si
antes no se resuelven los que amenazan al sistema global.
Dennis y Donella
Meadows
Los números a
veces son el temido basilisco de nuestra existencia. Por eso no quiero echar
mano de las estadísticas para hablar de la crisis de violencia que nos envuelve
desde el pasado 9 de septiembre. La mitología nos habla del peligro de que ese
pequeño demonio nos sorprenda en algún rincón de la casa y con ello nos condene
a una muerte segura. Las cifras de la violencia nos guiñan maléficamente un ojo
y parecen decirnos que estamos condenados a sufrirlas por el resto de nuestras
vidas. Esa es la razón para no comentar números y así como mi madre destruía cada
diminuto huevo que pusiera alguna de sus gallinas̶porque allí se incubaban los basiliscos ̶también
quiero exorcizar los símbolos arábicos que nos dan idea precisa de cómo
marchamos en materia de seguridad.
Arribamos a este
enigmático 2025 con tantas incertidumbres como en los desesperantes años del
Covid-19. Y tantas son que bien haremos en manifestar de manera clara lo que
queremos y lo que no queremos de este año que recibimos con cierto recelo. Al
manifestarlo quizá no espante las cosas no deseadas y a quienes las generan,
pero sí abona en nuestro ánimo para enfrentar lo bueno y lo malo con un
espíritu más templado y decidido a ganar las batallas que ya se dibujan en un
brumoso y cercano horizonte.
¿Qué queremos para
Sinaloa, para su pueblo y para nuestras familias? Que prevalezca el Estado de
derecho en primer lugar, pues sin las garantías que le dan cuerpo y esencia al
Capítulo I de la Constitución Política Mexicana, es imposible encaminar los
pasos hacia el desarrollo y la democracia. Y terriblemente difícil ejercer los
derechos de libertad de pensamiento y de publicar y, desde luego, al de estar informado.
La vigencia del Estado de derecho debe recordarnos minuto a minuto que la autoridad
debe sujetarse estrictamente a lo que establece la Ley. En estos momentos de
crisis la dimensión del Estado de derecho debe mantenerse enhiesta, pues
cualquier distracción o mala interpretación se resbala hacia el abuso de
autoridad y a la violación de derechos humanos.
Queremos que
haya paz. Y que esa paz siente sus reales en toda la geografía sinaloense. La
paz demanda el respeto a reglas justas de comportamiento y a valores sociales
que le dan sustento a nuestras formas de resolver de manera pacífica nuestras
diferencias y conflictos. Este 2025 será más exigente con la autoridad y
también con la sociedad civil en materia de observar leyes y respeto al derecho
a la vida, a no ser desaparecido ni a ser desplazado por razones de violencia.
Queremos transitar
en plena libertad por las calles y carreteras de la entidad sin que haya
límites por razones de horario o argumentos de miedo por presencia de bandas de
delincuentes. No tenemos duda de que en ello va una gran responsabilidad de
parte de la autoridad, pues de su acción y vigilancia depende en mucho que los
espacios públicos se respeten como lugares de convivencia, de esparcimiento y
de hacer deportes por todos ciudadanos. La misma ciudadanía no debe permitir
que los parques, jardines, riberas, plazas y parques lineales, queden en el
abandono. Son espacios para el arraigo y esparcimiento social.
Sí, son nuestro
patrimonio.
Queremos que la
autoridad civil gobierne Sinaloa. Nos preocupa que en la medida que la presente
ola de violencia se prolonga por casi cuatro meses, la presencia de la
autoridad militar es cada vez mayor, sin que por ello veamos cerca la solución a
la crisis humanitaria que hemos identificado desde hace tiempo. Una de las
grandes lecciones de la historia nacional es que ninguna crisis, por profunda y
prolongada que sea, debe terminar cediendo el poder, la conducción de los
destinos del país o de alguna de sus entidades federativas, a fuerzas o
personas que no han sido electas democráticamente.
Queremos una
alianza entre autoridad y sociedad civil que imponga la paz y seguridad
ciudadana. Desde hace meses hemos venido insistiendo en la gran necesidad de
abrir mesa de diálogo entre la autoridad y la sociedad civil. Hasta el día de
hoy no se ha valorado lo suficiente esta propuesta, a pesar de los dolores de
cabeza que nos deja la crisis de seguridad y de los limitados alcances que las
acciones contra ella registramos. Los alcances y los valladares con que nos
topamos nos dejan muy claro que, si no hay nuevos elementos en la estrategia
que rompan con la situación de estancamiento que vivimos en dicha crisis, el
2025 discurrirá sin mayores cambios. Cosa que quizá soporten algunos sectores
de la sociedad, pero no la estructura económica. Para funcionar una economía
como la nuestra necesita crecer al 3 por ciento cada año. Con los problemas
inherentes y comunes al capitalismo es casi imposible lograrlo y con estos
embrollos, con los que ahora lidiamos, el asunto resulta peor.
Queremos que la
alianza autoridad-sociedad se concrete, porque no es una opción más ante la
crisis, es la alternativa, sin más, frente a la preocupante situación que
padecemos. El día 5 de febrero es una fecha adecuada para este planteamiento. Y
lo es porque nuestra Constitución Política estará cumpliendo un año más de vida
y reclamando su vigencia imprescindible. El reencuentro entre la sociedad civil
y la autoridad no dejará de darle mayor presencia a la Carta Magna. Ese reencuentro
será el marco ideal para sentar las bases de la paz que tanto busca la sociedad
sinaloense. Y con ello se fortalecerán el Estado de derecho, la cultura de los
derechos humanos y la paz social. Vale.
Profr. Oscar Loza Ochoa
Comisión de Defensa de los Derechos Humanos en Sinaloa/Jesús G. Andrade #475 Desp. 8/Culiacán, Sin./CP 80000/ Tel. (667) 712.56.80/oscar.lozao@gmail.com