DESAPARICIONES
FORZADAS, INAPLAZABLE SU DETENCIÓN.
Necesitamos
una visión nueva y distinta,
capaz
de ofrecernos esa paz y el auto convencimiento de que,
de
aquí a unas décadas, no nos mirarán con rabia e incomprensión.
Andreu Escrivá
Hay éxitos que
no debieran serlo. Me refiero a que localizar personas desaparecidas no dejamos
de considerarlo un evento exitoso. Lo es, sin duda. Pero lo mejor de todo sería
que la práctica de desaparecer a seres humanos no fuera parte de nuestra cruda
realidad. Nos alegra, con mucha razón, encontrarnos con la ciudadana o
ciudadano que buscamos porque se encontraba en calidad de desaparecido. Quizá
tanto más cuando los días se dilataron dolorosamente haciendo de su ausencia el
insufrible vacío familiar y la emergencia desesperada de amigos y compañeros de
estudio o trabajo. Ver a ese ser querido, después del incierto periodo de
ausencia, resulta tan reconfortante como una fresca brisa en tarde de verano.
El día 22 de
mayo, iniciamos la búsqueda del preparatoriano Javier Maximiliano, desaparecido
la noche anterior y casi simultáneamente empezamos a rastrear el paradero de
Iván Antonio, un culichi con residencia temporal en la ciudad de Tepic.
Josefina, la madre de Javier Maximiliano, le impuso un perfil a la búsqueda que
en mucho debe ser modelo para los familiares que viven la misma malaria (como
dice mi madre) que ella. Con capacidad sobrada de liderazgo echó a andar un
amplio grupo de compañeras de trabajo pegando aquí, allá y acullá volantes con
la imagen de su hijo y reclamando la colaboración de la ciudadanía para
localizar al joven de la Prepa Central de la UAS.
Organizó una
marcha hasta Palacio de Gobierno, un plantón en la Fiscalía General del Estado,
conferencias de prensa, brigadas de búsqueda in situ y la saturación de las
redes sociales con el perfil de Javier Maximiliano, sin dejar de convocar a que
la ciudadanía se sumara a esas jornadas y colaborara con los pocos o muchos
datos que tuviera del caso. No dejó un solo día de visitar o hablar con los
investigadores adscritos al caso y con la MP. Creyó necesario tocar puertas con
personajes de la política de ayer y de hoy. Llamó a las puertas que le fue
posible llegar, con el derecho que tiene una madre a quien le desaparecen un
hijo entrañable.
Quince días
después, luego de las interminables búsquedas, en la tensa y calurosa madrugada
del día 6 del presente mes, un convoy de los mismos que se lo llevaron lo liberan
frente a su casa en condiciones de suma fragilidad de salud física y emocional.
La alegría de doña Josefina desborda las angustias y desvelos vividos al filo
de la desesperanza, de cuando la fe se aferra al más delgado vaso comunicante
que puede llevarnos al hijo desaparecido.
De Iván Antonio
diremos que, la familia tenía un domicilio en la colonia Menchaca de la ciudad
de Tepic y el número de un teléfono que se mostraba tan sordo como Beethoven.
Nuestras primeras pesquisas nos llevaron al barrió tepiqueño donde hacía vida
junto a otros jóvenes. Los vecinos nos dijeron que unos días atrás, fuerzas de
la Marina o la Guardia Nacional se había llevado al grupo de muchachos que allí
vivían. Había que agotar las indagatorias en la Fiscalía General de la
República, además de hospitales, policías locales y mil lugares e instancias
más. Nuestro experimentado visitador Joel Zavala viajó esta semana a Tepic para
buscar hasta por debajo de las piedras a Iván Antonio. En medio de la nada
surgió la voz del mismo desaparecido para indicar que estaba en la vieja
capital de la Nueva Galicia: Compostela, Nayarit.
Iván Antonio ya
está también en el seno familiar desde el miércoles 12, en Culiacán. Y esta
Comisión de Defensa de los Derechos Humanos en Sinaloa, se congratula en haber
colaborado en la búsqueda y localización de los dos jóvenes cuya ausencia abrió
un amargo paréntesis al interior de sus familias. La desaparición no debió
haber tenido lugar, pero es parte de este valle de lágrimas mexicano. Es parte
de nuestra realidad, como lo es también que junto a sus familias y movilizando cielo,
tierra y mar, pudimos reencontrarnos con ellos y tener la satisfacción de que
ya están al lado de sus seres queridos. Gracias sociedad por la solidaridad
obsequiada.
Las experiencias
presentes nos imponen de los vacíos que reinan en materia de desaparición
forzada de personas: la ausencia de una política pública que tenga como meta
detener la desaparición forzada y el protocolo de la sociedad civil (colectivos
de familiares, organismos de derechos humanos y medios de comunicación) que
debe observarse ante todos los casos de ausencia forzada de personas. Una
verdad de a kilo que nos ha mostrado una larga historia de medio siglo de padecer
la desaparición forzada, es que las primeras horas y los primeros días son
determinantes para el esclarecimiento de cada uno de los casos. Dejar pasar los
días nos habla de una odiosa manía oficial de simular investigación, de hacer
crecer carpetas de investigación, pero sin que apunten las indagatorias a
ningún desdichado lugar.
Otra certeza que
nos deja la larga experiencia en el tema es que, si hay conocimiento público
inmediato de los casos y una contundente movilización en la calle, en las
plazas públicas, en las oficinas correspondientes, si se inundan las redes
sociales y hay respaldo de los medios y noticiarios, el asunto tiene grandes
posibilidades de solución. Dejar en manos de la burocracia el asunto es hacer
crecer la estadística del dolor. Ante toda la situación planteada, la Comisión
de Defensa de los Derechos Humanos en Sinaloa emprenderá una cruzada estatal,
con el fin de promover un Congreso de familiares con desaparecidos para el día 31
de agosto próximo. Es necesario revisar todo lo que se ha hecho: la legislación,
los protocolos de búsqueda y sobre todo la política de Estado respecto al tema
de la desaparición forzada. Falta la mano de la sociedad civil en este campo de
los derechos humanos. Y esa mano se expresará de manera organizada. Vale.
Profr. Oscar Loza Ochoa
Comisión de Defensa de los Derechos Humanos en Sinaloa/Jesús G. Andrade #475 Desp. 8/Culiacán, Sin./CP 80000/ Tel. (667) 712.56.80/oscar.lozao@gmail.com