Un busto para Javier Valdez. Este sábado
15, a cuatro años de su inmolación una placa y un torso con su rostro esculpido
en bronce ocuparán un espacio en la parte sur de la Plazuela Obregón, en el
costado izquierdo de la Catedral, justo frente a la puerta lateral sur de la
iglesia cuya construcción comenzara don Lázaro de la Garza y que en su remate
triangular superior nos recuerda los afanes del obispo Pedro Loza por continuar
la edificación de ese monumento histórico.
El humor de Javier era tan ácido como el
del maestro Raúl Cervantes, por eso estamos seguros que de haber sabido en vida
que tendría un pedestal y sobre éste un busto embadurnado de reluciente pátina,
una sonora carcajada hubiera acompañado a la información y terminaría
concluyendo igual que el pionero del derecho marítimo cuando develaron su busto
en El Amole, su tierra natal: “De ahora en adelante –dijo- los pájaros vendrán
a cagarse en mi cabeza.”
En este cuarto aniversario luctuoso no
podemos menos que expresar que, como en muchos de los casos de periodistas que han
perdido la vida al ejercer su derecho a la libertad de expresión, la justicia
que se arrimó a su caso ni es plena y no deja de vestirse de dudas y con
momentos de desmayo y desesperanza, pues a cuatro años de la pérdida de Javier
el juicio que encierra su causa no ha concluido y a veces pareciera que de
hacerlo la resolución sería tan dolorosa como aquél mediodía del 15 de mayo de
2017.
A la ceremonia de develación del busto
vendrán personajes de la Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos
Humanos en México, Artículo 19, Jan Albert de CPJ
institución protectora de periodistas, Periodistas Sin Fronteras, entre muchos
otros. Y esperamos que el espacio se vuelva pequeño ante la asistencia de
pepenadores, de madres con hijos desaparecidos, de vendedores ambulantes, de
tiangueros, de boleros, de habitantes pobres de la periferia, de gente del
pueblo, pues. Por lo demás dos cosas nos quedan claras ahora: “Cada periodista
que matan, es una voz menos del pueblo”, como lo dijo Javier ante la sentida
caída de MiroslavaBreach. Y
que la Fiscalía y el Tribunal pueden fallarle al pueblo, pero este ya dio su
veredicto definitivo, condenando moralmente a los autores intelectuales y
materiales.
Las desapariciones forzadas de las
últimas semanas llaman poderosamente la atención, por su número y por los
“detalles” que las acompañan. Las investigaciones de medios de comunicación
dicen, en uno de los casos que cada 8 horas desaparece una persona en Sinaloa y
en otro que cada 6 horas con 40 minutos se registra la desaparición de un
ciudadano. Demasiada carga emocional para una sociedad que harta de tantas
injusticias dejó en firme su voluntad en las urnas en 2018: un cambio profundo
en las condiciones en que vive el país.
Esos “detalles” son los anémicos alcances
de las investigaciones de la Fiscalía Especializada en Desapariciones Forzadas
y la pasmosa frecuencia de supuestas patrullas clonadas
en la que se realizan detenciones de ciudadanos, que nunca son llevados ante la
Barandilla de Policía y, sin más, desaparecen. Muchas cosas de estos casos
reclaman una lógica y una elemental explicación. Imposible quedarnos con la
postura oficial: son patrullas clonadas. No queremos bañar de dudas esa
respuesta, pero como no es un caso, son demasiados y tan dolorosas las
consecuencias que con todo el derecho del mundo le preguntamos a la autoridad,
¿y qué han hecho para detener a quienes delinquen de esa manera y en nombre de
la Ley?
En días pasados acompañamos a madres
cuyos hijos desaparecieron en días recientes. No sólo reclamaron la enfermiza
lentitud con que marchan las carpetas de investigación y la actitud interesada
de los agentes encargados de las mismas para disuadir a testigos en lugar de
alentarlos a obsequiar sus testimonios. Los expedientes crecen, como en el caso
del tribunal de la Isla de los Pingüinos de Anatole
France, pero no apuntan hacia el objetivo que interesa. Cuando convergen los
renglones de homicidios, desplazados y desaparecidos, no tenemos ninguna duda
en hablar de una crisis humanitaria, misma que invita a exigir de la autoridad
un cambio de estrategia en el combate a los mismos. De no hacerse, la herida se
va profundizando sin remedio y en el momento menos pensado puede plantear las
cosas en términos más graves.
La aplicación de vacunas a sectores cada
vez más amplios tiende a crear una atmósfera de confianza en muchos ciudadanos
y a permitirnos laxitudes en nuestros hábitos y costumbres que no debemos
realizar. Ni los candidatos en la presente campaña han tenido todo el cuidado
que las circunstancias reclaman. Europa ha mandado señales preocupantes y no se
diga de Brasil y la India, donde los extremos de la pandemia nos hablan de que
bajar la guardia es permitir que el Covid-19, con todas sus variantes, entren como Pedro por su casa y la curva de contagios vuelva
a lo que fue en los meses más críticos del coronavirus. Cuidémonos mucho en
todo momento. Ni morir de hambre, ni morir de virus. Vale.
Profr. Oscar Loza Ochoa
Comisión de Defensa de los Derechos Humanos en Sinaloa/Jesús G. Andrade #475 Desp. 8/Culiacán, Sin./CP 80000/ Tel. (667) 712.56.80/oscar.lozao@gmail.com