Siempre se
aferra uno a algo. Qué sé yo, hasta al viento.
José Revueltas
El reloj histórico nos señala que han
transcurrido 8 años y cinco meses. Y que han sido días de interminable espera
por el regreso de los 43 estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa. También
suman 3 mil 72 noches de insomnio y de una pesadilla que no encuentra salida
sin la presencia de los normalistas desaparecidos en la noche de Iguala de
aquel 26 de septiembre de 2014, en la que la violencia coordinada entre el
Estado y los grupos criminales tomó por asalto las libertades y los derechos
humanos. No sólo fueron víctimas los alumnos de la Normal Rural. Todo el país
es damnificado por los vergonzosos hechos de la noche de Iguala de 2014.
La justicia no llegó en el régimen que
cometió el crimen. Una conclusión obligada es que ni la verdad sobre los hechos
ha llegado a nosotros ni la justicia plena ha tocado las puertas de las
familias de las víctimas. Y como consecuencia los responsables no han recibido
el castigo que les corresponde ante ese crimen de lesa humanidad. La razón
detrás de todo ello la supo el pueblo desde el primer momento: ¡Fue el Estado!
Se dijo en la calle, en la plaza pública y en todo núcleo de conversación. Lo
ha reconocido la autoridad que hoy gobierna el país.
Pero la justicia se tropieza en el
presente sexenio de AMLO. Vale la pena reflexionar sobre el esfuerzo que se ha
llevado a cabo, con el fin de conocer la verdad sobre la desaparición de los 43
estudiantes de Ayotzinapa y los obstáculos con los que se ha chocado. Como
parte de los compromisos se creó una Comisión de la Verdad sobre el Caso
Ayotzinapa y el problema general de desaparecidos. El presidente de dicha
Comisión, Alejandro Encinas, presentó un informe en agosto del año pasado, en
el que destaca la reiteración de que hay responsabilidad del Estado en los
hechos de Iguala del 26 de septiembre de 2014 y en el que se señala la participación
de altos jefes y tropa del Ejército mexicano, de policías federales y locales.
En dicho informe se reclamó la acción de la Fiscalía General de Justicia y del
Poder Judicial, para que comparecieran ante dichas instancias alrededor de 80
nuevos presuntos responsables.
Mientras eso planteada
la Comisión de la Verdad, el Poder Judicial dejó en libertad a 120 implicados
en los hechos en que desaparecen los 43 estudiantes de Ayotzinapa. ¿Así cómo
acceder a nuestro derecho de conocer la verdad y a la plena justicia para dicho
caso?
¿Quiénes son los implicados? El
presidente municipal de Iguala, el jefe de policía de ese municipio y otros
altos funcionarios de la localidad. Pero el informe de la Comisión de la Verdad
señala con índice de fuego al jefe del Batallón militar de Iguala, al
comandante de la 27 Zona Militar de Guerrero, al ex procurador general de
justicia, Jesús Murillo Karam, entre otros muy importantes funcionarios de la
República. Sin dejar de lado a los jefes de grupos criminales como Guerreros
Unidos.
Los reveses que impone el Poder
Judicial. Hay un juez federal que por sus sospechosas maniobras ha permitido la
libertad de al menos 120 de quienes estaban presos por el Caso Ayotzinapa:
Samuel Ventura Ramos. A pesar de que la Comisión de la Verdad señala
irregularidades en el actuar de este juez y en sus resoluciones, hasta hoy
desconocemos que el Consejo de la Judicatura haya tomado en serio cartas en el
asunto y que imponga una sanción ejemplar al mencionado juez. Lo que sí tenemos
como certeza es que esas actuaciones ponen de cabeza el proceso donde se juzga
el Caso de los 43 estudiantes y en riesgo de que todo esfuerzo
por encontrar la verdad y la búsqueda de plena justicia se vaya al demonio.
También hay que decir que como los
implicados se mueven en las esferas del poder económico y político, las
presiones en contra del informe de la Comisión de la Verdad no se hicieron
esperar. Hubo una verdadera campaña contra el presidente de la Comisión,
Alejandro Encinas y por la defensa de los personajes señalados como
responsables de la noche de Iguala. Basta ver los medios y las redes en fechas
inmediatas posteriores al informe.
Todo esto nos lleva a preguntarnos,
¿Quién tiene el poder en México? Pues a eso nos remite el caso Ayotzinapa. El
régimen de la 4T tiene una parte del poder político, la de mayor peso, digamos.
Pero el poder económico y militar está en otras manos y es el factor
determinante no sólo en el rumbo económico del país. Lo es también en la vida
política del país. No es gratuito que hasta el día de hoy no tengamos ni la
verdad de los hechos en nuestras manos y, desde luego, el castigo a los
responsables y la plena justicia para el Caso Ayotzinapa.
Hagamos un balance del movimiento: la
desaparición forzada no se detuvo después de Ayotzinapa. La mayor parte de las
desapariciones presentes se contabilizan después del 26 de septiembre de 2014.
¿Por qué ha sucedido esto?
A pesar de que a la par surgió un fuerte
movimiento nacional contra la desaparición forzada de personas después de
Ayotzinapa, el fenómeno no ha parado. Y su característica principal es que se
volvió un problema verdaderamente nacional. En los últimos meses nos hablan de
una caída en el delito de desaparición forzada, pero la cifra ronda los 110 mil
desaparecidos en México. Con todos los esfuerzos que realizan familiares y las
autoridades en los diferentes niveles, hay un problema central: estamos
huérfanos de una estrategia nacional y local que esté comprometida con detener
el fenómeno de la desaparición forzada. Hay apoyos para búsquedas, pero de lo
que se trata es parar la práctica de la desaparición forzada. Que no nos digan
que eso no se puede. Lo hicieron Argentina, Uruguay, Brasil y Chile, después de
expulsar a sus dictaduras militares. ¿Por qué México no puede hacerlo?
Tenemos otro problema no menor, el
gobierno de AMLO entró a su fase final, ¿cumplirá su misión de encontrar la
verdad y de alcanzar justicia plena antes que termine 2024? A como están las
cosas, lo dudamos. Pero la sociedad civil no puede cruzarse de brazos. No puede
perder la esperanza y rendirse.
Aunque el pueblo mexicano dio su
veredicto desde el primer momento, después de la tragedia. Hay un recurso
utilizado con cierta frecuencia en nuestro país, que sirve para confirmar el
principio de justicia y que permite guardar memoria de los hechos y de
educación para las generaciones venideras: el Juicio popular. Proponemos que el
próximo 26 de septiembre, en el IX aniversario del Caso Ayotzinapa, realicemos
ese Juicio popular en esta Plazuela Obregón. El dolor de muchas familias con
desaparecidos encontrará consuelo en ello y la historia tendrá un vaso
comunicante con los intereses de la Nación y sus hijos.
Profr. Oscar Loza Ochoa
Comisión de Defensa de los Derechos Humanos en Sinaloa/Jesús G. Andrade #475 Desp. 8/Culiacán, Sin./CP 80000/ Tel. (667) 712.56.80/oscar.lozao@gmail.com