LA DEUDA NO
PUEDE SER DOGAL O CADALSO DE LA NACIÓN
Ninguna otra
recesión en la historia moderna
ha golpeado tanto
a los más vulnerables de la sociedad.
Heather Long y otros/ Citados por
Martin Hart
Europa enciende alarmas y acude al toque
de queda por rebrote de Covid-19. Vuelve la incertidumbre a Inglaterra,
Alemania, Francia, Italia y España, entre otros países. Las bolsas de valores
son el fiel termómetro del clima sanitario, social y político que se vive en
esas coordenadas geográficas. Esta semana arrancó con una caída del 2.6% en la
bolsa de Londres, mientras la de Fráncfort perdía el 4.2%, la de París un 3.4%,
la de Madrid el 2.6% y la de Milán el 4%.
La segunda oleada del coronavirus es
recibida de manera muy distinta a la primera. La disposición de la población en
un primer momento fue de atender con sensibilidad las medidas planteadas, hubo
sus excepciones, pero la respuesta positiva fue alta. Los estados contaban con
más recursos y las promesas que se hicieron ante la profundización de la
pandemia sonaban a seguridad financiera ante los embates del Covid-19. Europa
habló de aplicar 750 mil millones de euros para apuntalar sus economías. Ahora,
cuando el coronavirus vuelve sus siniestros pasos sobre una devastada Europa,
se habla más de medidas de confinamiento y restricción de actividades sociales
que de disposición de recursos para enfrentar las calamidades que profundizará
la pandemia.
Gobiernos y Bancos Centrales fueron
optimistas en aquellos días y garantizaron apoyo masivo para ponerle frenos a
la recesión, ahora es la incertidumbre lo que domina el horizonte, y la mejor
lectura sobre ello la hacen las bolsas de valores, pues se hunden ante ese terreno
tan pantanoso. Alemania cerrará restaurantes, centros culturales y de
entretenimiento durante noviembre y dice disponer de 10 mil millones de euros
(11 mil 500 millones de dólares) para apoyos; Francia valora la posibilidad de
otro confinamiento durante noviembre; Italia por su cuenta, vive la peor recesión
desde la II Guerra Mundial y sus calles y plazas públicas son el escenario de
amplias movilizaciones sociales, donde no han faltado choques violentos con la
autoridad y saqueos de comercios.
En México llama la atención lo que está
sucediendo en Chihuahua y en algunos otros estados. El número de contagiados se
incrementa, aunque no se disparen aparentemente los decesos. La situación de
los Estados Unidos (con hospitales saturados en algunos estados) no deja de
influir en la nuestra. Y el regreso de nuestros connacionales en la próxima
temporada navideña nos invita a desplegar medidas que, respetando
irrestrictamente sus derechos humanos, también pongan diques a posibles
contagios (riesgos de importar o contraer aquí).
El presidente López Obrador ha reiterado
esta semana que no se endurecerán las políticas públicas que convocan a los
ciudadanos a cuidarse y a cuidar a los demás. No coincide con las medidas que
han tomado los gobiernos europeos. Dice que los connacionales no son menores de
edad y que confía en el buen criterio de todos. Esperemos que esta medida dé
buenos resultados.
La deuda pública no puede ser ni soga
para ahorcar ni cadalso ni picota para México. Esa deuda es un recurso del que
se echó mano por diferentes gobiernos para resolver emergencias del país, los
apuros (no siempre legítimos) de algunas administraciones y rescates de
banqueros y constructores de carreteras, tan cuestionables desde el punto de
vista legal, de su legitimidad y de su perfil moral.
Nuestro horizonte está pautado por todas
las consecuencias que la pandemia implica, incluida la posibilidad de una
segunda ola y por la crisis económica que bien puede prologarse al menos otros
tres años más. En estos días el Congreso de la Unión debe analizar la
iniciativa de Presupuesto Federal para 2021. El renglón del servicio de la
deuda pública ocupa un amplio espacio en dicho presupuesto, tan dilatado que su
pago implicará de nuevo el doble de lo que se invierte en todos los programas
sociales. El debate sobre el presupuesto no puede soslayar el problema de la
deuda, pues qué haremos sin recursos suficientes si a finales del otoño o en
invierno tenemos un repunte del Covid-19 y si la recuperación se ralentiza más
de lo previsto. Los diputados y senadores no pueden guardar silencio o evadir
el tema, sería una grave falta a sus deberes como representantes populares.
Descanse en paz doña Carmen Treviño de
Gurría, señora culta y justa, que ayudara a Cuba en la suspensión temporal de
pagos de su deuda con México. Cuando José Ángel, su hijo, entonces Secretario
de Hacienda, haría un viaje a La Habana para cobrar facturas petroleras
atrasadas, doña Carmen le dijo que ese era el peor momento para Cuba (luego de
la caída de la URSS), que aplazara el cobro y que le saludara a Fidel. José
Ángel atendió el ruego de su madre. El comandante no quiso quedarse con las
dudas acerca de la dama que le hizo tan alto servicio a la patria de José
Martí. Poco después doña Carmen dejó su casa de Culiacán para visitar Cuba en
calidad de invitada especial. Su anfitrión sería Fidel.
Profr. Oscar Loza Ochoa
Comisión de Defensa de los Derechos Humanos en Sinaloa/Jesús G. Andrade #475 Desp. 8/Culiacán, Sin./CP 80000/ Tel. (667) 712.56.80/oscar.lozao@gmail.com