En el transcurso
de este jueves 10 de agosto me entero de la irresponsable medida de permitir el
regreso de los desplazados de los municipios de Mocorito y Sinaloa. Me parece
que la frivolidad les gana a las instancias encargadas de evaluar las
condiciones para un regreso seguro. No han bastado las experiencias que dejó la
Operación Cóndor en los años setenta del siglo pasado, tampoco los dolores y
pérdidas que nos dejaron las imprudentes invitaciones que en su momento
hicieron los gobiernos de Mario López Valdez y de Quirino Ordaz Coppel. Los
intentos de regreso terminaron con la pérdida de vidas de poco más de una
docena de personas.
Ayer y hoy he
recibido sendas llamadas telefónicas de doña Esperanza Hernández Lugo, en las
que me habla con la angustia a flor de piel de los viajes organizados por
Secretaría del Bienestar regresando a los desplazados. Tiene mucha razón, pues
ella fue víctima del primer desplazamiento forzado de este siglo en ese
lastimado Sinaloa municipio. Y desde 2012 se mantiene a la cabeza de sus
paisanos desplazados. Las cosas no han sido fáciles para ella y sus compañeros
de diáspora, toda vez que no han faltado acosos, amenazas y hasta un atentado.
Con una medida cautelar en la mano expedida por la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos, toca puertas y habla con autoridades defendiendo a sus
desplazados.
A menos de dos
semanas en que la violencia volvió por sus fueros en Sinaloa municipio y
repercutió en comunidades de Mocorito, nunca imaginé que la autoridad estuviera
de acuerdo y que impulsaría el regreso de los desplazados. Ni a los gobiernos
de MALOVA y de Quirino Ordaz los invadió la fiebre de la desesperación por
regresar a los desplazados en las primeras semanas de la tragedia. Impacta
profundamente saber que el presente gobierno, el del maestro Rubén Rocha
(fundador con desplazados de los años setenta de la colonia 15 de julio en
Guamúchil), permite, sin más, el regreso de quienes aún no se reponen del susto
y de las pérdidas de los días 28 y 30 de julio.
Planear el
regreso de los desplazados le costó a Colombia unos 40 años. Es cierto que
buscó antes negociar la paz con sus guerrillas y obligar a la entrega de armas
a los grupos paramilitares; además de reducir la influencia geográfica de las
bandas organizadas del narco. Todo ello no fue poca cosa. Es cierto que en
Sinaloa no hay grupos insurgentes que reivindiquen la lucha social armada, pero
si hay bandas organizadas en los diferentes municipios de la entidad. Y estas
no han disminuido ni en el número de organizaciones ni en los miembros que
componen sus filas. En cuatro de los cinco desplazamientos, la causa central es
la violencia ejercida por esas bandas.
En el caso
nuestro, no conozco un informe oficial que nos asegure que las condiciones que
hicieron posible el desplazamiento interno ya desaparecieron en los once
municipios en los cuales hubo diásporas entre 2009 y 2022. Y si hablamos del
más reciente fenómeno que expulsa familias al por mayor de las zonas en
conflicto de Sinaloa municipio y Mocorito, ni tiempo ha tenido la autoridad
para asimilar el problema, menos para documentar y elaborar un informe. Pero de
manera inexplicable nos enteramos del regreso masivo de las víctimas del
desplazamiento. Y nos preguntamos, ¿y el artículo 25 de la Ley para Prevenir,
Atender y Reparar Integralmente el Problema del desplazamiento Interno Forzado
en Sinaloa?
La legislación,
por lo visto, es un asunto para los museos. Y es una verdadera pena que así
sea. Debo decir que el día martes 1° de agosto la Comisión de Defensa de los
Derechos Humanos en Sinaloa, visitó el albergue de los desplazados en
Guamúchil. Coincidimos con el gobernador Rubén Rocha Moya en el CBTiS 45. Solicitó
nuestra opinión sobre el caso y le expresamos los temores de que se permitiera
o promoviera el regreso de los desplazados en las condiciones que prevalecían
en esos momentos y que no han cambiado, por cierto. Algunos desplazados le
preguntaron si apoyaría el regreso de ellos, él les expresó que sí y si querían
quedarse, también los apoyaría.
Nuestra opinión fue
que no había condiciones para el regreso en el futuro inmediato y que, en todo
momento, la autoridad debía observar lo que establece el artículo 25 de la Ley
citada arriba, pues dicho artículo ordena que antes de volver a las
comunidades, la Secretaría General de Gobierno debe elaborar un informe en el
que de demuestre que las condiciones que hicieron posible desplazamiento ya
desaparecieron. Ese informe debe ser analizado por el Comité Intersecretarial,
y de aprobarse, aún tiene que ponerse a consideración de los mismos
desplazados. Nada de eso ha sucedido.
¿Por qué no se
contempla lo establecido en la Ley? Porque al menos hay desconocimiento sobre
las consecuencias del fenómeno desplazamiento interno, porque hay inmadurez al
tomar decisiones y porque, a pesar de la experiencia, se sigue creyendo que, al
haber presencia militar o policial, las cosas ya están resueltas. Así lo creyó
MALOVA y sus frivolidades costaron al menos ocho vidas. De nuestra parte
deseamos dejar muy claro: hay una grave responsabilidad al resolver el regreso
de los desplazados de Sinaloa municipio y Mocorito sin contemplar lo que
mandata el artículo 25 de la Ley sobre el desplazamiento interno. Ojalá no pase
nada malo. Pero no hay buen augurio si los que generaron la violencia siguen
libres, con mismo el poder y con el teatro de operaciones a su favor. Ciudadano
gobernador, si la madurez no cabe en la Secretaría de SEBIDES, que la sabiduría
del buen gobernante se imponga. Vale.
Profr. Oscar Loza Ochoa
Comisión de Defensa de los Derechos Humanos en Sinaloa/Jesús G. Andrade #475 Desp. 8/Culiacán, Sin./CP 80000/ Tel. (667) 712.56.80/oscar.lozao@gmail.com