Este miércoles
23 volvimos a salir reclamando la localización de otro desaparecido. Sergio
Cárdenas Hernández, repartidor del periódico El Debate, fue embestido por
personas que conducían un auto contra su motocicleta. Lesionado a consecuencia
de ello fue llevado por un amigo a la Cruz Roja de Culiacán. Después de las
curaciones de rigor el amigo quiso llevarlo a su casa, pero no pudo cumplir el
compromiso: fueron parados en el camino y, sin más, el humilde trabajador del
diario mencionado fue privado de la libertad el sábado 19. Hasta el día de hoy su
familia y la sociedad desconocemos su paradero.
La desaparición
de Sergio, cuya humilde tarea es entregar el periódico a suscriptores, fue
motivo para convocar a una marcha de su familia, amigos, familiares con
desaparecidos, activistas y ciudadanos solidarios. La actividad arrancó de ese
monumento histórico que llamamos Catedral, cuyos cimientos iniciaran don Lázaro
de la Garza y Ballesteros y don Pedro Loza y Pardavé, para llegar hasta la
Fiscalía General del Estado. El calor, la distancia y los problemas de salud de
algunos de los marchistas, creímos que se compensaría con una actitud sensible
de parte de la Fiscal General. No fue así.
Luego de
insistir de parte de los manifestantes en que bajara la ciudadana Claudia
Zulema y atendiera los reclamos de justicia, la funcionaria mandó a su
Vicefiscal de Derechos Humanos con el mensaje de que serían recibidos sólo los
familiares de Sergio Cárdenas. Allí estaban los familiares de otros
desaparecidos. Y reclamaron ser recibidos también. No hubo poder humano que los
convenciera de la necesidad de que los recibiera la Fiscal. Ni la protesta
llena de lágrimas de la señora Lupita Gress, madre de un desaparecido y otras que
tenían la firme esperanza de ser recibidas. El sol abrasaba con un calor de 37
grados, agravados por la ausencia de vientos que al pasar por los álamos de los
ríos Humaya y Tamazula, en ocasiones regalan brizas suaves y frescas a quienes hacemos
plantones frente al edificio de la Fiscalía.
Bien podemos
decir del comportamiento de Claudia Zulema Sánchez Kondo, que ve la tempestad y
no se hinca. Ella arribó al puesto de Fiscal General en medio de una crisis de
la procuración de justicia, misma que no ha tenido ningún respiro a partir del día
9 de septiembre, pues es una crisis sin precedentes. Y, lo peor, es una crisis de
la que el tiempo pareciera volverse ajeno y en la que los daños que nos genera
no tienen muros de contención. Y en lugar de tener autoridades más aplicadas en
su trabajo, más cercanas a los ciudadanos, parece que la crisis las vuelve más
ariscas. Sin mucha empatía hacia los ciudadanos que acuden a sus oficinas y con
un incremento de personal de seguridad en las instalaciones donde despachan.
¿Por qué no
quiso Claudia Zulema que alguien de los presentes acompañara a la familia en la
audiencia? No era la primera vez que recibía a la familia. En la primera
ocasión se le solicitó desde la Secretaría General de Gobierno que lo hiciera.
Pero en ninguna de las ocasiones hubo cosas concretas que huelan a tangibles sobre
el caso. Lo que se alega es que la autoridad está obligada a la secrecía y que
por ello no permiten a nadie más que esté presente. Nadie pone en duda lo que establece
la Ley, pero como el porcentaje de lo que se resuelve en materia de
desapariciones forzadas anda por los suelos, eso nos dice a voz en cuello que
no hay mucho que guardar en el arcón de la secrecía. Ni cancerbero se ocupa.
Pero los
familiares con desaparecidos también se cansan de la inacción y del desprecio
de los funcionarios. Y al negarse la entrada a otras madres, en masa entraron a
las instalaciones y le aseguraron a guardias y a la encargada de “atender” a
los marchistas, que subirían hasta el Quinto Piso, donde se encontraba la
Fiscal. Y al grito de “Si por esto nos van a golpear, háganlo, que no nos vamos
a detener”, avanzaron salvando el filtro de seguridad rumbo al elevador y
escaleras del edificio. Y la reacción de la autoridad no se hizo esperar:
remitieron a los manifestantes al auditorio de la Fiscalía en el Primer Piso,
para ser atendidos por José Luis Leyva Rochín, jefe de la Fiscalía
Especializada en Desapariciones Forzadas y del nuevo Vicefiscal para Derechos
Humanos, quien se presentó como licenciado Eladio.
Con mal sabor de
boca nos retiramos de la Fiscalía, porque no pudimos gestionar como es debido
ni el caso de Sergio Cárdenas ni los otros que llevaban sus madres en las lonas,
en pancartas y en el corazón. Poco después de regresar de la marcha, recibí una
llamada telefónica desde Navolato, en la que un dolorido padre reportaba la
desaparición de su hijo Joel Alexis Magallanes Quintero, el sábado 19. ¿Cómo se
queda uno ante esta situación? Es indescriptible. Nunca es suficiente toda la
experiencia y todo el luengo tiempo en que hemos vivido en la lucha por la
presentación de los desaparecidos, para que no afecte la falta de sensibilidad
de los funcionarios públicos, empezando con la ciudadana Fiscal Claudia Zulema.
¿Con qué
palabras le digo a don Dionisio Magallanes que tenemos una firme esperanza en
la Fiscalía General del Estado? Después de la amarga experiencia de ayer, ¿cómo
invito a este padre a que toquemos juntos la puerta de la FGE? Pero las madres
y padres de personas desaparecidas deben saber que con buenas caras o rostros
agrios, la Comisión de Defensa de los Derechos Humanos en Sinaloa, no dejará de
acompañarlos, de ejercer el derecho de búsqueda, de manifestarnos por las
solidarias calles del estado, hasta llegar a las oficinas de la misma Fiscalía
o a cualquier otra de carácter público, exigiendo justicia para todos los casos
en que el manto de la impunidad impide avanzar en la investigación, sin dudar en
que más de una esquina de ese manto la sostienen malos funcionarios. Bien dice Martha
Beatriz Vega, esposa de un desaparecido: “No es desconfianza, es decepción”. Vale.
Profr. Oscar Loza Ochoa
Comisión de Defensa de los Derechos Humanos en Sinaloa/Jesús G. Andrade #475 Desp. 8/Culiacán, Sin./CP 80000/ Tel. (667) 712.56.80/oscar.lozao@gmail.com