Un virus quitó
de nuestras manos algo muy preciado:
la idea del futuro
bajo control.
Sergio Ramírez
—En cuanto salgamos del aislamiento al
que obliga el Sars Cov-2, estará plantado en el
umbral de nuestras puertas el monstruo de la recesión. —Bien lo ha dicho el
veterano periodista Alejandro Sicairos. No hemos
esperado mucho para ver algunas reacciones del comercio establecido, de
vendedores ambulantes, de músicos y de locatarios del Mercado Garmendia. Estos
últimos se manifestaron apenas el martes 2 del presente frente a Palacio
Municipal y pretendieron abrir a la circulación vehicular las calles Juárez y Buelna a la altura de la avenida Obregón, para facilitar la
llegada de automovilistas y potenciales compradores.
Nuestro semáforo ligado a la evolución
del coronavirus está en rojo (el número de contagios del lunes 1 fue de 81 y
del martes 2 de 122 en Sinaloa) y aconseja mucha cautela en la apertura gradual
anunciada semanas antes de concluir mayo y las medidas de sana distancia para
estos días. Dos acciones desafortunadas del gobierno estatal y algunos rumores
alimentan las inquietudes de quienes no han tenido ingresos desde hace poco más
de dos meses: se permitió la apertura de expendios de cerveza y los otros departamentos
de las cadenas de supermercados, mientras se habla de franquear las puertas de
los hoteles. No les falta razón a quienes se han manifestado, al preguntar ¿y
por qué nosotros no?
Otros errores más se han cometido en el
estado y los municipios. No hubo ningún esfuerzo por elaborar un padrón de
personas en situación de desempleadas y sin ingresos. Sí se han distribuido
despensas, pero nada asegura que llegaron al destino correcto, pues la
autoridad estatal dice que tomó información del Coneval,
donde no están contempladas las personas que la crisis del Civid-19 mandó al
desempleo. ¿Y los municipios, cómo distribuyeron esos apoyos? En el mejor de
los casos fue a como Dios les dio a entender.
El miércoles 3, locatarios del Mercado
Garmendia y comerciantes del centro volvieron a la calle y marcharon hasta el
Palacio de Gobierno. Bajo la consigna de ¡Queremos trabajar! Declaran: “el
martes llevamos un pliego petitorio al Ayuntamiento, pero no se dignaron en
atendernos”. También plantearon: “nos urge abrir los locales, porque estamos
sin trabajar desde el mes de marzo, colaboramos con lo que nos pidieron, pero
esto ya se prolongó demasiado”. En Palacio de Gobierno los escucharon y se constituyó
una comisión conjunta para tratar el asunto con el Ayuntamiento de Culiacán.
Nada nuevo bajo el sol.
Mientras siguen preocupando varias
cosas. Se dan pasos hacia la llamada nueva normalidad cuando seguimos
acumulando cifras preocupantes de contagiados y muertes por coronavirus. Luego
de rebasar los 100 mil tocados por el Covid-19 y los
10 mil que fallecieron y con una economía en alto grado de anemia desde hace
décadas, donde todos los sectores productivos desesperan por el regreso al
trabajo, hay medidas para reiniciar la vida económica. Como no aprendimos las
lecciones de la crisis, el regreso entraña muchos y serios riesgos.
Hay cosas que ni el Gobierno ni el
Congreso de la Unión y menos la sociedad deben pasar por alto. Me refiero a la
fuga de capitales, pues por los datos que se disponen hasta abril (Banxico no
ha publicado lo del mes de mayo) han salido del país 206 mil 743millones de
pesos, que estaban invertidos en bonos del Gobierno mexicano. Ese monto
equivale a 8 mil 643 millones de dólares al tipo de cambio de 23.92 pesos por
dólar. No puede quedar sólo en el registro del hecho. ¿Qué hacer? Al menos eso
deben preguntarse diputados y senadores. Ante la caída de nuestro PIB estimada
en 5.8 por ciento este año y del 3.8 por ciento de EU, los capitales se
refugian en los bonos del tesoro norteamericano.
Entre las preocupaciones que ya calan es
esa campaña de grupos conservadores contra todo esfuerzo que se haga desde el
gobierno en materia de salud o económica. Defiendo la libertad de expresión,
incluso si cae en la exageración, pero no se puede aplaudir la falta de respeto
para las víctimas de la pandemia, pues una obligación de todos, sin importar
posición o intereses, es contribuir a la solución definitiva de la crisis del
Covid-19. Salvar vidas apoyando las medidas preventivas es la mejor aportación.
Promover el fracaso del gobierno en este esfuerzo queriendo imponer intereses
de minorías, es contribuir a una tragedia nacional. Las noticias falsas no
llevan otra intención.
Dos fenómenos más no deben olvidarse: en
el plan de recuperación de la economía el papel que juegan los bancos tiene que
tratarse muy en serio por el Congreso de la Unión, pues los recursos que hasta
hoy se han mencionado para enfrentar tanto la crisis sanitaria como la
económica son con los que cuenta el Estado. Y todos sabemos sus limitaciones en
porcentaje respecto al PIB. En la alternativa de solución se requieren fondos
para todas la pequeñas y medianas empresas y para los
desempleados. Los bancos no pueden quedar al margen de ello. El otro problema
es el de la seguridad. Algo pasa en esta materia que no ha permitido un avance
que indique que la nueva administración federal contribuye a su solución. Al
menos se observa una ausencia de confianza hacia los civiles en este campo, a
pesar de que la apuesta por la militarización de la seguridad pública nos ha
demostrado repetidamente un rotundo fracaso. La seguridad, es una deuda que
debe saldarse ya, para emprender con toda la fuerza la solución hacia las
crisis sanitaria y económica. Vale.
Profr. Oscar Loza Ochoa
Comisión de Defensa de los Derechos Humanos en Sinaloa/Jesús G. Andrade #475 Desp. 8/Culiacán, Sin./CP 80000/ Tel. (667) 712.56.80/oscar.lozao@gmail.com