El surrealismo pareciera ganar terreno
en Sinaloa como en los tiempos de André Breton. Si esa expresión lo fuera en el
arte y la literatura sería una curiosa novedad casi centenaria, pero al fin
extraordinario suceso; pero la manifestación a la que nos referimos es porque
no son pocos los casos en los que se ha ignorado el protocolo que debe seguirse
con las personas que mueren de Covid-19. ¿Qué está pasando en Sinaloa? Al
parecer las empresas funerarias no están observando la política dictada por las
autoridades sanitarias ni estas se han molestado en vigilar que se cumpla con
el mencionado protocolo.
Ni el dolor familiar justifica romper con
las reglas a las que nos obliga la pandemia, pero llama la atención que en
plena meseta (sin cantar victoria contra el coronavirus) ni la autoridad
municipal, ni la Fiscalía General del Estado, ni la Secretaría de Salud busquen
poner el debido orden en esto. Todos sabemos las consecuencias que sobrevienen
luego de velorios y sepelios concurridos de personas fallecidas por Covid-19.
El dolor familiar explica aunque no justifique la inobservancia del protocolo,
pero la autoridad tiene una responsabilidad para la que no hay rincón donde
esconderse. Si se quiere controlar la pandemia, que la
autoridad cumpla cabalmente su tarea. No hay excusa.
Otro problema relacionado con la crisis
sanitaria son los exorbitados cobros de los hospitales privados y del Hospital
Civil y la retención temporal de cadáveres ante la imposibilidad de pagar la
deuda acumulada de inmediato. Esos cobros empezaron a ser de 80 mil, 140 mil y
luego llegaron a 800 mil y conocemos de uno de cerca de dos millones. ¿Cómo
pagar ese nivel de deuda en un momento? La Comisión de Defensa de los Derechos
Humanos en Sinaloa, ha hecho acto de presencia para manifestar a los directivos
de los hospitales que retienen cadáveres porque no se puede liquidar toda la
deuda en ese momento, que es un delito esa retención. Y se ha salvado el
problema al firmar pagarés. Pero es una conducta reiterada y la Fiscalía
General del Estado tiene materia de trabajo.
Inexplicablemente arrecian las presiones
desde el Ayuntamiento de Culiacán hacia los vendedores ambulantes del Centro
Histórico. Al entrar en la nueva normalidad les dijeron que sólo pueden
trabajar la mitad de ellos un día y la otra parte al día siguiente, es decir la
mitad de los días laborables “para guardar la sana distancia”. Los comerciantes
en la vía pública solicitaron un descuento del 90 por ciento en el pago del
Derecho de piso, porque las ventas se cayeron desde fines de 2019, empeoraron
con la pandemia (y hubo inactividad de 100 días) y porque sólo se les permite
trabajar la mitad de los días. La respuesta fue exigirles el cobro completo y
disminuir arbitrariamente el número de giros que se habían autorizados desde
hace años y sacando del primer cuadro a varios vendedores ambulantes con la participación
directa de comerciantes establecidos.
Las organizaciones de ambulantes se han
coordinado, ofrecieron una videoconferencia de prensa, exigen una mesa de
diálogo y convocaron a una manifestación para el viernes 28. Ante esas medidas
el gobierno municipal se apresuró a buscar un arreglo. Esperemos que la
autoridad haga honor a su palabra, porque los desatinos en esta materia no
ayudan en nada a la situación de crisis que aconseja marchar juntos para
gestionar los problemas con éxito. Aún queda un plantón de algunos comerciantes
establecidos del Centro Histórico (que inició como huelga de hambre), al que no
se ha atendido ni se aceptó la mediación de la CDDHS para buscar la
conciliación.
Volvemos a llamar la atención sobre la
crisis económica que acompaña a la pandemia del coronavirus, pues el Inegi ya publicó los datos que arroja el segundo trimestre
de la economía mexicana: con más de un millón de empleos perdidos de los
registrados en el IMSS, sin contar los no afiliados, con una caída del 18.7 por
ciento del PIB en relación al mismo trimestre de 2019 y sin disminuir las
complicaciones que se presentan en las diferentes esferas de la economía, la
coyuntura actual con toda la complejidad con que se presenta, no impide con
claridad las medidas que la misma plantea para su mejor gestión.
El Estado mexicano debe revisar el
programa para la atención de la emergencia, con el fin de que se vaya más allá
de las medidas anunciadas en el mismo y que haya recursos suficientes que
garanticen alimentos y salud a los más vulnerables, sin descuidar los apoyos
que hoy reclaman los micro, pequeños y medianos negocios, muchos de ellos ya
quebrados o a punto de serlo. Dentro de unas semanas
la propuesta de nuevo Presupuesto federal irá al Congreso de la Unión. Es la
mejor oportunidad para sentar las bases para una verdadera transformación del
país: la deuda pública invita a plantear una auditoría de fondo, pues pagar
quiebras ajenas como las de los banqueros y constructores de carreteras, nos
obliga a preguntar qué tan legales, legítimas y morales resultan. Y el colmo,
hoy debemos más que al principio de las mismas. México debe seguir los pasos de
Argentina, que acaba de negociar y disminuir su deuda en un 30 por ciento. Nos
urge dedicar esos recursos a la reconstrucción de la economía. Vale.
Profr. Oscar Loza Ochoa
Comisión de Defensa de los Derechos Humanos en Sinaloa/Jesús G. Andrade #475 Desp. 8/Culiacán, Sin./CP 80000/ Tel. (667) 712.56.80/oscar.lozao@gmail.com