No
está mal que la política quiera abstenerse de la literatura
y
arreglarse a tiros de fusil.
La
literatura queda libre, y se guarda lo que ella quiere.
Stephany
Mallarmé
El domingo 6 de junio
de 2021, poco más del 56 por ciento de los electores votamos para que Rubén
Rocha gobierne Sinaloa. Por ello a muchos nos pareció fuera de lugar que el
general Oscar Rentería, nuevo secretario de seguridad en el estado, protestara
el cargo en la IX Zona Militar y no en el despacho del gobernador.
La prolongada
crisis de seguridad que vivimos nos invita a observar con lupa dos principios:
el responsable de nuestra seguridad que se va (general Gerardo Mérida), no
puede irse sin rendir las cuentas obligadas ante la sociedad sinaloense que le
confió una responsabilidad, pues se sienta un mal precedente; en la protesta a
su puesto, él mismo manifestó que de no cumplir leal y patrióticamente su
encargo, que la sociedad se lo demandara. Y para el que llega, debe a Sinaloa lealtad
incondicional, que el acto protocolario primero ya no observó y hacer pública
la estrategia con que trabajará para recuperar la paz que hemos extraviado en
el camino. Es lo menos que esperamos.
Por lo demás,
hacemos votos porque el trabajo a desempeñar en la búsqueda de la paz y
tranquilidad, tan caras a los sinaloenses, tenga los éxitos que la sociedad
espera y merece. Y reiteramos que hay dos cosas esenciales en materia de
seguridad que siguen al margen del pensamiento oficial: programas que atiendan
el Eje Primero de la estrategia de la presidenta Claudia (los jóvenes) y la
Mesa de Diálogo con la sociedad civil.
Hago el espacio
debido para comentar en una segunda parte mis lecturas del año: el libro número
21fue Los límites del crecimiento, aquella investigación encargada por el
Club de Roma a Dennis y Donella Meadows y otros del Instituto Tecnológico de
Massachusetts. La tesis principal del informe de 1972 dice: “en un planeta
limitado, las dinámicas de crecimiento exponencial (población y producto per
cápita) no son sostenibles”. Luego leí Cuentos de la peste, de Mario
Vargas Llosa; que nos hace revivir la Pandemia del Covid-19 y hace homenaje a
El Decamerón, a Boccaccio, su autor, y a las víctimas de la Peste de
1348. Los soldados de Salamina, de Javier Cercas, demandaron mi atención.
Al final de la Guerra Civil Española, coinciden la muerte del poeta Antonio
Machado y el fusilamiento de Rafael Sánchez Mazas, fundador de La Falange
franquista y promotor de la guerra. Sánchez Mazas sobrevive porque Antoni Miravalles
(republicano) le perdona la vida y hace carrera con Franco.
Oscar Guillermo
López Moreno, me pidió presentar su libro Corazón sin fronteras. Es su
recuento de la Guerra Civil en El Salvador, en una rica serie de entrevistas
con los protagonistas. Cómo escapar a la provocación que representan las tramas
de Artur Conan Doyle: Los bailarines ponen a prueba la inteligencia y lógica
de Sherolk Holmes. Preocupado por leer el pensamiento de gente de letras
disfruté El escritor y sus fantasmas, de Ernesto Sábato. Llama la
atención su búsqueda de coincidencias entre existencialistas y marxismo. José
Revueltas se interpuso de nuevo y releí su Dormir en tierra. Hermoso
despliegue del dominio del español y de personajes que se enfrentan a un mundo
injusto y con su conciencia. Antón Chéjov no podía faltar con sus Cuentos
escogidos, una verdadera radiografía del mundo rural ruso.
Miguel de
Cervantes está presente en mil imágenes en mi oficina y en casa. Novelas
ejemplares no podían faltar en el repaso al Manco de Lepanto.
Interesante resultó la lectura de La izquierda 1923-2023, de Álvaro
Delgado Gómez y otro. Un seguimiento desde los Flores Magón hasta días
recientes. Patty González me obsequió La última frontera, de Howard
Fast. Es un bello rescate de la historia y heroísmo de los cheyenes de
las Montañas Negras de Dakota del Sur. Me estremeció la novela del París obrero
del siglo XIX con La taberna, de Emilio Zola. Luego regresé a una
lectura de mis años de prepa: Los condenados de la tierra, de Frantz
Fanon. Es una dramática historia de la descolonización de África y Medio
Oriente. Y vuelta a la Guerra Civil de España con El niño que perdió la
guerra, de Julia Navarro. Pablo, hijo de combatiente republicano, es
enviado a la Unión Soviética para que no sufra el franquismo. Crece en el
entorno de la II Guerra Mundial y el Stalinismo. Regresa a la España del ocaso
franquista.
He continuado mis
lecturas con Travesuras de la niña mala, de Mario Vargas Llosa. Mario
retoma datos biográficos para hacer una novela de encuentros y desencuentros
amorosos. Madrid, París y Londres son el escenario de la historia. Un punto
siempre pendiente es la tragedia de Irlanda y con La buena terrorista,
de Doris Lessing, vuelvo a dar vida a recuerdos y personajes como Bobby Sands,
muerto en aquella huelga de hambre de 1984. ¿Volver a Marx? Con Ludovico Silva
toco de nuevo El origen literario de Marx. Interesante hurgar en las
lecturas del genio alemán y su evolución de joven brillante a científico. Con
Philip W. Powell y La guerra chichimeca di un salto histórico para registrar
nuestra resistencia a la conquista española. Rosaura Revueltas aparece con su
historia familiar Los Revueltas. Con Las nuevas caras de la derecha, Enzo
Traverso nos lleva de la mano a un análisis ideológico muy actual.
José Ramón
Cossío Díaz, nos llama la atención sobre un tema muy actual con Los futuros
de la militarización en México. Tuve en mis manos un libro que no quería
leer: En agosto nos vemos, de Gabriel García Márquez. El Gabo renunció a
su publicación, pues la calidad no es la del resto de su obra. No debieron
publicarlo. Mazatlán sigue dando buenas obras, Patricia Carrillo Collard, nos
regaló Nadie que me comprenda. Guillermo, su personaje, tiene fuertes rasgos
del Güilo Mentiras. Mi lectura de La mujer singular y la ciudad, de
Vivian Gornick, me llevó a dibujar una nueva visión de Nueva York y de la mujer
pobre para sobrevivirla. Seguir la producción poética de Rosalío Morales Vargas
fue una necesidad y un placer literario. Concluiré mis lecturas 46 y 47 del año
con Los excluidos, de Elfriede Jelinek y Poesía negra de América, de José
Luis González y Mónica Mansour. Que la paz llegue ya a Sinaloa y que el año
2025 nos presente otro rostro más amable y que su regalo sea la renovación de
nuestra estrujada esperanza.
Profr. Oscar Loza Ochoa
Comisión de Defensa de los Derechos Humanos en Sinaloa/Jesús G. Andrade #475 Desp. 8/Culiacán, Sin./CP 80000/ Tel. (667) 712.56.80/oscar.lozao@gmail.com