El pasado 5 de febrero fue conmemorado
por cientos de sinaloenses muy a su manera. El día de nuestra Constitución
Política era una jornada en la que desganados gobernantes, acompañados por
algunos burócratas de escasa formación cívica, encabezaron una apresurada
ceremonia en la que depositaban la obligada ofrenda floral y se hería el aire
con un desabrido discurso, más atento a la forma oratoria de moda, que a un
arrebato oral nacido del compromiso o de la vocación militante que no agota su
arraigo en el pueblo al ocupar un cargo público.
En este aniversario de la Constitución,
tres significativas manifestaciones ciudadanas tomaron la calle en las ciudades
de Culiacán, Mazatlán y Guasave. La composición social de esos grupos sociales
es de desplazados por la violencia, de familias desplazadas por razones
económicas, de precaristas sin trabajo permanente, de núcleos familiares que se
desenvuelven en modestos hogares de una o dos piezas. Los sin casa, pues, como
perfil social.
Más que una mera cercanía a la lógica
constitucional, vale decir que salir a la calle y plantear la emergencia que
representa el déficit de la vivienda en México, en especial Sinaloa, resulta
una congruencia ciudadana y en una responsabilidad social, frente al descuido y
abandono del Estado ante uno de los problemas centrales del país. La vieja
consigna de López Obrador: Por el bien de todos, primero los pobres; nunca ha
tenido mayor vigencia que en nuestros días, pues cómo entender que un país
tenga desarrollo sin compartir parte de los beneficios con los que producen la
riqueza. Donde buena parte de los conciudadanos tienen como horizonte la
escasez, no hay sustentabilidad de nuestra economía nacional.
Por eso las manifestaciones ciudadanas
del pasado día 5 adquieren una gran importancia, porque se conmemora la Carta
Magna reivindicando el derecho constitucional a la vivienda, que consagran sus
artículos 1° y 4°. Y al demandar ese derecho está presente el Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales y las resoluciones
de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Lo está porque tanto el Pacto
como las resoluciones de la Corte IDH, cierran el paso a cualquier intento
burocrático de posponer el cumplimiento de los derechos que implican un costo
en el presupuesto federal.
Al reivindicar el derecho a la vivienda
digna y a que los ayuntamientos cuenten con reservas territoriales para vivienda
popular, los ciudadanos que salieron a la calle, se acercan a la preocupación
de la ONU que plantea el necesario alcance de metas en su Agenda 2030. En
términos generales es el abatimiento de la pobreza y en los planos
particulares, el avance sustancial en renglones como la vivienda. Y entre las
cosas que le quedan claras a los manifestantes, es que no será posible avanzar
hacia esos objetivos si no se reorienta la aplicación del presupuesto público.
La intromisión del neoliberalismo en
todos los recovecos de la economía y la política nacional, llevó a que
instituciones nobles como Infonavit, Fovissste, Corett y las
instancias estatales como Invies (hoy Cvive en Sinaloa), perdieran el rumbo y terminaran
contratando a constructoras privadas y cediendo su campo de acción a
desarrolladores particulares, banqueros y despachos de cobranza, que con el
despojo y los intereses leoninos han profundizado la pobreza de cientos de
miles de familias que se vieron envueltas en los tornados de créditos
impagables y de intereses que los hicieron perder el techo que pagaban y volver
a engrosar las filas de los sin casa.
El fracaso de las políticas públicas en
materia de vivienda está a la vista de todos. Y no sólo en lo que toca a
créditos que terminan en impago para muchas familias. Veamos un ejemplo de lo
que sucede por el rumbo de Alturas del Sur, en la parte sur oriente de la
ciudad de Culiacán. Se construye con la prisa que exigen los negocios sin
competencia, sin mucha inspección oficial, sin que se cumplan con las normas
elementales de las áreas de donación obligatorias o con las recomendaciones de
la ONU en el sentido de que por cada habitante debe contarse con 19 metros
cuadrados de área verde o al menos lo que recomienda la OMS, de 15 metros
cuadrados por ciudadano.
La nota roja de los medios de
comunicación nos obsequia con puntualidad lo que sucede en los puntos rojos de
la ciudad. Y las coordenadas que ni tardas y ni perezosas entraron a competir
con otras en la expresión de faltas al Bando de Policía y en el terreno del
delito, son las que corresponden al Sector de Alturas del Sur, que sigue en
construcción. Es muy lamentable que ni las autoridades de seguridad ni las que
tienen que ver con el desarrollo urbano hayan volteado a ver lo que está
sucediendo allí. Y que no analicen qué provoca esa violencia, que lastima
muchos hogares y cobra un número alto de vidas. El diseño de ese asentamiento
no es ajeno a las causas, pero hay otros aspectos que interesan en el análisis.
El poder del desarrollador no debe ser limitante para cumplir el deber de
revisar lo que pasa en esa riesgosa zona. Vale.
Profr. Oscar Loza Ochoa
Comisión de Defensa de los Derechos Humanos en Sinaloa/Jesús G. Andrade #475 Desp. 8/Culiacán, Sin./CP 80000/ Tel. (667) 712.56.80/oscar.lozao@gmail.com