̶ El
fenómeno de la desaparición forzada de personas requiere de la atención de
todos. ̶ Dijo Miguel Calderón Quevedo, coordinador general del Consejo
Estatal de Seguridad Pública. Llama la atención porque Miguel es un servidor
público y la exposición la dirige ante el gobernador Rubén Rocha Moya. También
destaca el llamamiento porque es sobre uno de los asuntos más sentidos por la
comunidad sinaloense. La piedra de toque en este renglón no partió desde la
calle o la plaza pública, parte de una instancia de gobierno especializada en
seguridad hacia el jefe del Ejecutivo en el estado. Por todo ello digamos que
se ha escuchado a los familiares con desaparecidos y al hacerlo se manifiestan
algunas propuestas.
En esa reunión
Calderón Quevedo solicita que se incremente el número de tropa de la Policía
Estatal para que se cumpa con las tareas que esa dependencia tiene asignadas,
lo mismo refiere acerca del número de agentes del Ministerio Público, cuya
carga de trabajo supera las capacidades de los mismos. Y en su informe, Miguel
Calderón no dejó de mencionar que hay una situación delicada para las niñas y
mujeres en Sinaloa. Creo que hay sensibilidad sobre los temas y ganas, de
alguna manera, de aportar soluciones a los temas tratados.
Para nosotros el
problema de la desaparición forzada no es un fenómeno aislado, sino que va
ligado a otros renglones del delito como el homicidio y el desplazamiento
interno de personas, conformando lo que hemos dado en llamar crisis
humanitaria. Por tal razón queremos mencionar que hemos insistido repetidamente
que dichos espacios del delito deben verse en conjunto y que las políticas
públicas no vayan por separado al atender estos problemas. Como crisis
humanitaria habrá que ver la situación planteada y las diferentes acciones que se
encaminen a resolver ese conjunto de delitos no pueden estar divorciadas unas
con otras.
Y en nuestra
insistencia de atención al renglón de la desaparición forzada no dudamos en que
deben fortalecerse las estructuras de atención desde la Fiscalía General del
Estado y su parte la Fiscalía Especializada en Desapariciones Forzadas y el
cuerpo de ministerios públicos, pero también hemos hecho énfasis en que la
parte medular de la estrategia se concentre en la detención del fenómeno de la
desaparición forzada. Porque podemos tener más policías y recursos para la
búsqueda de personas desaparecidas, pero siempre iremos atrás del fenómeno si
el Estado mexicano no tiene una actitud de reunir todas sus fuerzas, recursos y
capacidad de convocatoria social para detener esa práctica que tanto daño nos
ha generado.
Es muy loable la
entrega de los colectivos que van todos los días del año a las búsquedas de sus
seres queridos que no regresaron a casa, pero si la actitud de la autoridad no
retoma lo hecho por Argentina, Chile, Uruguay y tantos otros países que
encontraron la manera de llevar a muchos de los responsables de la desaparición
forzada ante los tribunales, de conocer la verdad sobre los hechos que
produjeron tantas víctimas de la desaparición forzada y, lo más valioso de
todo, detener esa nefasta práctica de llevarse a un sinnúmero de personas, en
muchas ocasiones a plena luz del día y frente a testigos, y desaparecerlas.
Todo ello sin que haya lasconsecuencias jurídicas que de manera natural debieran existir.
Ojalá las
palabras de Miguel Calderón vayan más allá de las paredes del salón en donde
las pronunció y que se retomen por otras instancias del Poder Ejecutivo y,
desde luego, por el mundo del activismo en la entidad federativa. La idea es
seguir insistiendo no sólo en el incremento de agentes policiales y ministerios
público, sino lo esencial en todo esto: detener la práctica de la desaparición
forzada. No estamos en contra de darle claridad al mundo de las estadísticas
que existen en torno al problema de la desaparición forzada, pero la intención
no puede ser la búsqueda de disminuir las cifras del delito. Pueden en un
momento determinado ser menores, pero al documentar el objetivo es conocer la
dimensión verdadera del fenómeno.
Tener pleno
conocimiento del problema ayuda a buscar soluciones para los casos. Y al
conocer las cifras y circunstancias de las desapariciones, saltan de manera
automática algunas otras cosas que se tomarán en cuenta a la hora de elaborar
las políticas públicas y los compromisos en el combate a este fenómeno. Todos
sabemos que no hay florecimiento de un delito sin no hay complicidad de la
autoridad en sus diferentes niveles. Y en el problema de la desaparición
forzada hay antecedentes muy claros en ello. Es la gran verdad desde los primeros
casos en los años sesenta.
La historia más
reciente nos habla de desaparición forzada por particulares y por autoridades
locales y federales. Pero siempre encontramos vasos comunicantes entre el
actuar de delincuentes de todo tipo y las autoridades. Reiteramos que los
números son muy importantes. Lo son aunque no registren el total. Puede haber
una gran cifra negra, esa que no se registró nunca, pero los números que
tenemos enfrente siempre nos ayudarán a dimensionar un fenómeno como este de las
desapariciones forzadas; por ejemplo, las estadísticas de la Fiscalía General
del Estado nos dice que hay 4 mil 133 personas desparecidas desde 1996 a la
fecha. Los familiares con desaparecido nos hablan de cerca de 6 mil. Sin entrar
en contradicciones digamos que ambas cifras nos gritan a voz en cuello que el
problema nos menor, que es un problema del tamaño de nuestras preocupaciones.
Así veámoslo y busquemos un compromiso del Estado mexicano para detener la
práctica de la desaparición forzada. Vale.
Profr. Oscar Loza Ochoa
Comisión de Defensa de los Derechos Humanos en Sinaloa/Jesús G. Andrade #475 Desp. 8/Culiacán, Sin./CP 80000/ Tel. (667) 712.56.80/oscar.lozao@gmail.com