La Escuela de
Economía fue vértice de encuentro en 1971
y el movimiento social un crisol en el que
forjamos mil utopías.
La impunidad es el refugio de los
privilegiados de nuestro Modelo económico. Y su contrapartida es la tragedia de
las mayorías empobrecidas, de “los condenados de la tierra”, como los llamó FrantzFanon. Basta revisar la
legislación nacional desde que se asomaron a nuestras vidas los llamados
intereses neoliberales. No hace mucho de ello, pero en esos años el marco legal
dio un giro de 180 grados, otorgando una avasalladora presencia a los
monopolios de todo tipo, especialmente extranjeros, mientras se tejía una
absurda urdimbre legislativa para justificar el achicamiento legal de los
derechos sociales y el incumplimiento de las obligaciones del Estado en materia
de salud, educación, vivienda y promoción del empleo. Y de paso dar manga ancha
a la depredación del medio ambiente.
Dos momentos históricos han sido infaustos
para nosotros. Hace cinco siglos nos cambiaron cuentas de vidrio por plata y
oro. Y 480 años después nos “obsequiaron” promesas (abundancia de bienes y
empleos) a cambio de permitirles a banqueros, sociedades agrícolas,
industriales, comerciales, farmacéuticas y del turismo, reinar en nuestra
economía sin responsabilidad alguna por las consecuencias que acarreara el
saqueo de nuestras riquezas. La derrota militar y religiosa nos redujo a la
condición de colonia (y de esclavos) para España. En nuestro tiempo ha bastado
la capitulación de la élite que gobierna y se beneficia del poder, para la
precarización económica y la orfandad legal de los mexicanos.
En el principio fue el verbo, dice San
Juan y nosotros bien podemos parodiar que en el origen de estos males estuvo
presente el discurso (la doctrina del consenso de Washington). La fiebre por
deshacerse de los bienes públicos fue el primer registro de una larga malaria
que casi terminó en la venta de las oficinas públicas. Pero sobró imaginación y
hambre de acaparar todo y las contrarreformas a la Constitución llevaron al
despojo de tierras de los campesinos; al dominio extraterritorial de las zonas
mineras, su sobrexplotación y empobrecimiento del medio ambiente. No menos ha
pasado con un bien tan preciado como el agua. Las compañías cerveceras,
refresqueras y embotelladoras del vital líquido, están poniendo de rodillas a
ciudades como Monterrey y Puebla. ¿Cuáles más siguen?
El grado de dependencia es muy grave. Ni
cuatro décadas de neoliberalismo ni la pandemia nos han hecho volver la vista
para observar los rastrojos que va sembrando nuestra condición de colonia
moderna. Basten algunos ejemplos: las grandes mineras son responsables de la
contaminación de vastas zonas en el país y del riesgo que corren la flora y
fauna. Y de tragedias humanas como la que hoy se vive en Sabinas, Coahuila.
La presión del BM y del FMI, como
ejecutores del Consenso de Washington y la que por su cuenta desarrollaron con energía
de grandes ligas los banqueros y toda clase de transnacionales, llevaron a
modificar la legislación de los países pobres (incluido el nuestro) creando un
manto de impunidad para esos monopolios. ¿Con qué fuerza cuentan después de que
llega un gobierno como el de AMLO? No hay reformas sustanciales al marco legal
que pretenda rescatar nuestra soberanía sobre el medio ambiente y que en el
presupuesto la figura central sea el bienestar ciudadano, pues mientras se
priorice el pago al servicio de la deuda pública, la salud, educación,
alimentación y vivienda de los mexicanos pasa a segundo término.
Los gobiernos anteriores no sólo
modificaron negativamente leyes, desmantelaron centros de investigación sobre vacunas,
hicieron todo lo posible por desaparecer el sistema de salud (casi se salen con
la suya) y abrieron todo el zaguán de la casa para que no tuvieran tropiezos
los extranjeros que quisieran continuar el saqueo de nuestras riquezas. Hay
timidez en el accionar de López Obrador, quisiéramos que fuera más allá de las
escasas reformas, pero entre los otros dos poderes los intereses no han
cambiado mucho. Y si hay tozudas resistencias en la mayoría de los legisladores
(que incluye a no pocos morenistas) ¿qué podemos
pensar del Poder Judicial, fiel heredero de tiempos que se resisten a morir? Pruebas
de su interesada filosofía han sobrado.
Damos de nuevo la bienvenida a la
convocatoria de la Alianza Ambientalista Sinaloense, de la Comisión de Defensa
de los Derechos Humanos en Sinaloa y de la Cooperativa de Pepenadores Progreso
de Culiacán, para el I Foro Tratamiento de la Basura: Privatización o Economía
Social, que sentará sus reales el viernes 26 de agosto en la ciudad de
Culiacán. El foro tocará apenas un punto de la amplia agenda sobre el medio
ambiente, pero es un fuerte llamado a revisar el estilo de vida que nos han
impuesto banqueros y transnacionales, y a ver con otros ojos la naturaleza y
los preciados recursos que nos obsequia.
El foro contiene un mensaje de gran
trascendencia: salvar de la privatización los servicios públicos que aún
conservamos, especialmente el tratamiento de la basura y, aprendiendo lecciones
de la pandemia, invita a jubilar el Modelo económico que ha llevado al filo de
la catástrofe al medio ambiente. La economía circular es una alternativa de
trato respetuoso a los recursos disponibles y la economía social y solidaria es
una propuesta que vuelve a poner en el centro de la vida la figura humana. Una
divisa queda muy clara con ello: el ser humano es el importante, no el capital.
Vale.
Profr. Oscar Loza Ochoa
Comisión de Defensa de los Derechos Humanos en Sinaloa/Jesús G. Andrade #475 Desp. 8/Culiacán, Sin./CP 80000/ Tel. (667) 712.56.80/oscar.lozao@gmail.com