No aprendimos la lección. Es la primera
conclusión que debemos sacar ante la tercera oleada del Covid-19. De nueva cuenta
se nos viene el mundo encima. Como la curva de contagios y de fallecimiento por
razones de pandemia marchaban a la baja y la economía retomó el camino a buena
andadura, creímos que ya pisábamos sobre terreno firme. Varias actitudes
pretendieron convencernos de ello: salimos más a la calle, visitamos con mayor
frecuencia centros comerciales y restaurantes, la nostalgia por las campañas
electorales de tiempos pasados nos hizo participar en los actos convocados por
candidatos que apostaron a ganar elecciones y no a la salud de sus electores.
Las autoridades también tentaron al
Diablo, pues se autorizó la Serie del Caribe en Mazatlán, que inundó de
visitantes nacionales y extranjeros ese punto del Pacífico sinaloense; como no
pasó a mayores esa experiencia, también se autorizó abrir todos los espacios de
recreo y descanso en el estado para Semana Santa. No faltaron municipios que de
antemano los declararon cerrados, como Culiacán y Navolato,
pero se impuso el criterio de la autoridad estatal. Y como hubo éxito económico
con esa apertura, se nublaron las entendederas y desde entonces se promocionó a
marchas forzadas los destinos turísticos de Sinaloa, en especial Mazatlán,
autorizándose concentraciones monstruosas para conciertos musicales.
La filosofía que privó fue: primero las
ganancias, las luchas coyunturales por el poder, el disfrute, bajo la certeza
de riesgo, de la buena vida y después, después valorar la vida. Esos son
factores que decidieron nuestro destino. Bajamos la guardia. Y los números nos
ponen en un verdadero predicamento y ante un nuevo reto para superar el pantano
que hemos construido alrededor de nuestra existencia. Lo difícil es que la
moral nuestra, por más acostumbrada que está a torear con verdaderas verónicas
los problemas de siempre, no es la misma ni es más sólida que la de marzo de
2020, cuando empezada esta “malaria”, como dice mi madre.
Las noticias sacuden por su
contundencia, pues durante el mes de junio los contagios se dispararon en un
190 por ciento en Sinaloa, saturando de pacientes las áreas Covid-19 de los hospitales públicos y algunos privados, si bien aún nos
alimentamos con el peregrino consuelo de que los fallecimientos no caminan a
ese ritmo, pero ¿por cuánto tiempo más? Culiacán tenía el pasado día martes 758
casos, Mazatlán 313 y un municipio pequeño en población como El Rosario 117
casos. Sólo Sinaloa municipio y Cosaláno registraban casos. Inexplicablemente el
gobernador del estado ha dicho que descarta un segundo confinamiento, que la
economía no se cerrará. –La gente yo sé que se va a cuidar más, se va a
proteger. –Dijo. ¿Será?
Las sorpresas desagradables no faltan y
con la variante Delta los jóvenes están resultando un foco de ataque demoledor.
Los hospitales así lo registran. La campaña de vacunación lleva su ritmo y sin
duda es un muro de contención que ha jugado su papel positivo pero, aunque
estamos convencidos de que limita la virulencia del coronavirus, no impide el
contagio y en no pocos casos el fallecimiento de pacientes. Urgen cambios en la
política sanitaria, pues se reconoce que la entrada de la variante Delta se dio
con la llegada de un barco Hindú a Mazatlán y ya se anuncia con alegría el
próximo arribo del crucero turístico Carnival con 4
mil 500 turistas. ¿Los recibiremos con las mismas medidas sanitarias que a los
Hindúes?
En medio de esta preocupante coyuntura,
no sabemos qué piense el gobernador electo Rubén Rocha, pues técnicamente la
oleada del Covid-19 debe declinar luego de cuatro semanas por cada una de
descuidos, pero el fenómeno no tiene palabra de honor y TedrosAdhanomGhebreyesus, director
general de la OMS, afirma que la pandemia puede darle vuelta al 2021, sin
precisar si en 2022 nos libraremos de ella. Los retos de Rocha Moya no son
menores, si bien la economía tiene una conducta aceptable, un segundo
confinamiento llevaría al desmayo económico, sin descartar otra mala temporada
de lluvias que sería fatal y lo que aportan negativamente los elementos de lo
que llamamos crisis humanitaria: homicidios, desplazamientos por razones de
violencia y desapariciones forzadas.
La formación de un gabinete ad hoc
para esta coyuntura sería lo mejor. Nunca como hoy existe esa necesidad, por
dos razones centrales: porque el momento histórico precisa de inaugurar una
época de transformaciones de fondo en el estado y porque la coyuntura exige
perfiles de funcionarios (mujeres y hombres) convencidos de esos cambios. Como
la historia personal es la mejor carta de presentación y sobre la que descansa
el crédito ciudadano, el peor error del gobernador electo sería dar cabida en
el próximo gabinete a quien ha sembrado dudas sobre vocación de servicio,
lealtad al pueblo y sus luchas y no haya encaminado sus pasos por la
profundización de la 4T. Rocha no debe esperar hasta el último momento para una
decisión donde la opinión ciudadana cuenta mucho y de paso legitima.
En menos de dos semanas tendremos tres
manifestaciones públicas que convocan y encabezan
familiares con desaparecidos. Y es que con esa dolorosa cuota de al menos tres
personas que a diario ya no regresan a su hogar en Sinaloa, la cosa no es para
menos. Si a diario desaparecen a personas, todos los días habrá que exigir a la
autoridad su regreso a casa. Este jueves 8 de julio hubo una manifestación de
familiares por la desaparición de cuatro menores de edad. Les deseamos de todo
corazón que encuentren a sus queridos hijos. Vale.
Profr. Oscar Loza Ochoa
Comisión de Defensa de los Derechos Humanos en Sinaloa/Jesús G. Andrade #475 Desp. 8/Culiacán, Sin./CP 80000/ Tel. (667) 712.56.80/oscar.lozao@gmail.com