Si el Estado de bienestar será la divisa del Gobierno de Rocha, mirar hacia
los pobres y excluidos tiene carácter obligatorio. CONEVAL nos refresca la
memoria sobre los saldos de la malhadada crisis gemela: pandemia y apuros
económicos. Los números comparados de 2018 y 2020 nos dicen que, si bien la
situación difícil del año anterior no amplió el número de pobres en general, la
pobreza extrema si cobró su cuota al crecer del 2.2 al 2.4 por ciento de la
población sinaloense. Allí están quienes no pudieron mantener sus puestos de trabajo
ni el nivel de ingresos anterior. El estudio referido nos dice que el 8.2 por
ciento de los sinaloenses se considera vulnerable por ingresos en 2020, contra
el 7 por ciento de 2018.
Y cuando se habla de carencias sociales, las
estimaciones de CONEVAL mejoran el panorama de los sinaloenses respecto del
2018, sin que deje de llamar la atención de lo que falta por hacerse en este
renglón. Las llamadas carencias en acceso a la seguridad social pasaron del
41.7 al 39.2 por ciento, mejorando ese espacio, pero el estado que guardaba el
año anterior el Sistema de Salud Pública dejó sin protección al sector más
pobre de Sinaloa y los números nos dicen que el porcentaje de la población que
careció de acceso a los servicios de salud en general pasó del 13.2 al 19.6 por
ciento en 2020.
Más allá de las penurias que se viven en los
campos pesqueros, en las periferias urbanas marginadas y en las zonas rurales
deprimidas, existe un triple flagelo que no hemos podido remontar: homicidios,
desplazados por razones de violencia y desaparición forzada de personas. A este
múltiple fenómeno le llamamos crisis humanitaria. No apareció el año anterior,
pues tiene décadas y su arraigo hace pensar en que costará al menos una
generación de sinaloenses poder superar este problema monstruo.
Los números oficiales nos dicen que en el
renglón de homicidios las cuentas evolucionan bien, pues si en el año de 2028
se registraron mil 123 asesinatos, al año siguiente 936, en 2020 cayeron a 810
y en el presente año la cifra es de 438. Las cuentas así, sin mayor detalle,
van muy bien; pero es muy importante recordar que por el incansable trabajo de
familiares con desaparecidos y algunos casos denunciados por personas que
tienen hallazgos fortuitos, el número de personas encontradas muertas (en fosas
clandestinas o a flor de tierra), no es cifra menor. Lo que debe impactar el
renglón de homicidios.
Por eso nuestras cuentas no son alegres en el
renglón mencionado, agregando que en el espacio de desapariciones forzadas hay
una situación que plantea varios puntos preocupantes. El número oficial de
personas desaparecidas hasta este 9 de septiembre es de 3 mil 521, entre ellas
162 menores de edad. Es muy importante el trabajo que se hace de búsqueda de
personas desaparecidas, pero imprescindible para el próximo gobierno es detener
la práctica de desaparecer personas. La cifra no oficial habla de más de 5 mil
500 personas desaparecidas en Sinaloa y un estudio señala que cada 8 horas
desaparece un ser humano en el estado.
Un campo que no debe pasar desapercibido es el
del cuidado del medio ambiente. Nos lo gritó a voz en cuello el Huracán Nora
hace unos días, cuyo comportamiento fue moderado al degradarse a tormenta
tropical, pues de no suceder, las consecuencias de su paso pudieron ser
mayores. Más allá de ciclones y sismos (que ya nos visitan seguido y pisando
fuerte en Sinaloa), está el permanente comportamiento depredador sobre la
naturaleza. Los pulmones naturales de las ciudades se reducen o enferman como
tributo a la propiedad privada, sin que haya medidas y acciones de la autoridad
para defenderlas y preservarlas, como el caso del Jardín Botánico y del Cerro
de Las Siete Gotas.
En este renglón cabe mencionar la acción
contaminadora, de saqueo de la riqueza natural y destrucción de caminos y
carreteras que dejan las compañías mineras en Sinaloa, sin que haya la atención
preocupada de parte de la autoridad. Doy un ejemplo de lo que hoy sucede con la
Mina San José, ubicada en la Sindicatura de Las Tapias y que bien conoce el
maestro Rocha. Retira no menos 2 mil 800 toneladas diarias de mineral de
hierro; dicen dar 200 empleos, de los cuales no llegan al 10 por ciento para
las comunidades vecinas y el camino por el que estaban obligados a transitar,
con camiones que cargan no menos de 40 toneladas, lo han destrozado. Las
comunidades de La Pitayita y Santa Loreto protestaron
por ello.
Se acordó que la mina construiría un tramo de
un kilómetro entre esas comunidades con material que le llaman piedra ahogada
en concreto. Supuestamente eso costaría poco más de 4 millones de pesos. Las
comunidades solicitaron además que la tubería, alcantarillas y mangueras de sus
sistemas de agua potable que fueran lastimadas con la obra se repusieran por la
minera. La solicitud fue pretexto suficiente para que se incumpliera el acuerdo.
Al no cumplir, tampoco pueden pasar por ese camino. Y ahora la compañía minera
invade la carretera Monteverde- La Palma, diseñada para una carga de unas
cuantas toneladas. En dos semanas que tiene la Minera San José pasando por ella
ya destruyó en tres puntos del tramo La Palma-La Higuera. Sin que la autoridad
tome cartas en el asunto. Rocha no puede permitir ecocidios,
saqueos de riqueza que perpetúan la pobreza de las comunidades y destrucción de
sus carreteras. Vale.
Profr. Oscar Loza Ochoa
Comisión de Defensa de los Derechos Humanos en Sinaloa/Jesús G. Andrade #475 Desp. 8/Culiacán, Sin./CP 80000/ Tel. (667) 712.56.80/oscar.lozao@gmail.com