica persiste y se encontrarán ahora en mayor
desventaja que antes de migrar.
La Unicef
también informó que México está actuando de manera similar, pues al menos 447
niños no acompañados fueron regresados a Centroamérica. Preocupante que así
sea, porque damos al traste con la tradición de solidaridad que ha
caracterizado al país y por los horrores que esperan a esos infantes en sus
lugares de origen. Hay doble riesgo, dice Unicef: el que impone la violencia y
el que corresponde al Covid-19.
Hay una
propuesta interesante de Alfonso Ramírez Cuéllar, dirigente de Morena: que el Inegi así como hace encuestas sobre la pobreza, haga
estudios de la concentración de la riqueza. Más tardó en decirlo que llegarle
un alud de protestas de quienes tanto provecho han sacado de la opacidad en
torno a la formación y concentración de capitales en el país. No resulta grato
enterarse que cinco ricos del país poseen 25 porciento
del ingreso de 35 millones de familias: más de un billón de pesos. Cuando se
piensa en la magnitud de la crisis múltiple que hoy padecemos, a no pocos se
les ocurre pensar en el endeudamiento del país para pelear contra esa crisis.
No estará mal voltear a ver esos recursos de los que habla Ramírez Cuéllar, que
fueron generados por los trabajadores mexicanos y que tan injusta e
inmoralmente los están sacando del país. Vale.
Profr. Oscar Loza Ochoa
Comisión de Defensa de los Derechos Humanos en Sinaloa/Jesús G. Andrade #475 Desp. 8/Culiacán, Sin./CP 80000/ Tel. (667) 712.56.80/oscar.lozao@gmail.com