“eficiencia en función de los costos” son las
crisis ecológicas y epidemiológicas.
John Bellamy e IntanSuwandi
—Yo también vivo en México y a trompadas
con la pobreza. —Dice un niño anónimo que da lecciones de vida al taxista de
Ojerosa y pintada de Agustín Yañez. Esa frase me
remite a pensar en lo que está pasando con los vendedores ambulantes, con los
locatarios y pequeños comerciantes del Centro Histórico, con los restauranteros
chicos y medianos, con los tamaleros, panaderos y con todos los que a eran o
pasaron a ser desempleados en el pantano del coronavirus.
Las manifestaciones de locatarios del
Mercado Garmendia y comerciantes del Centro Histórico de Culiacán han subido de
frecuencia y de tono. Los motivos han sido el reclamo de reapertura de los
negocios y luego de las calles que enmarcan el corazón de la ciudad. Sus
marchas de protesta (con sana distancia en entredicho) llegaron al Ayuntamiento
y después hasta el Palacio de Gobierno, buscando la autorización de reinicio de
actividades. Lo lograron.
Ahora el problema son las calles
cerradas a vehículos. Esta semana hicieron una interminable guardia frente al Museo
Interactivo esperando que saliera el Presidente Estrada Ferreiro, que estaba en
sesión de Cabildo. El primer Edil creyó que podía marcharse
sin recibirlos, pero los manifestantes rodearon el auto que abordó. Y no permitieron que se fuera hasta que el
hubo compromiso de recibirlos. El acuerdo fue reducir el área que delimitaban
las calles cerradas.
No es el único sector que se ha
manifestado o reclama atención. En esa lista están los vendedores ambulantes
del Centro Histórico, los del costado sur del Catedral y los desalojados del
Parque Constitución, los primeros solicitan un descuento del 90 por ciento en
el pago de derecho de piso y los que ejercían el comercio en el Parque
Constitución su reubicación después de 116 días de desalojados y la devolución
de materiales que no aparecieron después de ser asegurados por la autoridad
municipal. La pandemia ha puesto al desnudo los problemas que se padecen y ha
modificado comportamientos de los grupos sociales afectados, ¿por qué la
actitud de las autoridades frente a los problemas sigue siendo la misma?
Especialistas en la materia nos dicen
que la caída del PIB nuestro será el 12 por ciento este año y que el de los EU
puede llegar al 15 por ciento. Esos pronósticos son el marco de las quiebras y
apuros económicos por los que pasan empresas del tamaño de Victoria Secret, Zara, Rolex, Nike, AirBnb, Starbucks, Nissan y Hertz, por mencionar algunos. Y
en México Interjet con quiebra técnica y lo acompañan
Homex, Urbi y BanFamsa y un
alto número de empresas medianas y pequeñas en cuyas instalaciones hoy lucen
sendos anuncios de Se Renta o simplemente cerradas sus cortinas. No es
agradable vernos en ese espejo.
Es obvio que al cierre de negocios le
sigue el desempleo de muchos trabajadores, que en su nueva y temida situación
arrastrarían también una caída en la demanda de vivienda y de muchos servicios,
lo que viene a golpear sin misericordia a las empresas que han sobrevivido
hasta ahora, salvo las farmacéuticas, hospitales privados y las que han
encontrado un nicho en la fabricación y distribución de equipo para hospitales
y todo lo relacionado en materia sanitaria.
En su momento me pareció muy buen
esfuerzo el Programa de atención a la emergencia que plantea la pandemia. Muy
válido en el arranque de la crisis. Señalé que era insuficiente, pero manifesté
los límites económicos que tiene el Gobierno federal. Pero la crisis ha
evolucionado y se prolonga mucho más allá de lo que la autoridad y todos nos
imaginamos. Y toda prolongación de la crisis del coronavirus implica paro
económico, así sea parcial. Quizá sea ahora el momento adecuado para que el
Estado mexicano revise su estrategia, pues hay una máquina destructora de doble
hélice que está ahogando al Programa de atención a la emergencia y a muchas
empresas a las que les pisaba sus talones desde 2019: la deuda.
El Estado tiene dos recursos de los que
no ha echado mano en el transcurso de la pandemia: legislar para que se graben
con impuestos progresivos a las grandes fortunas, propuesta que un grupo de multimillonarios
ha planteado recientemente ante sus gobiernos, como gesto solidario
ante la pandemia. Destacan las firmas de Abigail Disney (Disneylandia),
Morris Pearl (ex gerente de BlackRock) y el
empresario danés DiaffarShalchi.
El otro recurso es la suspensión de la deuda externa. No tenemos que inventar
nada, pues el mismo Fondo Monetario Internacional (FMI) lo ha planteado en
semanas anteriores para los países más pobres ante los apremios que impone el
Covid-19. Inclúyase en ello a la deuda del Fobaproa y
carretera. Por lo demás nos sobran razones para hacerlo: son deudas ilegítimas
e inmorales y habrá que ver si legales. Además, es un argumento muy válido el
estado de necesidad que vive el país. Vale.
Profr. Oscar Loza Ochoa
Comisión de Defensa de los Derechos Humanos en Sinaloa/Jesús G. Andrade #475 Desp. 8/Culiacán, Sin./CP 80000/ Tel. (667) 712.56.80/oscar.lozao@gmail.com