recuperamos la vocación de hacer proyectos, de
imaginar un después.
Mario Benedetti
―Los periodistas de Sinaloa vivimos
en el peor lugar para ejercer el periodismo independiente y comprometido.
Muchos lo han pagado con su vida. ―Dice el respetado veterano
caricaturista de El Noroeste Gilberto Ceceña. El miércoles pasado no nos desayunamos
con su habitual humor a través de los monos, pues ante una nueva amenaza
prefirió el texto para denunciar el hecho. Nuestra más comprometida solidaridad
con su persona y su derecho a la libertad de expresión. La Comisión de Defensa
de los Derechos Humanos en Sinaloa, ya abrió expediente en su protocolo de
protección a periodistas para darle seguimiento a ese lamentable hecho que nos
ofende a todos.
Llama la atención una encuesta publicada
en La Jornada el pasado 9 de enero, en la que el 58 por ciento de los
ciudadanos expresan que ven con optimismo y ánimo este 2021. Eso habla de que
hay carácter de nuestros connacionales para enfrentar la madeja de problemas
que encierran la pandemia, la recesión económica que esperamos empiece a ceder
y la inseguridad que no deja la andadura con la que trotó a lo largo del último
lustro. Esa moral alta se manifiesta en medio de noticias que sacuden el piso
donde estamos parados y le imprime un plus de valor, pues el Congreso de la
Unión cancela el periodo extraordinario que había acordado para el día 15, ante
el rebrote del Covid-19. Hay alto riesgo de contagio y la prudencia no está
demás.
En tanto no deja uno de observar con
preocupación otras prácticas de políticos que privilegian la manifestación de
sus inquietudes (muy legítimas), pero sin observar las medidas recomendadas por
la autoridad sanitaria. En el marco del Día de Reyes, Guillermo “el Químico
Benítez, presidente Municipal de Mazatlán, las diputadas Victoria Sánchez y
Merary Villegas y el diputado Fernando Mascareño, convocaron a una reunión
social en la Isla de Orabá en Culiacán, a la que
asistieron alrededor de 300 personas entre adultos y menores, de acuerdo a los
medios de comunicación. En reuniones de ese tamaño cualquier providencia que se
tome no elimina los riesgos de contagio. La Secretaría de Salud y el INE
debieran pautar la dimensión y el comportamiento social de esas concentraiones, para no tentar a los demonios del Covid-19.
Vemos una preocupante calma del gobierno
del estado y de los ayuntamientos ante la situación de las familias que inician
el año 2021 sin empleo, sin ingresos o con bajos ingresos y mil dificultades (en
su caso) para sacar adelante sus micros, pequeñas y medianas empresas. En el
mejor de los casos, si la economía nacional creciera entre el 3.3 y 5.3 por
ciento que pronostica el Banco de México, los recursos que se generen no serán
suficientes para enfrentar los principales retos de la pandemia, contando en
que no habrá rebrotes del coronavirus ni las temidas incursiones de las dos
variantes del Covid-19 identificadas hasta hoy. El principal problema sigue
siendo el no morir de hambre ni morir de coronavirus.
Es urgente cambiar la política sanitaria
dicen los españoles y claman los profesionales de la salud y millones de
ciudadanos de muchos países. No les falta razón, pues la pandemia ha puesto en
evidencia las carencias de los distintos sistemas de salud. Y es que desde
antes de la crisis sanitaria la situación de la atención primaria y la salud
pública no andaban en buen caballo. Ahora el trabajo se centra en el combate al
Covid-19, sin que por ello deje de tener importancia el campo no Covid. Pero no se puede negar el descomedimiento que ha
sufrido con ello la atención primaria y lo que la acompaña. Bien haría el
Estado mexicano y la autoridad de salud en retomar lineamientos internacionales
para darle el oxígeno que reclama nuestro sistema de salud pública. Ojalá se
haga antes de que llegue un nuevo susto sanitario.
De última hora recibo una llamada
telefónica del doctor Sergio Loza, director del Hospital General de Los Mochis,
la emoción desbordó sus palabras y seguramente gesticulaba con el mismo ánimo
para ser más contundente. Todo el día lunes estuvo esperando la llegada del
avión militar que traería la vacuna contra el Covid-19 y hasta en la madrugada
del martes aterrizó con la preciosa carga. Durante la espera en el hangar reinó
un ambiente festivo que todos los médicos presentes no vivían desde antes del
bicho que un 28 de febrero se asomó por Culiacán.
El arribo de la vacuna borró la adustez de
sus rostros y les pintó una sonrisa y dio brillo a sus miradas. Se jugaron
bromas. Pero la llegada de la nave de la Fuerza Aérea llenó de solemnidad el
momento y cuando el capitán baja sin perder el estilo marcial y frente a todos
los presentes dice: ―Compatriotas, traigo la vacuna de la esperanza.
―La emoción ganó el rostro de todos, sin que faltaran las lágrimas. La
tensión y los desvelos de más de 300 días encontraban la salida entre gotitas
de agua salada y uno que otro puchero del Secretario de salud y el personal
médico que lo acompañaba. Yo también me emocioné con el relato del doctor Loza,
porque en ello va la esperanza de vida de tres millones de sinaloenses.
Enhorabuena.Vale.
Profr. Oscar Loza Ochoa
Comisión de Defensa de los Derechos Humanos en Sinaloa/Jesús G. Andrade #475 Desp. 8/Culiacán, Sin./CP 80000/ Tel. (667) 712.56.80/oscar.lozao@gmail.com