–Llegamos tarde, pero a tiempo. –Dijo SchafikHandal, aquel 10 de
octubre de 1980 al incorporarse al movimiento revolucionario salvadoreño. Lo
hacía cuando las cosas marchaban hacia el atardecer del proceso armado de su
país. Por eso la frase. También nosotros podemos hacer nuestras esas palabras
al aprobarse la Ley de Protección a activistas de derechos humanos y
periodistas. Desde junio de 2019 registramos la iniciativa de Ley ante el
Congreso del Estado. La Legislatura anterior no supo qué hacer con ella y el
pasado 28 de octubre volvimos a la carga, solicitando al Congreso la aprobación
de la iniciativa de marras. Las prioridades del Congreso no coincidieron con
las nuestras.
Ese latir de corazones a diferente ritmo y
en diferentes tiempos, llevó a que en febrero del presente año se convocara a
la sociedad civil para volverse a manifestar en relación a la Iniciativa de
Ley. Y llegó marzo, abril y los primeros pasos del mes de mayo para tener un
nuevo despertar de pesadilla: cae Luis Enrique Ramírez, distinguido periodista
el día 5. Las circunstancias obligaron a apresurar lo que pudo hacerse sin
apuros y sin cargos de conciencia. Ahora tenemos la anhelada Ley de Protección
a activistas de derechos humanos y periodistas.
Por eso recordamos la frase de SchafikHandal: “Llegamos tarde,
pero a tiempo”. Tarde, porque el dolor volvió a visitar a la comunidad de periodistas
y a la sociedad antes de la aprobación de la Ley. Y a tiempo, porque esperamos
que ello impida el sacrificio de más defensores de derechos humanos y de
quienes hacen del ejercicio del periodismo carrera y vocación de servicio. Por
todo ello concluimos: Enhorabuena.
¿Qué nos toca hacer como sociedad ahora?
Dando por descartado el compromiso hecho por el Gobernador, en el sentido de
cumplir con lo establecido en la nueva Ley, que implica un presupuesto
(suficiente) y una posición oficial de respeto al ejercicio de libertad de expresión,
como sociedad tenemos tareas para el horizonte inmediato y para el después. Hay
que socializar la Ley, que la conozcan propios y extraños hasta que se
convierta en nuestra segunda piel. El celo por su cumplimiento sólo podrá
encontrar vigilantes cumplidos cuando todos valoremos la Ley y los principios
que protege.
Dentro de un mes se publicará la
convocatoria, para que la sociedad proponga candidatos a ocupar los puestos de
responsabilidad que la Ley contempla para el Instituto de Protección a activistas
de derechos humanos y periodistas. La participación ciudadana es imprescindible
al hacer propuestas y vigilar que queden los mejores, pues en ello estriba la credibilidad
y confianza en el organismo a formar y en las personas que ocuparán responsabilidades
en él. Habrá un director, consejeros y un órgano de control interno. No
renunciemos a nuestro derecho de proponer y participar en la constitución de un
organismo tan importante en la vida democrática de los años venideros del
estado de Sinaloa.
Hay otras cosas que debemos atender como
sociedad, particularmente quienes somos defensores de los derechos humanos y
quienes ejercen la profesión de periodistas. Me refiero a las llamadas alertas
tempranas, que no hemos terminado de entender y menos de atender con la
importancia y delicadeza que tienen. Seamos claros, hablar de alertas tempranas
es registrar hasta la mínima sospecha que pueda llevar a una amenaza, acoso,
daño patrimonial o riesgo de la integridad física o moral de un defensor de los
derechos humanos y/o periodista.
El Instituto de Protección contará con la
Ley y con un protocolo que dé salida a este tipo de problemas, pero no podemos
adelantar qué tan eficaz resulte en el campo de la acción.
Cuestión de tiempo para ver su
funcionamiento. Pero el tema de las alertas tempranas es también una
convocatoria a todos los que nos ubicamos como beneficiarios de la Ley de
Protección, pues más allá de lo que el Instituto de Protección pueda hacer
junto a la autoridad a la que corresponda, está lo que atañe a las asociaciones
de periodistas y organismos defensores de derechos humanos, sin descontar a
quienes ejercen oficio de defensores y periodistas de manera independiente y al
margen de organizaciones gremiales.
Hablar de alertas tempranas es aceptar una
nueva actitud de defensores y reporteros ante la situación del universo de
compañeros de gremio. Es promover el espíritu de cuerpo. Es reconocerse en el
sentimiento de pertenencia, más allá de imaginarios o reales conflictos personales.
Es abrir espacio a la solidaridad y defensa de lo que no es común: la dignidad
del oficio y de cada uno de nosotros, la integridad física y moral, y la
libertad de expresión como patrimonio colectivo y base de la vida democrática
de toda sociedad. Vale.
Profr. Oscar Loza Ochoa
Comisión de Defensa de los Derechos Humanos en Sinaloa/Jesús G. Andrade #475 Desp. 8/Culiacán, Sin./CP 80000/ Tel. (667) 712.56.80/oscar.lozao@gmail.com