con
indignación hemos registrado la ofensa recibida
y
por solidaridad elemental no lo callaremos.
Esperemos que la
Fiscalía General del Estado haya registrado debidamente la agresión recibida
por la activista buscadora Rosy Neris. Todos sabemos (lo que incluye también a
la autoridad) que hay antecedentes lamentables como para dejar pasar lo que le
sucede a Rosy en plena calle y cuando caminaba rumbo a la actividad de búsqueda
de personas desaparecidas. Por ninguna razón del mundo ni autoridad ni sociedad
debemos dejar al azar la suerte de una defensora de derechos humanos.
El pasado día 10
del presente el Congreso del Estado abrió Convocatoria para recibir propuestas
de la sociedad sobre personas que se hayan distinguido como defensores y/o
promotores de derechos humanos en el estado. Las bases dos y tres del
mencionado documento establecen los requisitos a cubrir y los pasos que el
Poder Legislativo debe llevar a cabo en la selección de las personas ideales
para ocupar la presidencia de la Comisión Estatal de Derechos Humanos. Corren
ya los diez días que establece el Congreso para la inscripción en el proceso de
marras y hay sectores importantes de nuestra sociedad pendientes de lo que
suceda.
¿Por qué es
importante participar con propuestas y dar seguimiento a todo el proceso? Hay
varias razones: en primer lugar, debemos tener presente que el nacimiento de la
Comisión Nacional de Derechos Humanos y de la misma CEDH han costado una larga
y sacrificada lucha del pueblo mexicano y sinaloense. ¿Cómo olvidar que en esa
lucha cayó Jesús Michel Jacobo, Norma Corona y Jorge Aguirre? Y aún después no
han sido pocos los defensores de derechos humanos que han perdido la vida. En
Sinaloa, los casos de Sandra Luz Hernández y Rosario Lilian Rodríguez nos
recuerdan el costo social de mantener en alto la defensa y promoción de los
derechos humanos.
Pero se ha
mantenido una reprobada tendencia en nuestro país respecto a las comisiones de
derechos humanos oficiales: se legisló a regañadientes para su creación, pero emitidas
las leyes que las crearon, las autoridades buscaron el control de quienes
encabezaran dichas instituciones. Se salvan pocos presidentes de las CEDH de
dicha situación. Menciono a algunos de ellos: Miguel Sarre Iguiniz en
Aguascalientes (quien tuvo que abandonar el estado por persecución del
gobernador), José Luis Pérez Canchola y Raúl Ramírez Baena en Baja California.
Y salvando innecesarias modestias, me incluyo en esa magra lista.
Y como nuestra
entidad se encuentra en medio de una crisis humanitaria, con mayor razón la
importancia de la CEDH crece y el interés que debe mantener la ciudadanía en
ella debe ser superior. El actual papel de la Comisión no está a la altura que
demanda la sociedad, pues el silencio y poner distancia ante los
acontecimientos que dominan nuestra vida diaria la distingue. No puede
continuar en esa línea de bajo perfil si se quiere coadyuvar para que Sinaloa
alcance la paz y la tranquilidad que tanto necesita para retomar la andadura y
el ritmo de crecimiento económico y de justicia social. Las iniciativas que
nazcan de una preocupación legítima y con apoyo social pueden ayudar a la
autoridad y a la misma sociedad a encontrar la senda que nos lleva a nuevos
estadios de convivencia social.
Un paso
importante que la CEDH debe dar en las próximas semanas será el de convocar a
foros regionales en el estado, con el fin de analizar junto a la sociedad la
situación de crisis de seguridad por la que estamos pasando. La sociedad tiene
mucho que aportar y de esos foros saldrán propuestas que den sustancia a las
recomendaciones que la CEDH debe hacer llegar a las autoridades
correspondientes. Hace meses que venimos insistiendo en las ventajas de las
mesas de diálogo, pero algo pasa en las instancias gubernamentales que no han
dimensionado la propuesta.
He manifestado
mi interés en participar en este proceso al que ha convocado el Congreso del
Estado para nombrar al presidente de la CEDH. Creo que la experiencia es un
factor muy importante. Más de medio siglo de activismo respaldan mi trabajo. Y
no ha sido una militancia en la materia de derechos humanos que implique
hacerlo una temporada sí y otra no. Las vocaciones sólo pueden obedecer a la
entrega de lo que se cree. Y he creído siempre y lo reitero ahora: no habrá
verdadero cambio social si la cultura de los derechos humanos no penetra en
todos los rincones y recovecos de la vida económica, social, política y
ambiental.
Y no puede
quedar al margen de ello la vida de los tres poderes.
Con todo lo
considerado sobre la situación crítica que vivimos, por la gran necesidad que
tenemos de contar con una CEDH prestigiada, que responda a dicha situación y
que esté cerca, muy cerca de los ciudadanos, sobre todo de aquellos que buscan
la defensa y protección de sus derechos vulnerados. Por esas razones los
ciudadanos tienen que expresar sus opiniones, estar pendientes de cada paso del
proceso y no permitir equivocaciones que luego nos cuestan años y hasta décadas
perdidas en materia de derechos humanos. Hoy más que nunca la acción ciudadana
vale para prestigiar los procesos y para dar rumbo a las decisiones políticas.
Esto es vital en un régimen democrático. Hagámoslo por el bien de nuestro
Sinaloa. Vale.
Profr. Oscar Loza Ochoa
Comisión de Defensa de los Derechos Humanos en Sinaloa/Jesús G. Andrade #475 Desp. 8/Culiacán, Sin./CP 80000/ Tel. (667) 712.56.80/oscar.lozao@gmail.com