La verdad es el
fondo del tiempo sin historia. Octavio
Paz
¿Hay avances en el nuevo régimen
político? Sin duda, pero la crisis humanitaria está lejos de abandonarnos. Creo
que las becas a los estudiantes son un gran acierto, aunque suspendidas
inexplicablemente desde fines del año pasado, parcial o totalmente. Lo mismo
opino respecto al apoyo duplicado a las personas de 68 años y más, y para
quienes tienen problemas de discapacidad. Tampoco tengo dudas respecto a los apoyos
para quienes adquieren su primer empleo.
El gobierno de AMLO ha logrado el
compromiso de una macroinversión de 859 mil millones
de pesos para lo que resta del sexenio, esperemos que ya no haya mayores
desencuentros entre empresarios y gobierno y que ello ayude a remontar el
estancamiento económico y sus consecuencias. Veo con simpatía la apertura de
100 universidades en las zonas más deprimidas de la geografía nacional y el
proyecto del Banco del Bienestar que tendría 2 mil 700 sucursales en noviembre
de 2024. Mil 600 de ellas en los próximos meses y atendiendo los rincones
económicos que hasta hoy no son vistos como propicios para grandes negocios por
el sistema bancario privado.
Estas y otras iniciativas tienen mis
simpatías, incluidas en ellas los esfuerzos contra la corrupción, ese cáncer
que hipotecó buena parte de nuestro futuro y que, entre muchas otras cosas, nos
deja una terrible deuda pública de 10 billones de pesos. Este gobierno tiene el
mérito de haber detenido el crecimiento exponencial que tuvo hasta 2018, pero
su disminución obliga a medidas que exigen el concurso del Poder Legislativo y
de la ciudadanía, pues hay una gran parte de la deuda que es inmoral e injusta.
Pero debemos reconocer que todas las políticas públicas mencionadas, siendo muy
importantes y trascendentales, no lograrán un cambio profundo en los campos
económico, político, social, cultural y ambiental.
La llamada Cuarta Transformación sólo
puede alcanzar esa dimensión a condición de que se equipare a las otras tres
que le antecedieron en los últimos 200 años de la historia de México. Vayamos
por un poco de luz a esas coyunturas históricas, pues como bien las calificara
Mario Moreno “Cantinflas” en la película El Extra: “porque hay momentos en la
historia de los pueblos, que son momentos instantáneos”. Son oportunidades
únicas e irrepetibles. La Revolución de Independencia de 1810-21 fundó la
República con los decretos de Hidalgo, los esfuerzos del Congreso de
Chilpancingo y la Constitución de 1824; la segunda transformación, el segundo
“momento instantáneo”, la aportaron los liberales de 1857, buscando consolidar
una Nación soberana en el disminuido territorio mexicano, luego de sufrir la
amputación de más de la mitad de nuestra geografía.
La tercera transformación fue obra de la
Revolución mexicana de 1910-17, su costo social representa el sacrificio de un
millón de vidas y su aportación una de las constituciones más avanzadas de su
época. Su columna vertebral original son los artículos 3º, 27, 39 y 123
Constitucionales, a saber: la educación laica y gratuita, el reparto agrario y
las posibilidades de una vida digna a los pobres del campo, la facultad del
pueblo para cambiar de gobiernos y sus formas, y la regulación de las
relaciones obrero-patronales. Todo ello impactó a la vida nacional y a la
sociedad entera.
Creemos que no habrá una Cuarta
Transformación si no se corrigen las deformaciones que el Estado y país han
sufrido en las últimas décadas. No la habrá sin una nueva Constitución. Si la
4T significa un cambio profundo hay que refundar México y sólo será posible con
el rostro y el cuerpo que le dé una nueva Constitución. Empecemos siendo muy
claros: la mayoría de connacionales ha demandado un cambio profundo del país y
este no se puede concretar sin que su Carta Magna viva también ese cambio de
piel y de corazón.
En esta coyuntura y en el marco del CIII
aniversario de la Constitución de 1917, ¿En qué debemos poner énfasis para la
elaboración de una nueva Constitución? En primer lugar abrir el debate sobre el
tema y garantizar que todas las naciones y culturas que constituyen esta
Nación, que todos los estratos sociales, que todas y todos los ciudadanos
puedan expresar libremente su opinión y que sus propuestas sean escuchadas e
incluidas.
En la nueva Constitución, cuyo dínamo es la 4T, los derechos humanos deberán ser la
divisa central, su filosofía. El Estado de derecho democrático no podrá ser
sólo una declaración de letra muerta como ha prevalecido por mucho tiempo, pues
deberá oxigenar la vida de los tres poderes, el compromiso social de los
organismos autónomos y establecer mecanismos de control de la sociedad que lo
garanticen. La pobreza, la desigualdad, la violencia institucionalizada y no,
con sus dolorosas consecuencias de decenas de miles de desaparecidos, de desplazados
y centenares de miles de muertos están en los cuatro puntos cardinales del
país, configurando una crisis humanitaria. Su recia andadura data de décadas
atrás, pero ningún esfuerzo de la 4T ha podido atajar con éxito la crisis
humanitaria que padecemos. La pobreza y la desigualdad social tienen remedio.
En algunos puntos de Europa, América y África se experimenta con éxito la
llamada Renta Universal o Básica (en la que todas las personas tienen un
ingreso mínimo estén empleadas o no). ¿Por qué no darnos esa esperanzadora
oportunidad? Por lo demás, la crisis humanitaria también tiene solución.
Abramos los espacios necesarios a la experiencia histórica, a las instituciones
de la sociedad civil y a las propuestas que de esta han emanado. Trabajemos por
una nueva Constitución Política Nacional. Vale.
Profr. Oscar Loza Ochoa
Comisión de Defensa de los Derechos Humanos en Sinaloa/Jesús G. Andrade #475 Desp. 8/Culiacán, Sin./CP 80000/ Tel. (667) 712.56.80/oscar.lozao@gmail.com