Tres puntos
geográficos de Sinaloa se vuelven referencia sobre el tema del medio ambiente. Esas
coordenadas también son pilares centrales de importantes movimientos que reivindican
la defensa del medio ambiente, el mantenimiento permanente de las condiciones
naturales del suelo, las aguas, las especies vegetales y animales, tal como han
sobrevivido hasta el presente. No aceptan ni juegos de palabras o de conceptos
que pretendan convencer que con la llegada de grandes inversiones de capital a
esas zonas, el micro mundo que a duras penas se mantiene en pie protegiendo
flora y fauna, seguirá existiendo sin mayores cambios.
También hay
quienes ponen por delante las grandes inversiones para abrir empresas
industriales o enclaves turísticos, cuya filosofía no va más allá de querer
justificar la acción depredadora del medio ambiente por un ilusorio progreso de
los lugares donde inversionistas, extranjeros o nacionales han puesto los ojos,
acompañados por una élite financiera que ya hace cuentas alegres sobre los
dividendos que las inversiones les rendirán.
Topolobampo, asiento
de una cultura indígena cuyos orígenes se pierden en la noche de los tiempos, es
el estratégico vértice de la hermosa Bahía de Ohuira. Tres ejidos y una masa de
pescadores que viven en el rico y gigantesco litoral lo defienden desde hace una
década de las abominables intenciones para crear una planta industrial de fertilizantes,
que de realizarse se convertiría en la amenaza permanente contra la tierra
donde un tiempo Albert K. Owen soñó erigir una comunidad socialista con un
amplio grupo de extranjeros. A cambio del desastre natural que los yoremes
mayos temen para su territorio sagrado, las autoridades anteriores y las
presentes les dicen que crearán unos 5 mil empleos. Esos son los que ahora garantiza
una sana Bahía de Ohuira.
Los viejos
habitantes de la Isla de la Piedra en Mazatlán han manifestado su rotundo
rechazo al desplazamiento de los campesinos residentes en dicho lugar. Son
ejidatarios muchos de ellos y durante su vivir en la zona aprendieron a cuidar la
flora y la fauna del lugar. El mar ha sido el muro natural en tres de los
cuatro costados que ha defendido la originalidad de la vida en dicha zona pues,
aunque su extremo poniente casi toca los muelles del puerto, el canal de
navegación es un seguro de vida hacia la individualidad y conservación de la
Isla del Bosque. Los inversionistas han manifestado mucho apetito por la ínsula,
inclinación que data de hace tiempo y que al saber de las limitaciones
económicas de sus habitantes se les tienta con ofertas de dinero y con
presiones. De salirse con la suya los inversionistas fuereños y locales, la
romántica Isla de la Piedra se convertiría en el descanso de extranjeros que
poco les importarán los tesoros naturales que hasta hoy guardan cada rincón de
la tierra y la flora. Sin olvidar escolleras y puntos vírgenes.
El emblemático Cerro
del Crestón en Mazatlán, donde luce el Faro natural más alto del mundo, corre
el grave riego de perder buena parte de su flora y quizá la extinción de su
fauna. Una simple tirolesa puede hacer ese tremendo daño. El capital ha visto
la potencialidad de ese inigualable lugar para hacer dinero. La construcción ofenderá,
de por sí, la naturaleza que reina en el lugar y hacer desfilar a diario a una
masa humana para montarla en la tirolesa será depredar cada metro, cada
centímetro de ese monumento natural del puerto mazatleco.
En semanas
recientes han coincidido los defensores de Topolobampo, los ecologistas de
Mazatlán y los residentes de la Isla de la Piedra. Manifestaron en algunas
conferencias de prensa que nada parará su vocación de defensa de territorios
sagrados y de santuarios naturales donde la cultura y el respeto por el medio
ambiente han encontrado la ecuación más sabia para preservar el patrimonio
natural y poder heredarlo a las nuevas generaciones con la responsabilidad que
le corresponde a nuestra generación.
En dichos
encuentros los yoremes mayos de Ohuira, los defensores del medio ambiente y los
ejidatarios que luchan porque la Isla de la Piedra sea un verdadero patrimonio
insular para Mazatlán y no un territorio vedado para la población mazatleca y
nacional. En la coordinación organizativa y en el dominio pleno de sus
problemas han encontrado una inteligente salida al galimatías y huracanado
problema que tienen enfrente: han constituido un Frente Estatal para la defensa
de cada uno de sus problemas. Y el acuerdo de constituir dicho frente ha
rebasado las fronteras del estado de Sinaloa. Muchas miradas a nivel nacional
se han vuelto hacia nuestra entidad para aprender de la experiencia de estos
movimientos..
Y lo interesante
de los defensores de Ohuira es que se preparan, por si es menester, para desplegar
iniciativas legales ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos y ante la
Corte Penal Internacional. Los mazatlecos en lucha por preservar su medio
ambiente como patrimonio de todos dejan abiertos los diversos caminos de la
lucha, tanto la que pertenece al activismo, como ya lo han probado, como la que
hay que desarrollar en los tribunales nacionales y también en los
internacionales. Será aleccionador ver ese despliegue de iniciativas de unos y
otros, pero todo será más rico como movimiento social si la solidaridad con
esas luchas recibe el respaldo de todos los ciudadanos que coincidamos que en
ello nos va el derecho humano a disfrutar la vida en plena armonía con la
naturaleza. Vale.
Profr. Oscar Loza Ochoa
Comisión de Defensa de los Derechos Humanos en Sinaloa/Jesús G. Andrade #475 Desp. 8/Culiacán, Sin./CP 80000/ Tel. (667) 712.56.80/oscar.lozao@gmail.com