Isabel fue detenida cuando robaba
alimentos en un supermercado de Culiacán. Compareció ante un juez penal no ante
uno de la barandilla de policía. 500 pesos y una exhibida pública costó su
libertad. Su caso, siendo un verdadero escándalo, apenas despertó la atención
de algunos medios y de la Comisión de Defensa de los Derechos Humanos en
Sinaloa. ¿Qué hay detrás del robo de alimentos en tiempos de Covid-19? Existe
una situación en la que hemos insistido una y otra vez: muchas personas vieron
desaparecer sus empleos y sus ingresos. Y ahora viven una verdadera tragedia
junto a sus familias, sin que haya autoridad que registre un padrón de ellas y
se ocupe de torear esa crisis de manera solidaria.
A sus 25 años, ¿tiene Isabel hijos o
padres en situación desesperada? No lo sabemos. Tampoco le interesó eso a la
autoridad que la aprehendió ni al juez ante quien compareció. Menos a las
cabezas del Ayuntamiento que piensan que la ruina y la exclusión social que
provocó el coronavirus es cosa ajena a ellas, aunque ya andan alborotadas por
conseguir los votos de esas almas en pena. Ante la tragedia de Isabel,
cualquier discurso y sonrisas de campaña resultarán huecos de contenido y de
compromiso. Hay muchas Isabeles en Culiacán y en el
país que, en el silencio más atronador, reclaman atención y una estrategia
anticrisis y anti Covid-19 favorable a los pobres.
Que no nos digan que mentimos, pues hace
unos días la prensa nacional nos recordaba que la pandemia ha dejado un saldo
de 391 mil 414 negocios menos en México. Incluso nos dicen que el promedio de
trabajadores de las empresas que sobreviven bajó de 3 a 2.7. Los voceros
patronales afirman que el país “pierde 676 mil 589 empleos formales a un año
del primer caso de coronavirus”. Triste, pero demasiado claro el panorama
laboral. En febrero el índice de personas registradas en el IMSS cayó 3.3%,
frente a febrero de 2020.
Mientras nosotros sobrevivimos las crisis
sanitaria y económica muy a la manera de los países tercermundistas, Europa
enfrenta su tercera ola de contagios del Covid-19 entre medidas que restringen
la movilidad, protestas en las calles y retrasos en la aplicación de las
vacunas. Endurecen este tipo de medidas Holanda, Francia, Reino Unido y
Alemania (que luego dio marcha atrás ante el empuje de las protestas). Pero
todo el poder de gestión de la Unión Europea no ha podido resolver la entrega
puntual de las dosis de vacuna de AstraZeneca, lo que
la pone en situación muy difícil de superar su crisis.
Brasil vive los aprietos mayores de este
continente, pues Río de Janeiro cierra sus playas ante el arranque de Semana
Santa y se ve en la necesidad de usar el ejército nacional para las labores de
desinfección del emblemático Cristo Redentor. Por encima de la zona de Río se
ubican Amazonas con 282 muertes por cada 100 mil habitantes y Roraima con 209,
respectivamente. Se intenta controlar los contagios en esos lugares. Ojalá las
medidas ayuden al alivio de la situación.
En otros renglones de la situación
internacional, merece la pena mencionar los siguientes: El Banco Interamericano
de Desarrollo (BID), emitió el pasado martes 23 un bono social de género por 2
mil 500 millones de pesos. No es suficiente para atender a los millones de
mujeres que han sido golpeadas por la crisis económica en el marco del Covid-19
en el continente, pero siendo el segundo bono emitido en un año, permite tener
una visión más completa de la magnitud del problema al que se enfrentan.
Enhorabuena.
Hay otros problemas de salud que también
son consecuencias de la pandemia y de la crisis económica que asomaba la cabeza
en 2019 y se profundizó con el coronavirus. Me refiero a la salud mental de
amplios estratos sociales. No pocos especialistas comentaron el problema desde
los primeros pasos que dio el Covid-19. Las malas experiencias de otras crisis
económicas y de pandemias anteriores, daban pauta para adelantar que los daños
que provocaron crisis económicas como la de 1929-33 y la de 2008-09, en la
conducta de muchas personas, bien podríamos evitarlos, con un plan de choque
social.
La Gripe Española (pandemia) y las cinco
epidemias que padecimos entre 2003 y 2019,dejaron huellas en nosotros no muy fáciles de desterrar: “cuadros
ansiosos depresivos de carácter reactivo, trastornos del sueño, graves
sentimientos de culpa, conflictos familiares, violencia machista, problemas
asociados al abuso del alcohol y un aumento de las muertes por suicidio debido
en su gran mayoría al empeoramiento de las condiciones de vida, del empleo, de
la amenaza de la pobreza y la exclusión social”, según el investigador español
Sergi Raventós. Todo ello se ha agravado en el marco de la situación actual. Y
todo lo anterior nos pone en un predicamento, porque si la autoridad no ha
avanzado ni un centímetro en la creación de un padrón de pobres víctimas de la
pandemia, menos se dispone a elaborar un plan de choque social, que ayude a los
desesperados a enfrentar en mejores condiciones el tsunami sicológico que ha
significado crisis económica y Covid-19. Vale.
Profr. Oscar Loza Ochoa
Comisión de Defensa de los Derechos Humanos en Sinaloa/Jesús G. Andrade #475 Desp. 8/Culiacán, Sin./CP 80000/ Tel. (667) 712.56.80/oscar.lozao@gmail.com