No tengo ninguna
duda de la importancia del II Informe de Gobierno de Rocha. Hay cosas
sustanciales de obra material y de acciones de carácter social que deben
ligarse a eventos solemnes y concentraciones informales, para compartir el
esfuerzo de la gestión como gobierno (a través de cifras, alcances de la
inversión pública y estilos del discurso público). El Informe de labores 2023
bien merece este trato. Pero las circunstancias que se presentaron el pasado
día 29 de noviembre no dieron lugar a que la jornada fuera propicia para el
lucimiento del acto oficial.
¿Qué sucedió a
lo largo de todo año y que dificultó las actividades de la autoridad el día del
Informe? Un conflicto entre la Universidad Autónoma de Sinaloa y dos poderes
del Estado: salpicado con actores del Partido Sinaloense y declaraciones desde
el Poder Estatal que poco ayudan para encaminar el desencuentro a una solución
definitiva. Deseable es que la UAS se libere del lastre que representa la
presencia dominante de un partido político en su seno, pero también anhelamos
que el discurso desde las instancias de gobierno se apegue al marco
constitucional. Sin exceptuar los momentos críticos.
Hago referencia
explícita a las declaraciones del diputado Ricardo Madrid que, al informar
sobre la suspensión del Informe, señaló: “Ante la provocación, ante los actos
que han ejercido estos exfuncionarios, lo digo y lo recalco, corruptos que hoy
están vinculados a proceso, la determinación de la Mesa Directiva es clara, no
pondremos en riesgo a nada ni a nadie.” Sí, hay funcionarios vinculados a
proceso, pero los procesos a los que están vinculados no han concluido. Y, de
acuerdo a la Ley, mientras no se pruebe en juicio esa acusación, es decir,
mientras no haya sentencia definitiva, el trato que reciban corresponde al de
no ser culpables.
El marco legal
contempla la separación de procesados y sentenciados en las cárceles,
precisamente para diferenciar el trato. Y esas declaraciones del legislador
toman el puesto de un juez (juzgador), pues se adelanta en la calificación para
justificar la decisión de suspender el acto solemne.
Por su parte el
diputado Feliciano Castro, presidente de la JUCOPO, dijo: “¿De quiénes estamos
hablando? De un grupo de funcionarios imputados por corrupción, para que nos
entienda mejor la gente de Sinaloa, acusados de ser presuntos rateros que han
agraviado el patrimonio de la Universidad Autónoma de Sinaloa.” Lo mismo
diremos del diputado Castro Meléndrez, cuyas declaraciones de descalificación a
las autoridades universitarias no se circunscriben a los últimos días.
Otro problema
que tomó fuerza desde el mes de junio es el de los maiceros. Es cierto que es
materia federal la atención de las diferentes demandas de productores de maíz,
pero padecemos dos males: seguimos dependiendo de la bolsa de granos de Chicago
(dependencia inexplicable) y las políticas públicas contemplan apoyos y
aplicación a los pequeños y medianos productores. Los grandes agricultores
quedan fuera. No se entiende que se quiera alcanzar soberanía alimentaria de
esa manera; pero aún así, tampoco se ha respondido en tiempo y forma a los
productores pobres. Y el gobernador Rocha ha tenido que dar la cara con
recursos locales.
Debemos
considerar loable el esfuerzo hecho para la basificación de centenares de
médicos y personal sanitario auxiliar, que tenían varios años con salario de
miseria y sin prestaciones de Ley. Hacerlo implicó realizar malabares con el
presupuesto. Y se llevó a cabo contemplando manifestaciones reiteradas de los
trabajadores de la salud. En las poco más de 6 mil escuelas quedan pendientes
centenares de problemas heredados de los regímenes anteriores. Algunos fueron
atendidos y mal hilvanadas las soluciones, pues plancharon muchas de las
injusticias anteriores y quienes las sufrieron siguen esperando la corrección
de esas faltas.
Pero no podemos
dejar de lado que, desde el 5 de febrero del presente año, se creó la
Coordinadora Estatal por el Derecho Humanos a la Vivienda, con el propósito de
que el Artículo 4° Constitucional cobrara vida en su mandamiento del “derecho a
una vivienda digna y decorosa”. El INEGI habla de un déficit de 432 mil
viviendas en Sinaloa. Nadie ignora que al menos el 30 por ciento de las
familias en Sinaloa vive en condiciones precarias y muchas de ellas se hacinan
en hasta tres núcleos familiares en una sola casa. El Plan de Gobierno reconoce
que uno de cada tres sinaloenses es pobre. De ello han resultado algunos
compromisos del gobernador, incumplidos hasta el día de hoy: adquirir reservas
territoriales para aliviar la demanda de lotes por esas familias pobres y
contemplar un renglón para vivienda popular en el presupuesto 2024. Seguimos
esperando.
El II Informe de
Gobierno, reitero, tiene una importancia y dimensión muy grande. Merece
presumirse en reunión solemne del Congreso del Estado y en asambleas públicas.
Ojalá se programen estas, pero hay cosas de forma en el trato de los problemas
sociales y con los actores que los acompañan, que deben ser revisadas. Nada
pierde el Estado ni el gobernador ni quienes ejercen el control en la Cámara de
Diputados si se hace más fluida la comunicación y el trato, más allá de lo que
el Poder Judicial le corresponda hacer o quizá adelantándose a él, pues a final
de cuentas quien acusa es el Poder Ejecutivo (del que forma parte la FGE). La
gobernanza en la entidad lo pide y la paz pública lo demanda. El año de 1981 nos
dio una gran lección durante el conflicto UAS y Gobierno de Toledo Corro,
aprendamos de ella. Vale.
Profr. Oscar Loza Ochoa
Comisión de Defensa de los Derechos Humanos en Sinaloa/Jesús G. Andrade #475 Desp. 8/Culiacán, Sin./CP 80000/ Tel. (667) 712.56.80/oscar.lozao@gmail.com