La Montaña

REMONTAR LA OLA DE VIOLENCIA, EL RETO.

Este escenario de violencia es un recordatorio

de que la democracia no puede florecer

en un terreno de intimidación y miedo.

Nancy Guadalupe Domínguez

Las crisis llegan sin pedir permiso. Y así como algunas se marchan tan de prisa como llegaron hay otras que se emperran y se niegan a dejar el campo que invadieron. Estas son las que se incuban por largo tiempo, sorprenden con una sacudida mayor y prolongan su estadía depredadora por semanas interminables. La presente crisis de violencia se nos apareció el día 9 de septiembre pasado. No pocos pensamos que ello se convertiría en un nuevo Culiacanazo, pero que con todo lo doloroso que pudiera ser, no duraría más allá que los anteriores. Una crisis profunda, pero fugaz. No fue así. Rosando los dos meses de incertidumbre, la lectura de los días y de las jornadas de pérdidas no nos dejan ver un horizonte claro sobre el porvenir de Sinaloa y de los estados vecinos.

Hasta la semana anterior, la SEPyC reconocía que 89 escuelas mantenían la suspensión de labores en razón de la situación violenta que afecta a varios municipios de la entidad. Y el comercio ha hecho todo lo posible por continuar levantando ánimos y las cortinas de los negocios que se habían cerrado. Ayuda un tanto que el grueso de ciudadanos retomó las calles de Culiacán y procura hacer su día a día con la normalidad que lo permiten la coyuntura y la prudencia, que sigue siendo nuestra segunda piel. Pero salir de casa y empezar a frecuentar comercios y restaurantes no se convierte en torrente de compras de manera automática. La liquidez afectó a varios sectores sociales en estos días de confinamiento y ralentización de la vida económica.

El Día de Muertos no tuvo el peso económico que originalmente se esperaba. Ojalá el llamado Buen Fin se convierta en el principio de un despegue en el mundo de la economía, que permita no sólo el movimiento positivo de los negocios, sino la oportunidad de un derrame económico que alcance a los estratos sociales más desprotegidos, que les permita sobrevivir y llevar el pan a sus familias. Las semanas anteriores registraron asaltos a pequeños y medianos negocios de plazas comerciales, que manifestaron de alguna manera la ausencia de ingresos en grupos sociales que dejaron de percibir salarios o dividendos en los micronegocios.

No dejó de ser un momento propicio el hecho de que el cuerpo de policía municipal de Culiacán fue desarmado y suspendido en sus labores en tanto se revisaba la licencia colectiva de sus armas y se repetían los consabidos exámenes de confianza. Ese mes de ausencia de policías preventivos en las calles no dejaron de tener consecuencias. Tanto que les echamos críticas y los calificamos de mil adjetivos, lo cierto es que en esas semanas los extrañamos. Muchos comerciantes solicitaron su regreso al ver la multiplicación de asaltos a negocios. No les faltaba razón.

Hay dos apuestas por levantar la vida económica en Culiacán: el llamado Buen Fin, que se ha anunciado con mucha anticipación, buscando que el circulante (el dinero contante y sonante) le haga los honores a los monetaristas que apuestan por el crecimiento de la demanda como el detonante de la economía. La otra actividad es la Feria Ganadera que entrará en acción nomás concluye el Buen Fin. Que los factores externos no alteren esta fiesta de otoño.

Si hemos observado que la ciudadanía hace un gran esfuerzo por retomar la vida cotidiana en los términos en que la vivía antes del 9 de septiembre, si vemos que los productores del ciclo agrícola 2024-25 preparan ya sus tierras para sembrar o ya sembraron buena parte de las hortalizas que producen en invierno, con todas las restricciones que impone un ciclo anémico de lluvias y con las incertidumbres del mercado internacional. Si los vemos empujar con la idea de que la esperanza también se construye, no se espera sentado a que llegue, hay otras tareas que la autoridad y el resto de la sociedad debemos de cumplir. Me refiero a que la autoridad no puede descuidar ninguno de los Cuatro Ejes anunciados para enfrentar la crisis de violencia, sobre todo el Eje Uno.

Se dijo que este eje pondría una atención especial a la cuestión social. Se refiere a la atención de los jóvenes y de los excluidos, con el fin de alejarlos de las garras de quienes encabezan el crimen en nuestro país. Creo que se están tardando, pues no se han hecho públicos ni recursos, ni programas para atenderlos. Y algo que debe ser incluido en ello: la atención cercana, el seguimiento y protección en salud (física y mental), educación y alimentación, de los huérfanos y viudas de la violencia. Ya los hemos descuidado y con ello cobra un lamentable valor la tesis del investigador Luis Astorga Almanza, en el sentido de que los niños que nacen en el entorno de violencia y en barrios con alta incidencia de drogas y adicción, terminarán de punteros, tiradores de esas drogas o de sicarios.

Otro mundo es posible para esos huérfanos y esas viudas si el Estado atiende ese Eje número Uno. Otra tarea aceptada por la autoridad de Sinaloa y en la que se insistió por CANIRAC, por el licenciado Miguel Calderón, del Consejo Ciudadano Estatal de Seguridad y por un servidor, es en el establecimiento de una Mesa de Diálogo Permanente entre sociedad y autoridad. No sé qué esté pensando el Gobernador Rubén Rocha Moya, pero ya hemos perdido más de un mes sin hacer ejercicio de ese diálogo, sin escucharnos y sin elaborar juntos una propuesta de salida a la crisis. Ante ese retraso, volvemos a insistir: sólo hay una fórmula que puede sacarnos del pantano en que estamos metidos: el trabajo conjunto entre la autoridad y la sociedad. Cualquier otro esfuerzo que se haga desde las instancias de gobierno puede tener algunos éxitos temporales, pero no la solución definitiva. Ojalá haya más confianza en las aportaciones desde la sociedad. Ojalá. Vale.

Profr. Oscar Loza Ochoa
Comisión de Defensa de los Derechos Humanos en Sinaloa/Jesús G. Andrade #475 Desp. 8/Culiacán, Sin./CP 80000/
Tel. (667) 712.56.80/oscar.lozao@gmail.com