Cuando el crimeninvade hasta los rincones más apartados, ¿a quién nos
encomendamos? Preocupa mucho que cuando Santos Moreno Cabada y Chalío Sabino, van en un camión de pasajeros rumbo a su
comunidad, el Centro Ceremonial La Cieneguita de Núñez, enclavada en las
estribaciones de la Sierra de Choix, gente armada
detiene el transporte público, los baja y se los lleva con rumbo desconocido.
Santos es el wa’rurasiríame (gobernador) de su comunidad y Chalío
el comisario municipal, las figuras centrales de su centro ceremonial. El día
martes 26 fueron privados de la libertad en presencia de varias personas que
viajaban en el mismo camión. El asunto se vuelve inexplicable porque la
comunidad rarámuri (tarahumara) es esencialmente
pacífica y ha llevado una buena relación con los habitantes a su alrededor. Ese
estilo de vida, a pesar de las condiciones de pobreza extrema, les ha asegurado
el respeto de propios y extraños, hasta en los momentos sumamente críticos,
como el de abril y mayo de 2012, cuando la violencia envolvió la zona limítrofe
de Sinaloa y Chihuahua.
Tuve la oportunidad de conocer a Santitos, como lo llaman
nuestros yoremes-mayos de El Fuerte, a principios de
este siglo y vivir junto con él y su pueblo algunas buenas aventuras. Comento
dos de ellas: vivían en cuevas aún algunas familias de la etnia y nos dimos a
la tarea de convencerlas de las ventajas de residir en una casa, como el resto
de sus congéneres. Había un antecedente fallido, en el que les ofrecieron casas
estilo Infonavit en la ciudad de Choix
y las rechazaron. Nosotros hilamos más fino: nos sentamos pacientemente a
preguntarles con qué tipo de vivienda se encontrarían como pez en el agua.
Y comenzaron a describir una casa con una sola estancia
donde cabían los tendidos que hacían las veces de camas, unas modestas sillas
que bien servían para el comedor como de sala y las imprescindibles hornillas
de la cocina. En su imaginación no existía un espacio para bañarse o para
sanitario, para eso estaba un amplio monte con arroyos y barrancos. Pero una
cosa no podía olvidarse: el tapanco, donde se guardan las cosas útiles y las
que no lo son también. En ese exitoso ejemplo jugó un papel central el
ingeniero Victoriano Martín Martín.
La otra aventura fue durante mi gestión al frente de la
CEDH entre 2004 y 2007. Todos los inviernos hablaba con doña Tere Villarreal de
Rico, sí la de MacDowel, con Agustín Coppel y otras
personas más, con el fin de que donaran ropa de esa temporada y cobijas, y
llevarlas a las comunidades yoreme-mayos y a los rarámuris de la Cieneguita de Núñez. MacDowel
y tiendas Coppel fueron muy generosas con las etnias mencionadas. Y doña Tere
nos sorprendió cuando nos dijo, yo dono la ropa, pero quiero que me permitan
acompañarlos hasta La Cieneguita de Núñez. El frío calaba hasta los huesos en
aquella comunidad y doña Tere, con los ojos húmedos y atravesando charcos
escarchados de hielo, entregaba casa por casa aquella preciosa carga que
aliviaría las noches tormentosas de niños, mujeres y ancianos.
Al cerrar esta columna recibo noticias extraoficiales de
que hay muchas posibilidades de liberación de Santitos y de Chalío.
No espero menos, porque no sé de algún motivo que explique la privación de la
libertad de ellos, menos que la justifique. Mientras, me quedó con dos imágenes
de aquellas visitas a La Cieneguita de Núñez: la mirada triste de doña Tere
Villarreal cuando se despide de los vecinos, como lamentando que su protección
no pueda ir más allá de lo que ya hizo por esa gente y la postal que ofrecen
los picos de esas montañas que se desbarrancan abruptamente hasta el espejo de
agua de la Presa Luis Donaldo Colosio.
Menuda tarea espera para el Gobierno de Rubén Rocha en el
terreno de la seguridad, pues la violencia no sólo cobra espacios entre las
principales avenidas de las ciudades, también se enseñorea
por los apartados caminos rurales y visita con frecuencia las comunidades menos
pensadas, dejando rastros y huellas de su esencia inhumana. Ahora fue en las
inmediaciones de La Cieneguita de Núñez, ayer lamentamos que haya cobrado la
vida del Profe. Román Rubio en Sinaloa de Leyva. Si el dolor no nos da respiro
alguno, el nuevo Gobierno no puede declararse en descanso hasta garantizar la
paz y tranquilidad en el estado.
La tragedia que vive La Cieneguita de Núñez es la razón
que explica el desplazamiento de tantas familias y comunidades. La violencia ha
obligado al desarraigo de miles de familias en todo Sinaloa, al abandono de
tierra, bienes y querencia. Choix, El Fuerte y
Sinaloa Municipio, no han sido la excepción. En abril y mayo de 2012 la piel y
el corazón de toda la región quedaron marcados con sangre. Todos esperamos que
Santitos y Chalío vuelvan sanos y salvos al Centro
Ceremonial de La Cieneguita de Núñez. Si eso se logra estaremos en deuda con
los elementos del Ejército Mexicano, los de la Marina Nacional, la Guardia
Nacional y las policías estatales y municipal, que
realizan una búsqueda incansable. Que todo salva
bien. Vale.
Profr. Oscar Loza Ochoa
Comisión de Defensa de los Derechos Humanos en Sinaloa/Jesús G. Andrade #475 Desp. 8/Culiacán, Sin./CP 80000/ Tel. (667) 712.56.80/oscar.lozao@gmail.com